LA VENGANZA DE PROGNE Y FILOMELA
Metamorfosis, Libro VI, 571-676
La suerte desastrada lamentando
De Filomena, no como pedía
Insulto tan atroz y detestando.
Por todos doce signos ido había
Apolo, y alumbrando ya el postrero,
El año se acabó como solía.
¿Qué había de hacer la triste? que el portero
Que la dejó Tereo fue tan duro,
Que no parecía hombre, sino acero.
Y el paso la prohíbe un alto muro,
A do quedó cerrada, y siendo muda
No lo podía decir a buen seguro.
¡Qué ingenio da el dolor o cómo ayuda
La pena, la miseria y descontento,
O la necesidad cómo es aguda!
Urdió una blanca tela en un momento,
Tramándola con seda colorada,
A do escribió el extraño atrevimiento.
Y estando ya perfecta y acabada,
A una su criada se la entrega,
Sin que de lo que lleva entienda nada.
A quien con ciertas señas pide y ruega
Que lo llevase a Progne su señora;
La cual se parte, y al palacio llega
Del rey Tereo, y presentó a la hora
A su mujer la tela, no sabiendo
Lo que la daba en ella, y a deshora
La desplegó y sus letras releyendo,
Su miserable suerte entiende, y calla
(Y fue mucho poder); mas el horrendo
Dolor cerró su boca, y nunca halla
Su lengua cómo muestre tanta pena,
Ni hay términos bastantes a mostrarla.
Lugar no hay de llorar; del todo ajena
De todo, sino sólo de venganza,
Que por fas o por nefas será buena.
Entonces celebraban la alabanza
De Baco las Tracianas, y solía
Hacerse a tercer año aquella danza.
En Ródope de noche retiñía
El son de las trompetas y metales,
Que el sacrificio no se hacía de día.
La Reina, desechadas las reales
Insignias y palacio, va arreada
De armas y vestidos bacanales.
De noche sale, y lleva rodeada
Con venda la cabeza, y la cervina
Piel de la parte izquierda va colgada.
Con una lanza al hombro determina
Salir, acompañada de criadas
Que doquiera la siguen que camina.
Conmovida de furias, incitadas
Del áspero dolor que la atormenta,
Las tuyas, Baco, finge. Y ya pasadas
Las selvas, allegó do se aposenta
Su triste Filomena, y aullando
Las voces bacanales representa.
Las puertas de la casa quebrantando,
Sacó la muda hermana, a quien reviste
Del hábito de Baco, procurando
Cubrir con verde yedra el rostro triste,
Y a su ciudad la lleva sin sentido,
Y a su palacio; a do cuando te viste,
Cuitada Filomena, te ha venido
Un horror y un espanto temeroso,
Y el color de tu cara se te ha ido.
Entrada en una pieza, el vergonzoso
Rostro descubre Progne de su hermana,
A quien quiso abrazar con amoroso
Semblante; mas la frente soberana
Abaja de vergüenza en su presencia,
Cual si su culpa fuera clara y llana
Y estando de esta suerte, su inocencia
Mostrar jurando quiso, por testigo
Poniendo a Dios del caso y la violencia
Que el pérfido cuñado y enemigo
Había con ella usado; pero en vano
La lengua ha pretendido lo que digo.
Por la lengua y la voz sirvió la mano,
Con señas, y la Reina que lo vía,
Movida de un terror terrible, insano,
Las lágrimas y llanto reprimía
De Filomena, con la rabia ardiendo,
En quien su misma ira no cabía,
Y con sólo su hermana, así diciendo:
«No se ha de hacer con lágrimas aquesto,
Sino con hierro, o mira si tú tienes
Instrumento peor; que yo protesto
De vengar las injurias con que vienes.
A cualquier hecho feo está dispuesto
Mi intento, y mi palabra esté en rehenes.
Quemaré de cimiento al rico techo
Palacio, y a un autor de tan malhecho.
»O si abrasarlo todo no me basta
Para satisfacción de mi deseo,
Los ojos, lengua y miembros, que ser casta
Te prohibieron, del traidor Tereo,
Con hierro arrancaré, o al que contrasta
Nuestro contento, a quien ya ver deseo,
Sacaré el alma, sin que alguien le valga,
Dándole mil heridas por do salga.
