THE RIME OF THE ANCIENT MARINER
Argument .
How a Ship having passed the Line was driven by storms
to the cold Country towards the South Pole; and how from thence she made her
course to the tropical Latitude of the Great Pacific Ocean; and of the strange
things that befell; and in what manner the Ancyent Marinere came back to his
own Country.
PART I
It is an ancient Mariner,
And he stoppeth one of three.
'By thy long grey beard and glittering eye,
Now wherefore stopp'st thou me?
The Bridegroom's doors are opened wide,
And I am next of kin;
The guests are met, the feast is set:
May'st hear the merry din.'
He holds him with his skinny hand,
'There was a ship,' quoth he.
'Hold off! unhand me, grey-beard loon!'
Eftsoons his hand dropt he.
He holds him with his glittering eye—
The Wedding-Guest stood still,
And listens like a three years' child:
The Mariner hath his will.
The Wedding-Guest sat on a stone:
He cannot choose but hear;
And thus spake on that ancient man,
The bright-eyed Mariner.
'The ship was cheered, the harbour cleared,
Merrily did we drop
Below the kirk, below the hill,
Below the lighthouse top.
The Sun came up upon the left,
Out of the sea came he!
And he shone bright, and on the right
Went down into the sea.
Higher and higher every day,
Till over the mast at noon—'
The Wedding-Guest here beat his breast,
For he heard the loud bassoon.
The bride hath paced into the hall,
Red as a rose is she;
Nodding their heads before her goes
The merry minstrelsy.
The Wedding-Guest he beat his breast,
Yet he cannot choose but hear;
And thus spake on that ancient man,
The bright-eyed Mariner.
And now the STORM-BLAST came, and he
Was tyrannous and strong:
He struck with his o'ertaking wings,
And chased us south along.
With sloping masts and dipping prow,
As who pursued with yell and blow
Still treads the shadow of his foe,
And forward bends his head,
The ship drove fast, loud roared the blast,
And southward aye we fled.
And now there came both mist and snow,
And it grew wondrous cold:
And ice, mast-high, came floating by,
As green as emerald.
And through the drifts the snowy clifts
Did send a dismal sheen:
Nor shapes of men nor beasts we ken—
The ice was all between.
The ice was here, the ice was there,
The ice was all around:
It cracked and growled, and roared and howled,
Like noises in a swound!
At length did cross an Albatross,
Thorough the fog it came;
As if it had been a Christian soul,
We hailed it in God's name.
It ate the food it ne'er had eat,
And round and round it flew.
The ice did split with a thunder-fit;
The helmsman steered us through!
And a good south wind sprung up behind;
The Albatross did follow,
And every day, for food or play,
Came to the mariner's hollo!
In mist or cloud, on mast or shroud,
It perched for vespers nine;
Whiles all the night, through fog-smoke white,
Glimmered the white Moon-shine.'
'God save thee, ancient Mariner!
From the fiends, that plague thee thus!—
Why look'st thou so?'—With my cross-bow
I shot the ALBATROSS.
LA BALADA DEL
VIEJO MARINERO
Argumento.
De cómo un
barco, al pasar la Línea, fue arrastrado por la tormenta al País frío, hacia el
Polo Austral; y cómo desde allí prosiguió su ruta hacia las latitudes
tropicales del Gran Océano Pacífico; y de las extrañas cosas que acaecieron; y
en qué modo hubo de volver el Viejo Marinero a su país natal.
PARTE I
Un viejo
marinero se encuentra con tres galanes que se dirigen a una boda y detiene a
uno de ellos.
Es un viejo marinero, que detiene a uno de los tres.
«Por tu larga barba gris y tus ojos relumbrantes, ¿por qué razón me detienes?
Las puertas del novio están ya abiertas, y yo soy de
la parentela; los invitados llegaron ya, la fiesta comenzó, desde aquí puedes
oír la alegre algazara.»
El marinero le agarra con su mano sarmentosa: «Érase
una vez un barco», murmura. «¡Suéltame! ¡Abajo esas manos, barbudo mentecato!»
Y la mano que le agarró le suelta en seguida.
