sábado, 8 de agosto de 2020

Antonin Artaud y Alejandra Pizarnik: El verbo encarnado

EL VERBO ENCARNADO

Moi je reproche aux hommes de ce temps, de m'avoir fait naître par les plus ignobles manœuvres magiques dans un monde dont je ne voulais pas, et de vouloir par des manœuvres magiques similaires m'empêcher d'y faire un trou pour le quitter. J’ai besoin de poésie pour vivre, et je veux en avoir autour de moi. Et je n’admets pas que le poète que je suis ait été enfermé dans un asile d’aliénés parce qu'il voulait réaliser au naturel sa poésie.
Antonin Artaud,
Lettres de Rodez.

Aquella afirmación de Hölderlin, de que “la poesía es un juego peligroso”, tiene su equivalente real en algunos sacrificios célebres: el sufrimiento de Baudelaire, el suicidio de Nerval, el precoz silencio de Rimbaud, la misteriosa y fugaz presencia de Lautréamont, la vida y la obra de Artaud...
Estos poetas, y unos pocos más, tienen en común el haber anulado —o querido anular— la distancia que la sociedad obliga a establecer entre la poesía y la vida.
Artaud no ha entrado aún en la normalidad de los exámenes universitarios, como es el caso de Baudelaire. De modo que es conveniente, en esta precaria nota, apelar a un mediador de la calidad de André Gide, cuyo testimonio da buena cuenta del genio convulsivo de Artaud y de su obra. Gide escribió ese texto después de la tan memorable velada del 13 de enero de 1947 en el Vieux-Colombier, en donde Artaud —recientemente salido del hospicio de Rodez— quiso explicarse con —pero no pudo ser “con” sino “ante”— los demás. Este es el testimonio de André Gide{1}:
“Había allí, hacia el fondo de la sala —de esa querida, vieja sala del Vieux-Colombier que podía contener alrededor de 300 personas— una media docena de graciosos llegados a esa sesión con la esperanza de bromear. ¡Oh! Ya lo creo que hubiesen recogido los insultos de los amigos fervientes de Artaud distribuidos por toda la sala. Pero no: después de una muy tímida tentativa de alboroto ya no hubo que intervenir... Asistíamos a ese espectáculo prodigioso: Artaud triunfaba; mantenía a distancia la burla, la necedad insolente; dominaba...
“Hacía mucho que yo conocía a Artaud, y también su desamparo y su genio. Nunca hasta entonces me había parecido más admirable. De su ser material nada subsistía sino lo expresivo. Su alta silueta desgarbada, su rostro consumido por la llama interior, sus manos de quien se ahoga, ya tendidas hacia un inasible socorro, ya retorciéndose en la angustia, ya, sobre todo, cubriendo estrechamente su cara, ocultándola y mostrándola alternativamente, todo en él narraba la abominable miseria humana, una especie de condenación inapelable, sin otra escapatoria posible que un lirismo arrebatado del que llegaban al público sólo fulgores obscenos, imprecatorios y blasfemos. Y ciertamente, aquí se reencontraba al actor maravilloso en el cual podía convertirse este artista: pero era su propio personaje lo que ofrecía al público, en una suerte de farsa desvergonzada donde se transparentaba una autenticidad total. La razón retrocedía derrotada; no sólo la suya sino la de toda la concurrencia, de nosotros todos, espectadores de ese drama atroz, reducidos a papeles de comparsas malévolas, de b... y de palurdos. ¡Oh! No, ya nadie, entre los asistentes, tenía ganas de reír; y además, Artaud nos había sacado las ganas de reír por mucho tiempo. Nos había constreñido a su juego trágico de rebelión contra todo aquello que, admitido por nosotros, permanecía inadmisible para él, más puro:

“Aún no hemos nacido.
Aún no estamos en el mundo.
Aún no hay mundo.
Aún las cosas no están hechas.
La razón de ser no ha sido encontrada...”