»Quemar la casa y al autor con ella
De tan crüel hazaña, o arrancarle
Las partes que tu honra y ser doncella
Te robaron, o al fin atormentarle,
Es cosa grande, y ver ésta o aquélla
Deseo ya; mas no sé si matarle
O desmembrarle vivo más conviene.»
Estando en esto Progne, su Itis viene.
De la llegada suya se resuelve
En la venganza, viéndole delante,
Y con crueles ojos a él se vuelve,
Diciéndole: «¡Oh, cómo eres semejante
Al padre que te hizo, y no otra cosa!»
Un hecho triste forja en el instante,
De su secreta ira en sí furiosa.
Llegado el niño, al punto saludaba
La madre, casi en verle ya piadosa;
A quien con los bracitos abrazaba
Y con regalo blando requería,
Y (cual los niños suelen) la besaba.
Enterneciose cierto, y ya tenía
La ira contra el hijo menos fiera,
Y constreñidas lágrimas vertía.
Mas luego que se vio de tal manera
Que en el intento suyo vacilaba,
Vuelta ya de piedad cual blanda cera,
Miró a su hermana al tiempo que miraba
Al niño, y a los dos considerando,
De esta manera a sí se preguntaba,
Enterar su designio procurando:
«¿Por qué pretende el uno regalarme,
Y la otra, por la lengua que la falta
Imposibilitada de hablarme,
Callando manifiesta en sí su falta?
¿Cómo éste madre, no puede llamarme
Aquélla hermana? Tu progenie alta
Advierte, Progne, y a Tereo fementido,
Traición es la piedad con tal marido.»
Y sin tardar a Itis arrebata,
Del arte que la tigre Hircana aprieta
Por los sombríos montes la cervata.
Y luego que a la parte más secreta
Del alta casa llegan, procuraba
El niño con manera muy discreta
Regalar a su madre, y la llamaba
«¡Oh, madre, madre!» que ya vía su hado,
Y como antes solía la abrazaba.
Mas ella con el rostro no mudado
Y un alfanje crüel al hijo hiere
Por do se junta el pecho con el lado.
Un solo golpe basta, de uno muere.
Filomena le corta la cabeza,
Y le parte, aun no muerto, como quiere.
Y hace que del triste parte cueza,
Y parte en asadores chirriando,
Dé manifiesto indicio de crueza.
La casa con la sangre está manando,
Y puesta ya la mesa, luego llama
A Tereo a su convite detestando,
Echando en el palacio cierta fama
Que ha de ser el banquete celebrado
Al uso de su tierra, y esto trama.
Fingiendo sólo al Rey no ser vedado
Estar presente al santo sacrificio,
Mas no ha de estar con él ni aun un criado.
Sentose el miserable sin juicio
En la silla real de sus pasados,
Trajeron el manjar a su servicio.
Metió los mismos miembros engendrados
De él mismo, y sus entrañas, en su vientre,
Los sentidos tenía tan asombrados.
«Haced que Itis (dijo) acá se entre.»
No puede Progne su crüel contento
En sí sufrir, y hacer se reconcentre.
Y deseando ser de su tormento
Primera anunciadora, le responde:
«Dentro está lo que pides», y él atento
La pieza remirando, pide adónde
Estaba el caro hijo, mas delante
La muda Filomena corresponde,
Desgreñada el cabello, con semblante
De Baco, y a Tereo dio en la cara
Con la cabeza de Itis, y al instante
Más que jamás poder hablar holgara,
Por vengarse y decir palabras tales
Cual mereció traición tan torpe y rara.
Derriba el rey Traciano las reales
Mesas, y a grandes gritos con despecho
Invoca las hermanas infernales.
Y tienta si pudiese abierto el pecho
Los miembros vomitar que había comido,
Y llora y se maldice sin provecho.
Agora de sí dice que había sido
Sepulcro de su hijo desdichado,
Agora va corriendo embravecido
Contra las dos crueles que ha engendrado
Pandión, el espada puesta a punto;
Mas ellas van con paso acelerado,
Y creyeras sus cuerpos a aquel punto
Por el aire volar, y en fin volaban,
Que las nacieron pluma y alas junto(1).