El mozo queda fascinado por los ojos del viejo marinero y fuerza le es escuchar su conseja.
El mozo queda fascinado por los ojos del viejo marinero y fuerza le es escuchar su conseja.
Pero le retiene con sus ojos centelleantes; y el
mozo queda inmóvil y escucha como un rapaz de tres años: el marinero se sale
con la suya.
El mozo se ha sentado en una piedra; quieras que no,
no tiene más remedio que escuchar. Y así habló el viejo marinero, de barbas
grises y ojos relucientes.
El marinero cuenta cómo el barco navegó hacia el sur
con viento propicio y tiempo apacible, hasta llegar a la Línea.
«Entre vítores, el barco abandonó el puerto;
alegremente, fuimos dejando atrás la iglesia, atrás el monte, atrás la torre
del faro.
El sol salió a mano siniestra, del fondo del mar
salió; y resplandeció en lo alto del cielo, y por la diestra fue bajando hasta
hundirse de nuevo en el mar.
Más y más alto cada día, hasta coronar a mediodía el
mástil...» Y aquí el galán se golpeó el pecho, pues hasta él llegaba el sonido
del fagot.
El mozo oye la música nupcial; pero el viejo
marinero prosigue su cuento.
La novia acababa de entrar en la sala, encarnada
como una rosa; volviendo donosamente a uno y otro lado sus cabezas, delante de
ella caminan los músicos.
El mozo se golpea el pecho; pero fuerza le es
continuar oyendo; y así continúa hablando el viejo marinero, de barbas grises y
ojos relumbrantes.
El barco es arrastrado por la tormenta hacia el Polo
Sur.
«Y he aquí que de pronto sopló la tempestad,
despótica e iracunda; y tomándonos entre sus alas todopoderosas nos arrastró
hacia el Sur.
Con los mástiles inclinados y la proa bajo el agua,
como quien azuzado por golpes y alaridos va pisando aún la sombra de su
adversario y tiende hacia adelante la cabeza, así iba el barco aguijado por la
tempestad, entre los aullidos del viento, volando hacia el Sur en alas de la
ráfaga.
Y luego vinieron brumas y nieves, y el frío se hizo
terrible, y témpanos tan altos como el palo mayor se deslizaban sobre la superficie,
verdes como la esmeralda.
El país del hielo y de los ruidos pavorosos, donde
no se ve cosa viviente.
Y a través del cierzo brillaban lúgubremente los
ventisqueros nevados, y no se percibía forma alguna de hombre ni de bestia:
hielo y sólo hielo en torno nuestro.
¡Hielo aquí, hielo acullá, hielo y sólo hielo en
torno; y crujía y gruñía, y rugía y bramaba, como esos ruidos fantasmales que
se oyen entre sueños!
Hasta que una gran ave marina, llamada albatros,
vino a través de la bruma helada, siendo recibida con gran júbilo y
hospitalidad.
Y al fin vino un albatros; a través de la niebla
vino volando; y como si hubiese sido un alma cristiana en nombre del Señor
saludamos su venida.
Comió alimentos que nunca había comido, y sin cesar,
una y otra vez, volaba en torno. Y el hielo se partió con el estruendo de un
trueno, y el piloto nos llevó con mano segura a través de él.
Y he aquí que el albatros resultó un ave de buen
agüero, y siguió en pos del barco al volver éste hacia el Norte a través de
nieblas y hielos flotantes.
Y un buen viento del Sur sopló a nuestras espaldas;
y el albatros nos siguió fielmente, y cada día, en busca de alimento o de
juego, acudía al llamamiento del Marinero.
Entre nieblas o nubes, posado sobre mástil u
obenque, nueve ocasos vio pasar con nosotros, mientras la noche entera, a
través de la bruma blanquecina, brillaba el blanquecino claror de la luna.»
El viejo marinero, inhóspitamente, mata al ave
bendita de buen agüero.
«¡Dios te salve, oh viejo marinero, del enemigo malo
que así te atormenta! ¿Por qué pones ese rostro?» «Con mi arco un día maté al
albatros».
Traducción de RICARDO BAEZA.