“Al terminar esta memorable sesión, el público callaba. ¿Qué se hubiera podido decir? Se acababa de ver a un hombre miserable, atrozmente sacudido por un dios, como en el umbral de una gruta profunda, antro secreto de la sibila donde no se tolera nada profano, o bien, como sobre un Carmelo poético, a un vate expuesto, ofrecido a las tormentas, a los murciélagos devorantes, sacerdote y víctima a la vez... Uno se sentía avergonzado de retomar el lugar en un mundo en donde la comodidad está hecha de compromisos.”
Un escritor que firma L’Alchimiste{2}, luego de trazar un convincente paralelo entre Arthur Rimbaud y Antonin Artaud, discierne en sus obras un período blanco y un período negro, separados en Rimbaud por la Lettre du Voyant y en Artaud por Les Nouvelles Révélations de l’Être (1937).
Lo que más asombra del período blanco de Artaud es su extraordinaria necesidad de encarnación mientras que en el período negro hay una perfecta cristalización de esa necesidad.
Todos los escritos del período blanco, sean literarios, cinematográficos o teatrales, atestiguan esa prodigiosa sed de liberar y de que se vuelva cuerpo vivo aquello que permanece prisionero en las palabras{3}.
He entrado en la literatura escribiendo libros para decir que no podía escribir absolutamente nada; cuando tenía algo que decir o escribir, mi pensamiento era lo que más se me negaba. Nunca tenía ideas, y dos o tres pequeños libros de sesenta páginas cada uno, giran sobre esta ausencia profunda, inveterada, endémica, de toda idea. Son L’Ombilic des Limbes y Le Pèse-Nerfs{4}.
Es particularmente en Le Pèse-Nerfs donde Artaud describe el estado (y resulta una ironía dolorosa el no poder dejar de admirar la magnífica “poesía” de este libro) de desconcierto estupefaciente de su lengua en sus relaciones con el pensamiento. Su herida central es la inmovilidad interna y las atroces privaciones que se derivan: imposibilidad de sentir el ritmo del propio pensamiento (en su lugar yace algo trizado desde siempre) e imposibilidad de sentir vivo el lenguaje humano: Todos los términos que elijo para pensar son para mí TÉRMINOS en el sentido propio de la palabra, verdaderas terminaciones...{5}.
Hay una palabra que Artaud reitera a lo largo de sus escritos: eficacia. Ella se relaciona estrechamente con su necesidad de metafísica en actividad, y usada por Artaud quiere decir que el arte —o la cultura en general— ha de ser eficaz en la misma manera en que nos es eficaz el aparato respiratorio: No me parece que lo más urgente sea defender una cultura cuya existencia nunca ha liberado a un hombre de la preocupación de vivir mejor y de tener hambre sino extraer de aquello que se llama cultura ideas cuya fuerza viviente es idéntica a la del hambre{6}. Y si se pregunta en qué consiste, en el plano de la poesía, esa eficacia que Artaud deseó como nadie y encontró más que nadie, puede ser una respuesta propicia esta afirmación que encuentro en Marcel Granet (La pensée chinoise) : Savoir le nom, dire le mot, c’est posséder l’être ou créer la chose. Toute bête est domptée par qui sait la nommer... J’ai pour soldats des tigres si je les appelle: « tigres! ».
Las principales obras del período negro son: Au Pays des Tarahumaras, Van Gogh, le suicidé de la société, Les Lettres de Rodez, Artaud le Momo, Ci-gît précédé de la Culture Indienne y Pour en finir avec le jugement de dieu.
Son obras indefinibles. Pero explicar por qué algo es indefinible puede ser una manera —tal vez la más noble— de definirlo. Así procede Arthur Adamov en un excelente artículo{7} en el que enuncia las imposibilidades —que aquí resumo— de definir la obra de Artaud:
La poesía de Artaud no tiene casi nada en común con la poesía clasificada y definida.
La vida y la muerte de Artaud son inseparables de su obra en un grado único en la historia de la literatura.
Los poemas de su último período son una suerte de milagro fonético que se renueva sin cesar.
No se puede estudiar el pensamiento de Artaud como si se tratara de pensamiento pues no es pensando que se forjó en Artaud.
Numerosos poetas se rebelaron contra la razón para sustituirla por un discurso poético que pertenece exclusivamente a la Poesía. Pero Artaud está lejos de ellos. Su lenguaje no tiene nada de poético si bien no existe otro más eficaz.
Puesto que su obra rechaza los juicios estéticos y los dialécticos, la única llave para abrir una referencia a ella son los efectos que produce. Pero esto es casi indecible pues esos efectos equivalen a un golpe físico. (Si se pregunta de dónde proviene tanta fuerza, se responderá que del más grande sufrimiento físico y moral. El drama de Artaud es el de todos nosotros pero su rebeldía y su sufrimiento son de una intensidad sin paralelo) .
Leer en traducción al último Artaud es igual que mirar reproducciones de cuadros de Van Gogh. Y ello, entre otras muchas causas, por lo corporal del lenguaje, por la impronta respiratoria del poeta, por su carencia absoluta de ambigüedad.
Sí, el Verbo se hizo carne. Y también, y sobre todo en Artaud, el cuerpo se hizo verbo. ¿En dónde, ahora, su viejo lamento de separado de las palabras? Así como Van Gogh restituye a la naturaleza su olvidado prestigio y su máxima dignidad a las cosas hechas por el hombre, gracias a esos soles giratorios, esos zapatos viejos, esa silla, esos cuervos... así, con idéntica pureza e idéntica intensidad, el verbo de Artaud, es decir Artaud, rescata, encarnándola, “la abominable miseria humana”. Artaud, como Van Gogh, como unos pocos más, dejan obras cuya primera dificultad estriba en el lugar —inaccesible para casi todos— desde donde las hicieron. Toda aproximación a ellas sólo es real si implica los temibles caminos de la pureza, de la lucidez, del sufrimiento, de la paciencia...
...regagner Antonin Artaud sur ses dix ans de souffrances, pour commencer à entrevoir ce qu’il voulait dire, ce que veut dire ce signe jeté parmi nous, le dernier peut-être qui vaille d’être déchiffré...{8}