Mas a diversas partes caminaban:
Una a las selvas y otra va al poblado,
Cuyas plumas indicio cierto daban,
Y agora dan del caso desastrado,
Y muerte, pues se muestra el duro pecho
Con la sangrienta pluma señalado.
La pena, la congoja y el despecho
Dan a Tereo mucha ligereza
Para vengar delito tan mal hecho.
En ave se convierte, su cabeza
De crestas guarnecida y coronada
Y un pico señalado de grandeza,
Que le quedó en lugar de larga espada,
Y llámanle Abubilla, cuya cara
Al parecer de todos está armada.
Nota de la edición de 1887:
Filomena fue metamorfoseada en ruiseñor, y
Progne en golondrina, o viceversa, según otra tradición apoyada por el
testimonio de Anacreonte (oda XII).
And a year went by.
And what of Philomela? Guarded against
flight.
Stone blocks around her cottage, no
power of speech
To help her tell her wrongs, her grief
has taught her
Sharpness of wit, and cunning comes in
trouble.
She had a loom to work with, and with
purple
On a white background, wove her story
in,
Her story in and out, and when it was
finished,
Gave it to one old woman, with signs and
gestures
To take it to the queen, so it was
taken,
Unrolled and understood. Procne said
nothing—
What could she say?—grief choked her
utterance,
Passion her sense of outrage. There was
no room
For tears, but for confusion only, and
vengeance.
But something must be done, and in a
hurry.
It was the time when all the Thracian
mothers
Held festival for Bacchus, and the night
Shared in their secrets; Rhodope by
night
Resounded as the brazen cymbals clashed.
And so by night the queen went from her
palace,
Armed for the rites oif Bacchus, in all
the dress
Of frenzy, trailing vines for head-dress,
deer-skin
Down the left side, and a spear over the
shoulder.
So, swiftly through the forest with
attendants.
Comrades and worshippers in throngs, and
driven
By madness, terrible in rage and anger.
Went Procne, went the Bacchanal, and
came
At last to the hidden cottage, came
there shrieking,
"Hail, Bacchus!" broke the
doors in, found her sister,
Dressed her like all the others, hid her
face
With ivy-leaves, and dragged her on, and
brought her
Home to the palace.
And when Philomela
Saw where she was, she trembled and grew
pale,
As pale as death, and Procne found her a
place.
Took off the Bacchic trappings, and
uncovered
Her sister's features, white with shame,
and took her
Into her arms, but Philomela could not
So much as lift her eyes to face her
sister.
Her sister, whom she knew she had
wronged. She kept
Her gaze on the ground, longing with all
her heart
To have the power to call the gods to
witness
It was not her fault, but something
forced upon her.
She tried to say so with her hand. And
Procne,
Burning, could not restrain her wrath;
she scolded
Her sister's weeping. "This is no
time," she told her,
"For tears, but for the sword, for
something stronger
Than sword, if you have any such weapon
on you.
I am prepared for any crime, my sister,
To bum the palace, and into the flaming
ruin
Hurl Tereus, the author of our evils.
I would cut out his tongue, his eyes,
cut off
The parts which brought you shame,
inflict a thousand
Wounds on his guilty soul. I am prepared
For some great act of boldness, but what
it is
I do not know, I wish I did."
The answer
Came to her as her son came in, young
Itys.
She looked at him with pitiless eyes;
she thought
How like his father he is! That was
enough.
She knew, now, what she had to do, all
burning
With rage inside her, but when the Kttle
fellow
Came close and put both arms around his
mother,
And kissed her in appealing boyish
fashion.
She was moved to tenderness; against her
will,
Her eyes filled up with tears, her
purpose wavered.
She knew it, and she looked at
Philomela,
No more at Itys, then from one to the
other.
Saying: "And why should one make
pretty speeches,
The other be dumb, and ravished tongue
unable
To tell of ravish? Since he calls me
mother.
Why does she not say Sister? Whose wife
are you,
Daughter of Pandion? Will you disgrace
him.
Your husband, Tereus? But devotion to
him
Is a worse crime." Without more
words, a tigress
With a young fawn, she dragged the
youngster with her
To a dark corner somewhere in the
palace.
And Itys, who seemed to see his doom
approaching.
Screamed, and held out his hands, with
Mother, Mother!
And tried to put his little arms around
her
But she, with never a change in her
expression.
