domingo, 9 de mayo de 2021

Napoleón Bonaparte: Moscú ya no existe

MOSCÚ YA NO EXISTE

TRES BOLETINES DEL GRAN EJÉRCITO

Moscú, 16 de septiembre de 1812.

 

DESDE la batalla del río Móscova [batalla de Borodino], el ejército francés persiguió al enemigo por las tres rutas de Mojaisk, Svenigorod y Kaluga, hasta Moscú.

El rey de Nápoles se encontraba el día 9 en Kubiuskoe; el virrey en Ruza, y el príncipe Poniatowski en Fominskoe. El cuartel general salió de Mojaisk el día 12 y fue llevado a Peselina; el día 13, estaba en el castillo de Berwska. El 14, a mediodía, entramos en Moscú. El enemigo había levantado fortines en la Montaña del Gorrión, a dos verstas de la ciudad, pero los abandonó.

La ciudad de Moscú es tan grande como París; es una ciudad extremadamente rica, llena de palacios de todas los personajes principales del imperio. El gobernador ruso Rostopchín quiso destruir esta hermosa ciudad, al ver que el ejército ruso la abandonaba. Armó a 3.000 criminales y los sacó de las mazmorras; también llamó a 6.000 cómplices y les hizo distribuir armas del arsenal.

Nuestra vanguardia, al llegar al centro de la ciudad, fue recibida por un tiroteo proveniente del Kremlin. El rey de Nápoles puso algunos cañones en línea, hizo huir a esa canalla y se apoderó del Kremlin.

Encontramos en el arsenal 60.000 fusiles nuevos y 120 piezas de cañón con sus cureñas.

En la ciudad reinaba la más completa anarquía; locos borrachos recorrían los barrios e incendiaban todo. El gobernador Rostopchín había hecho desalojar a todos los comerciantes y mercaderes, con los que se habría podido restablecer el orden. Más de cuatrocientos franceses y alemanes habían sido detenidos por sus órdenes. Finalmente, tuvo la precaución de retirar a los bomberos con las bombas de incendio; así fue como la más completa anarquía devastó esta grande y hermosa ciudad, y las llamas la están devorando. Habíamos encontrado aquí considerables recursos de todo tipo.

El emperador se aloja en el Kremlin, que está en el centro de la ciudad como una especie de ciudadela rodeada de altos muros. 30.000 rusos heridos o enfermos están en los hospitales, abandonados sin ayuda ni comida. Los rusos admiten haber perdido 50.000 hombres en la batalla del Móscova. El príncipe Bagratión está herido de muerte. Se ha calculado el número de generales rusos heridos o muertos en la batalla: asciende a 45 o 50.

 

Moscú, 17 de septiembre de 1812.

 

SE CANTÓ el Te Deum en Rusia por el combate de Polotsk; se lo cantó por los combates de Riga, por el combate de Ostrowno, por el de Smolensk; en todas partes, según los informes de los rusos, ellos salían victoriosos y los franceses habrían sido expulsados del campo de batalla: fue, pues, al son de los Te Deum rusos que el ejército llegó a Moscú. Los rusos creían que habían salido victoriosos, al menos el populacho; pues la gente educada sabía lo que estaba ocurriendo.

Moscú es el depósito de las mercancías de Asia y Europa; sus almacenes son inmensos; cada casa estaba provista de todo para ocho meses. Solamente el día anterior, y el mismo día de nuestra entrada, se tomó conciencia del peligro. En la casa de ese miserable Rostopchín se encontraron algunos papeles y una carta a medio escribir; huyó sin terminarla.

Moscú, una de las ciudades más bellas y ricas del mundo, ya no existe. Durante el día 14, los rusos incendiaron la bolsa, el bazar y el hospital. El día 16 se levantó un viento violento; entre 300 y 400 bandidos incendiaron la ciudad en 500 lugares a la vez, por orden del gobernador Rostopchín. De cada seis casas, cinco son de madera: el fuego avanzó con prodigiosa rapidez, era un océano de llamas. Había 1.600 iglesias; más de 1.000 palacios; inmensos almacenes; casi todo quedó destruido. El Kremlin pudo ser preservado.