Revista Sur nº 294, mayo y junio de 1965



POÈME

Il fait très froid
comme quand
c’est
Artaud
le mort
qui
souffle

POEMA

Hace mucho frío
como cuando
es
Artaud
el muerto
quien
sopla

POÈME

J’étais vivant
et j’étais là depuis toujours
Mangeais-je?

Non
mais quand j’avais faim je reculai avec mon corps et ne me
mangeai pas moi-même
mais tout cela s’est décomposé
une opération étrange avait lieu
je n’étais pas malade
je reconquerrais la santé
toujours par la rentrée en arrière du corps
mon corps me trahit
il ne me connaissait pas encore assez
manger c’est porter en avant ce qui doit rester en arrière

Dormais-je?

Non, je ne dormais pas
il faut être chaste pour savoir ne pas manger
Ouvrir la bouche, c’est s’offrir aux miasmes
Alors, pas de bouche!
Pas de bouche
pas de langue
pas de dents
pas de larynx
pas d’oesophage
pas d’estomac
pas de ventre
pas d’anus

Je reconstruirai l’homme que je suis


POEMA

Yo estaba vivo y estaba allí desde siempre
¿Comía yo?

No
pero cuando tenía hambre yo retrocedía con mi cuerpo y no me comía a mí mismo
pero todo esto se ha corrompido
una operación insólita se efectuaba
yo no estaba enfermo
yo reconquistaba la salud
siempre por un retorno hacia atrás del cuerpo
mi cuerpo me traicionó
él no me conocía bien aún
comer es llevar adelante aquello que debe quedar atrás

¿Dormía yo?

No, no dormía
hay que ser casto para saber no comer
Abrir la boca, es ofrecerse a las miasmas
Entonces ¡nada de boca!
Nada de boca
nada de lengua
nada de dientes
nada de laringe
nada de esófago
nada de estómago
nada de vientre
nada de ano