Drove the knife home through breast,
through side, one
wound.
Enough to kill him, but she made
another.
Cutting the throat, and they cut up the
body
Still living, still keeping something of
the spirit.
And part of the flesh leaped in the
boiling kettles.
Part hissed on turning skewers, and the
room
Dripped blood.
And this was the feast they served to
Tereus,
Who did not know, for the queen made up
some story
About a ritual meal, for husbands only.
Which even servants might not watch.
High in the chair
Sat Tereus, proud, and feasting, almost
greedy
On the flesh of his own flesh, and in
his darkness
Of mind, he calls: "Bring Itys
here!" and Procne
Cannot conceal her cruel joy; she is
eager
To be the herald of her bloody murder.
"He has come in," she answers,
and he looks
Around, asks where the boy is, asks
again.
Keeps calling, and Philomela, with hair
all bloody,
Springs at him, and hurls the bloody
head of Itys
Full in his father's face. There was no
time, ever.
When she would rather have had the use
of her tongue,
The power to speak, to express her full
rejoicing.
With a great cry he turns the table
over.
Summons the snaky Furies from their
valley
Deep in the pit of Styx. Now, if he
could,
If he only could, he would open up his
belly,
Eject the terrible feast: all he can do
Is weep, call himself the pitiful
resting-place
Of his dear son. He draws the sword,
pursues them.
Both Pandion's daughters. They went
flying from him
As if they were on wings. They were on
wings!
One flew to the woods, the other to the
roof-top.
And even so the red marks of the murder
Stayed on their breasts; the feathers
were blood-colored.
Tereus, swift in grief and lust for
vengeance,
Himself becomes a bird: a stiff crest
rises
Upon his head, and a huge beak juts
forward.
Not too unlike a sword. He is the
hoopoe.
The bird who looks like war.
6:571 et luget non sic lugendae fata sororis.
6:572 Signa deus bis sex acto lustraverat
anno;
6:573 quid faciat Philomela? fugam custodia
claudit,
6:574 structa rigent solido stabulorum moenia
saxo,
6:575 os mutum facti caret indice. grande
doloris
6:576 ingenium est, miserisque venit sollertia
rebus:
6:577 stamina barbarica suspendit callida tela
6:578 purpureasque notas filis intexuit albis,
6:579 indicium sceleris; perfectaque tradidit
uni,
6:580 utque ferat dominae, gestu rogat; illa
rogata
6:581 pertulit ad Procnen nec scit, quid
tradat in illis.
6:582 evolvit vestes saevi matrona tyranni
6:583 germanaeque suae fatum miserabile legit
6:584 et (mirum potuisse) silet: dolor ora
repressit,
6:585 verbaque quaerenti satis indignantia
linguae
6:586 defuerunt, nec flere vacat, sed fasque
nefasque
6:587 confusura ruit poenaeque in imagine tota
est.
6:588 Tempus erat, quo sacra solent trieterica
Bacchi
6:589 Sithoniae celebrare nurus: (nox conscia
sacris,
6:590 nocte sonat Rhodope tinnitibus aeris
acuti)
6:591 nocte sua est egressa domo regina deique
6:592 ritibus instruitur
furialiaque accipit arma;
6:593 vite caput tegitur, lateri cervina sinistro
6:594 vellera dependent, umero
levis incubat hasta.
6:595 concita per silvas turba
comitante suarum
6:596 terribilis Procne
furiisque agitata doloris,
6:597 Bacche, tuas simulat:
venit ad stabula avia tandem
6:598 exululatque euhoeque
sonat portasque refringit
6:599 germanamque rapit
raptaeque insignia Bacchi
6:600 induit et vultus hederarum
frondibus abdit
6:601 attonitamque trahens intra sua moenia ducit.