Esta pérdida es incalculable para Rusia, para su comercio, para su nobleza que había dejado todo aquí. No es una estimación demasiado elevada situarla en varios miles de millones.

Un centenar de esos incendiarios fueron detenidos y fusilados; todos declararon haber actuado por orden del gobernador Rostopchín y del jefe de policía.

Treinta mil rusos heridos y enfermos murieron quemados. Las casas comerciales más ricas de Rusia han quedado arruinadas: la conmoción ha de ser considerable: la ropa, los almacenes y los suministros del ejército ruso fueron destruidos por el incendio; el ejército lo ha perdido todo. No querían evacuar nada, porque siempre se obstinaron en pensar que nos era imposible llegar a Moscú, y querían engañar al pueblo. Cuando vieron que todo estaba en manos del ejército francés, concibieron el horrible proyecto de quemar esta primera capital, esta ciudad santa, el centro del Imperio, y redujeron a 200.000 buenos habitantes a la mendicidad. Éste es el crimen de Rostopchín, llevado a cabo por criminales liberados de la cárcel.

Debido a esto, los recursos que el ejército encontró han quedado muy disminuidos; sin embargo, se han recuperado y se siguen recuperando muchas cosas. Todas las bodegas están a salvo del fuego, y los habitantes, en las últimas 24 horas, habían enterrado muchos objetos: el fuego fue combatido; pero el gobernador había tomado la horrenda precaución de llevarse con él o de hacer romper todas las bombas de incendio.

El ejército se recupera de sus fatigas: tiene abundancia de pan, papas, repollos, verduras, carne, salazones, vino, aguardiente, azúcar, café, en fin, provisiones de todo tipo.

La vanguardia está a 20 verstas de distancia por la ruta de Kazán, por la que el enemigo se está retirando. Otra vanguardia francesa está en camino por la ruta de San Petersburgo, donde el enemigo no tiene a nadie.

La temperatura sigue siendo la del otoño: el soldado ha encontrado y encuentra muchos pellizas y pieles para el invierno. De esto último Moscú es un depósito.

 

Moscú, 20 de septiembre de 1812.

 

SE DETUVO a 300 incendiarios y se los fusiló. Estaban armados con una bengala de seis pulgadas, oculta entre dos piezas de madera. También tenían fuegos artificiales que lanzaban sobre los tejados. Ese miserable Rostopchín hizo fabricar los fuegos artificiales haciéndoles creer a los habitantes que quería fabricar un globo, que lanzaría lleno de material incendiario sobre el ejército francés. Con ese pretexto reunió los fuegos artificiales y otros objetos necesarios para la ejecución de su proyecto.

Durante los días 19 y 20, los incendios cesaron. Tres cuartas partes de la ciudad terminaron quemadas, incluido el hermoso palacio de Catalina, que había sido completamente amueblado a nuevo. No queda más que una cuarta parte de las casas.

Cuando Rostopchín retiró las bombas de incendio  de la ciudad, dejó 60.000 fusiles, 150 cañones, más de 100.000 balas de cañón y explosivos, 1.500.000 cartuchos, 400.000 unidades de pólvora, 400.000 de salitre y azufre. Sólo el día 19 descubrimos las 400 mil de pólvora, las 400 mil de salitre y azufre, en un hermoso sitio situado a media legua de la ciudad. Es importante: ahora estamos abastecidos para dos campañas.

Todos los días encontramos bodegas llenas de vino y aguardiente.

Las manufacturas estaban empezando a florecer en Moscú; han quedado destruidas. El incendio de esta capital deja a Rusia con un atraso de cien años.

El tiempo parece que se va a poner lluvioso. La mayor parte del ejército está acuartelada en Moscú.