Yo reconstruiré al hombre que soy


VAN GOGH, LE SUICIDÉ DE LA SOCIÉTÉ

Je reviens au tableau des corbeaux.
Qui a déjà vu comme dans cette toile la terre équivaloir la mer.
Van Gogh est de tous les peintres celui qui nous dépouille le plus profondément, et jusqu’à la trame, mais comme on s’épouillerait d’une obsession.
Celle de faire que les objets soient autres, celle d’oser enfin risquer le péché de l’autre, et la terre ne peut pas avoir la couleur d’une mer liquide, et c’est pourtant bien comme une mer liquide, que Van Gogh jette sa terre comme une série de coups de sarcloir.
Et la couleur de la lie du vin, il en a infusé sa toile, et c’est la terre qui sent le vin, qui clapote encore au milieu des vagues de blé, qui dresse une crête de coq sombre contre les nuages bas qui s’amassent dans le ciel de tous les côtés.
Mais je l’ai déjà dit, le funèbre de l’histoire est le luxe avec lequel les corbeaux sont traités.
Cette couleur de musc, de nard riche, de truffe sortie comme d’un grand souper.
Dans les vagues violacées du ciel, deux ou trois têtes de vieillards de fumée risquent une grimace d’apocalypse, mais les corbeaux de Van Gogh sont là qui les incitent à plus de décence, je veux dire à moins de spiritualité,
et qu’a voulu dire Van Gogh lui-même avec cette toile au ciel surbaissé, peinte comme à l’instant précis où il se délivrait de l’existence, car cette toile a une étrange couleur presque pompeuse d’autre part, de naissance, de noce, de départ,
j’entends les ailes des corbeaux frapper des coups de cymbale forte au dessus d’une terre dont il semble que Van Gogh ne pourra plus contenir le flot.
Puis la mort.
Les oliviers de Saint-Rémy.
Le cyprès solaire.
La chambre à coucher.
La cueillette des olives.
Les aliscamps.
Le café d’Arles.
Le pont où on a envie de plonger le doigt dans l’eau, dans un mouvement de régression violente à un état d’enfance auquel vous contraint la poigne pharamineuse de Van Gogh. L’eau est bleue, pas d’un bleu d’eau, d’un bleu de peinture liquide.
Le fou suicidé est passé par là et il a rendu l’eau de la peinture à la nature,
mais ;à lui qui la lui rendra?

FRAGMENTO DE “VAN GOGH LE SUICIDÉ DE LA SOCIÉTÉ

Regreso al cuadro de los cuervos.
¿Quién ha visto ya como en ese cuadro equivaler la tierra al mar?
De todos los pintores Van Gogh es aquel que más profundamente nos despoja, y hasta la trama; pero como quien se despiojaría de una obsesión.
La de hacer que los objetos sean otros, la de atreverse al fin a arriesgar el pecado de lo otro, y la tierra no puede tener el color de un mar líquido y sin embargo, precisamente como un mar líquido, Van Gogh arroja su tierra como una serie de golpes de azada.
Y el color de la borra del vino lo infundió a su tela, y es la tierra que huele a vino, que todavía chapalea en medio de las olas de trigo, que erige una cresta de gallo sombrío contra las nubes bajas que se agolpan en el cielo por todos lados.
Pero, ya lo he dicho, lo fúnebre de la historia es el lujo con que son tratados los cuervos.
Ese color de almizcle, de nardo rico, de trufa salida como de una gran cena.
En las olas violáceas del cielo, dos o tres cabezas de ancianos de humo arriesgan una mueca de apocalipsis, pero allí están los cuervos de Van Gogh que los incitan a más decencia, quiero decir a menos espiritualidad,
y eso quiso decir el mismo Van Gogh con este cuadro de cielo rebajado, pintado como en el preciso instante en que se liberaba de la existencia, pues esta tela tiene un extraño color casi pomposo por otra parte, de nacimiento, de boda, de partida,
escucho las alas de los cuervos llamar con golpes de fuerte címbalo encima de una tierra de la cual parece que Van Gogh no podrá refrenar más la marea.
Luego la muerte.
Los olivares de Saint-Rémy.
El ciprés solar.
El dormitorio.
La recolección de las olivas.
Los Aliscampos.
El café de Arles.
El puente donde se tienen deseos de hundir el dedo en el agua, en un movimiento de regresión violenta a un estado de infancia al que obliga la fuerza prodigiosa de Van Gogh.
El agua es azul,
no de un azul de agua,
sino de un azul de pintura líquida.
El loco suicidado ha pasado por allí y ha devuelto el agua de la pintura a la naturaleza,
pero a él, ¿quién se la devolverá?