6:602 Ut sensit tetigisse domum
Philomela nefandam,
6:603 horruit infelix totoque expalluit ore;
6:604 nacta locum Procne sacrorum pignora demit
6:605 oraque develat miserae
pudibunda sororis
6:606 amplexumque petit; sed non attollere
contra
6:607 sustinet haec oculos paelex sibi visa sororis
6:608 deiectoque in humum vultu
iurare volenti
6:609 testarique deos, per vim
sibi dedecus illud
6:610 inlatum, pro voce manus
fuit. ardet et iram
6:611 non capit ipsa suam Procne
fletumque sororis
6:612 corripiens 'non est lacrimis hoc' inquit
'agendum,
6:613 sed ferro, sed si quid habes, quod vincere
ferrum
6:614 possit. in omne nefas ego
me, germana, paravi:
6:615 aut ego, cum facibus
regalia tecta cremabo,
6:616 artificem mediis inmittam Terea flammis,
6:617 aut linguam atque oculos et
quae tibi membra pudorem
6:618 abstulerunt ferro rapiam, aut per
vulnera mille
6:619 sontem animam expellam! magnum
quodcumque paravi;
6:620 quid sit, adhuc dubito.'
6:621 Peragit dum talia Procne,
6:622 ad matrem veniebat Itys;
quid possit, ab illo
6:623 admonita est oculisque
tuens inmitibus 'a! quam
6:624 es similis patri!' dixit nec plura
locuta
6:625 triste parat facinus tacitaque exaestuat
ira.
6:626 ut tamen accessit natus matrique salutem
6:627 attulit et parvis adduxit colla lacertis
6:628 mixtaque blanditiis puerilibus oscula iunxit,
6:629 mota quidem est genetrix,
infractaque constitit ira
6:630 invitique oculi lacrimis maduere
coactis;
6:631 sed simul ex nimia mentem pietate labare
6:632 sensit, ab hoc iterum est ad vultus
versa sororis
6:633 inque vicem spectans ambos 'cur admovet'
inquit
6:634 'alter blanditias, rapta silet altera lingua?
6:635 quam vocat hic matrem, cur non vocat
illa sororem?
6:636 cui sis nupta, vide, Pandione nata,
marito!
6:637 degeneras! scelus est pietas in coniuge
Tereo.'
6:638 nec mora, traxit Ityn, veluti Gangetica
cervae
6:639 lactentem fetum per silvas tigris opacas,
6:640 utque domus altae partem
tenuere remotam,
6:641 tendentemque manus et iam sua fata
videntem
6:642 et 'mater! mater!' clamantem et colla
petentem
6:643 ense ferit Procne, lateri qua pectus
adhaeret,
6:644 nec vultum vertit. satis illi ad fata
vel unum
6:645 vulnus erat: iugulum ferro Philomela
resolvit,
6:646 vivaque adhuc animaeque aliquid
retinentia membra
6:647 dilaniant. pars inde cavis exsultat
aenis,
6:648 pars veribus stridunt; manant penetralia tabo.
6:649 His adhibet coniunx ignarum
Terea mensis
6:650 et patrii moris sacrum
mentita, quod uni
6:651 fas sit adire viro, comites famulosque
removit.
6:652 ipse sedens solio Tereus sublimis avito
6:653 vescitur inque suam sua viscera congerit
alvum,
6:654 tantaque nox animi est, 'Ityn huc
accersite!' dixit.
6:655 dissimulare nequit crudelia gaudia
Procne
6:656 iamque suae cupiens exsistere nuntia
cladis
6:657 'intus habes, quem poscis' ait:
circumspicit ille
6:658 atque, ubi sit, quaerit; quaerenti
iterumque vocanti,
6:659 sicut erat sparsis furiali caede
capillis,
6:660 prosiluit Ityosque caput Philomela
cruentum
6:661 misit in ora patris nec tempore maluit
ullo
6:662 posse loqui et meritis testari gaudia
dictis.
6:663 Thracius ingenti mensas clamore repellit
6:664 vipereasque ciet Stygia de valle sorores
6:665 et modo, si posset, reserato pectore
diras
6:666 egerere inde dapes semesaque viscera
gestit,
6:667 flet modo seque vocat bustum miserabile nati,
6:668 nunc sequitur nudo
genitas Pandione ferro.
6:669 corpora Cecropidum pennis
pendere putares:
6:670 pendebant pennis. quarum petit altera
silvas,
6:671 altera tecta subit, neque adhuc de
pectore caedis
6:672 excessere notae, signataque sanguine
pluma est.
6:673 ille dolore suo poenaeque cupidine velox
6:674 vertitur in volucrem, cui
stant in vertice cristae.
6:675 prominet inmodicum pro longa cuspide rostrum;