  

NAPOLEÓN BONAPARTE

Traducción, para Literatura & Traducciones, de Miguel Ángel Frontán

 

MOSCOU N'EXISTE PLUS

TROIS BULLETINS DE LA GRANDE ARMÉE

 

Moscou, le 16 septembre 1812.

 

DEPUIS la bataille de la Moskwa, l'armée française a poursuivi l'ennemi sur les trois routes de Mojaïsk, de Svenigorod et de Kalouga, sur Moscou.

Le roi de Naples était le 9 à Koubiuskoë ; le viceroi à Rouza, et le prince Poniatowski à Fominskoë. Le quartier-général est parti de Mojaïsk le 12, et a été porté à Peselina ; le 13 il était au château de Berwska. Le 14 à midi, nous sommes entrés à Moscou. L'ennemi avait élevé sur la montagne des Moineaux, à deux verstes de la ville, des redoutes, qu'il a abandonnées.

La ville de Moscou est aussi grande que Paris ; c'est une ville extrêmement riche, remplie des palais de tous les principaux de l'empire. Le gouverneur russe Rostopchin a voulu ruiner cette belle ville, lorsqu'il a vu que l'armée russe l'abandonnait. Il a armé 3.000 malfaiteurs qu'il a fait sortir des cachots ; il a appelé également 6.000 satellites et leur a fait distribuer des armes de l'arsenal.

Notre avant-garde, arrivée au milieu de la ville, fut accueillie par une fusillade partie du Kremlin. Le roi de Naples fit mettre en batterie quelques pièces de canon, dissipa cette canaille et s'empara du Kremlin.

Nous avons trouvé à l'arsenal 60.000 fusils neufs et 120 pièces de canon sur leurs affûts.

La plus complète anarchie régnait dans la ville ; des forcenés ivres couraient dans les quartiers, et mettaient le feu partout. Le gouverneur Rostopchin avait fait enlever tous les marchands et négociants, par le moyen desquels on aurait pu rétablir l'ordre. Plus de quatre cents Français et Allemands avaient été arrêtés par ses ordres. Enfin, il avait eu la précaution de faire enlever les pompiers avec les pompes ; aussi l'anarchie la plus complète a désolé cette grande et belle ville, et les flammes la consument. Nous y avions trouvé des ressources considérables de toute espèce.

L'Empereur est logé au Kremlin, qui est au centre de la ville comme une espèce de citadelle entourée de hautes murailles. 30.000 blessés ou malades russes sont dans les hôpitaux, abandonnés sans secours et sans nourriture. Les Russes avouent avoir perdu 50.000 hommes à la bataille de la Moskwa. Le prince Bagration est blessé à mort. On a fait le relevé des généraux russes blessés ou tués à la bataille ; il se monte de 45 à 50.

 

Moscou, le 17 septembre 1812.

 

ON a chanté des Te Deum en Russie pour le combat de Polotsk ; on en a chanté pour les combats de Riga, pour le combat d'Ostrowno, pour celui de Smolensk ; partout, selon les relations des Russes, ils étaient vainqueurs, et l'on avait repoussé les Français loin du champ de bataille : c'est donc au bruit des Te Deum russes que l'armée est arrivée à Moscou. On s'y croyait vainqueurs, du moins la populace ; car les gens instruits savaient ce qui se passait.

Moscou est l'entrepôt de l'Asie et de l'Europe ; ses magasins étaient immenses ; toutes les maisons étaient approvisionnées de tout pour huit mois. Ce n'était que de la veille, et du jour même de notre entrée, que le danger avait été bien connu. On a trouvé dans la maison de ce misérable Rostopchin des papiers et une lettre à demi-écrite ; il s'est sauvé sans l'achever.

Moscou, une des plus belles et des plus riches villes du monde, n'existe plus. Dans la journée du 14, le feu a été mis par les Russes à la bourse, au bazar et à l'hôpital. Le 16, un vent violent s'est élevé ; 3 à 400 brigands ont mis le feu dans la ville en 500 endroits à la fois, par l'ordre du gouverneur Rostopchin. Les cinq sixièmes des maisons sont en bois : le feu a pris avec une prodigieuse rapidité, c'était un océan de flammes. Des églises, il y en avait 1.600 ; des palais, plus de 1.000; d'immenses magasins ; presque tout a été consumé. On a préservé le Kremlin.

Cette perte est incalculable pour la Russie, pour son commerce, pour sa noblesse qui y avait tout laissé. Ce n'est pas l'évaluer trop haut que de la porter à plusieurs milliards.

On a arrêté et fusillé une centaine de ces chauffeurs ; tous ont déclaré qu'ils avaient agi par les ordres du gouverneur Rostopchin, et du directeur de la police.

Trente mille blessés et malades russes ont été brûlés. Les plus riches maisons de commerce de la Russie se trouvent ruinées : la secousse doit être considérable : les effets d'habillement, magasins, et fournitures de l'armée russe ont été brûlés ; elle y a tout perdu. On n'avait rien voulu évacuer, parce que l'on a toujours voulu penser qu'il était impossible d'arriver à Moscou, et qu'on a voulu tromper le peuple. Lorsqu'on a tout vu dans la main du Français, on a conçu l'horrible projet de brûler cette première capitale, cette ville sainte, centre de l'Empire, et l'on a réduit 200.000 bons habitants à la mendicité. C'est le crime de Rostopchin, exécuté par des scélérats délivrés des prisons.

Les ressources que l'armée trouvait sont par-là fort diminuées ; cependant l'on a ramassé, et l'on ramasse beaucoup de choses. Toutes les caves sont à l'abri du feu, et les habitants, dans les 24 dernières heures, avaient enfoui beaucoup d'objets : on a lutté contre le feu ; mais le gouverneur avait eu l'affreuse précaution d'emmener ou de faire briser toutes les pompes.

L'armée se remet de ses fatigues : elle a en abondance du pain, des pommes-de-terre, des choux, des légumes, des viandes, des salaisons, du vin, de l'eau-de vie, du sucre, du café, enfin des provisions de toute espèce.

L'avant-garde est à 20 werstes sur la route de Kasan, par laquelle se retire l'ennemi. Une autre avant-garde française est sur la route de Saint-Pétersbourg où l'ennemi n'a personne.

La température est encore celle de l'automne : le soldat a trouvé et trouve beaucoup de pelisses et des fourrures pour l'hiver. Moscou en est le magasin.

 

Moscou, le 20 septembre 1812.

 

TROIS cents chauffeurs ont été arrêtés et fusillés. Ils étaient armés d'une fusée de six pouces, contenue entre deux morceaux de bois. Ils avaient aussi des artifices qu'ils jetaient sur les toits. Ce misérable Rostopchin avait fait confectionner les artifices en faisant croire aux habitants qu'il voulait faire un ballon, qu'il lancerait plein de matières incendiaires sur l'armée française. Il réunissait sous ce prétexte les artifices et autres objets nécessaires à l'exécution de son projet.

Dans la journée du 19 et dans celle du 20, les incendies ont cessé. Les trois-quarts de la ville sont brûlés, entre autres le beau palais de Catherine, entièrement meublé à neuf. Il reste au plus le quart des maisons.

Pendant que Rostopchin enlevait les pompes de la ville, il laissait 60.000 fusils, 150 pièces de canon, plus de 100.000 boulets et bombes, 1.500.000 cartouches, 400 milliers de poudre, 400 milliers de salpêtre et de soufre. Ce n'est que le 19 qu'on a découvert les 400 milliers de poudre, les 400 milliers de salpêtre et de soufre, dans un bel établissement situé à une demi-lieue de la ville. Cela est important : nous voilà approvisionnés pour deux campagnes.

On trouve tous les jours des caves pleines de vin et d'eau-de-vie.

Les manufactures commençaient à fleurir à Moscou ; elles sont détruites. L'incendie de cette capitale retarde la Russie de cent ans.

Le temps paraît tourner à la pluie. La plus grande partie de l'armée est casernée dans Moscou.