POUR EN FINIR AVEC LE JUGEMENT DE DIEU
(Variantes. Premier projet)

Qui a mal aux os comme moi
n’a qu’à penser à moi
il ne me rejoindra pas en esprit par la route des espaces.
Car à quoi bon rejoindre un être en esprit
et ne pas le rejoindre en corps ?
Rejoindre un être en esprit
c’est encore plus s’éloigner de le rejoindre un jour en corps.
Mais qui a mal aux os comme moi
et qui pense intensément à moi
ne voit pas
quelle maison tombe,
quel arbre brûle
sur son chemin
mais la maison tombe,
et l’arbre brûle
et un jour il s’en apercevra ;
qui a mal aux gencives comme moi
et qui pense à moi
l’espace qui nous séparait poudroie,
il s’amenuise et devient plus petit,
et c’est lui
l’espace
qui devient aveugle
et non moi ;
et un jour il s’en apercevra ?
Qui ?
Qui ?
mais l’espace qui se sentira plus petit,
les muscles garrottés et aux abois ;
qui a mal à toutes ses dents,
à toutes ses dents absentes comme moi
il ne se verra pas tout d’un coup à côté de moi
mais c’est l’espace qui se sentira loin de lui et de moi ;
et qui aura honte d’exister et d’être,
d’être l’espace quand nous sommes là !


FRAGMENTO DE POUR EN FINIR AVEC LE JUGEMENT DE DIEU
(Variantes. Primer proyecto)

Quien siente dolor en los huesos como yo
no tiene sino que pensar en mí
no me alcanzará en espíritu por el camino de los espacios
pues ¿para qué alcanzar a un ser en espíritu y no alcanzarlo en cuerpo?
Alcanzar a un ser en espíritu
es alejarse aún más de alcanzarlo en cuerpo algún día.
Pero quien siente dolor en los huesos como yo
y piensa intensamente en mí
no ve
qué casa cae
cuál árbol se incendia
en su camino
pero la casa cae
y el árbol se incendia
y un día lo advertirá;
quien siente dolor en las encías como yo
y piensa en mí
el espacio que nos separaba se pulveriza,
adelgaza y se vuelve más pequeño,
y es él
el espacio
quien se vuelve ciego y no yo;
¿y lo advertirá algún día?
¿Quién?
¿Quién?
pues el espacio que se sentirá más pequeño,
los músculos agarrotados y en las últimas;
quien siente dolor en todos sus dientes,
como yo en todos sus dientes ausentes
no se encontrará de repente a mi lado
pero es el espacio quien se sentirá lejos de él y de mí;
y quien tendrá vergüenza de existir y de ser,
¡de ser el espacio cuando nosotros estamos allí!

POST-SCRIPTUM DE “LE THÉÂTRE DE LA CRUAUTÉ”

Qui suis-je ?
D’où je viens ?
Je suis Antonin Artaud
et que je le dise
comme je sais le dire
immédiatement
vous verrez mon corps actuel
voler en éclats
et se ramasser
sous dix mille aspects notoires
un corps neuf
où vous ne pourrez
plus jamais
m’oublier.


POST-SCRIPTUM DE “LE THÉÂTRE DE LA CRUAUTÉ”

¿Quién soy?
¿De dónde vengo?
Soy Antonin Artaud
y apenas yo lo diga
como sé decirlo
inmediatamente
verán mi cuerpo actual
estallar
y recogerse
bajo diez mil aspectos notorios
un cuerpo nuevo
en el que ustedes no podrán
nunca jamás
olvidarme.

NOTAS:
{1} Publicado en 84, nº 5-6, París, 1948. (Número dedicado a Antonin Artaud.)
{2} Antonin Artaud, on l'invitation à la folie. K. Revue de Poésie, nº 9 1-2, Paris, juin 1948.
{3} On dirait que l’esprit, n’en pouvant plus, s’est résolu aux clartés de la parole. (Artaud:  « La mise en scène et la métaphysique ».)
Car je pose en principe que les mots ne veulent pas tout dire. (Carta de Artaud a Jean Paulhan, del 28/9/1932.)
Or, il faut bien admettre.. . que la parole s’est ossifiée, que les mots, que tous les mots son gelés, sont engoncés dans leur signification, dans une terminologie schématique et restreinte. (Carta de Artaud a Jean Paulhan, del 28/5/33.)
{4} Carta de Artaud del 27/7/46 a Peter Watson. (Traducción inédita al español de Juan Andralis.)
{5} El pesa-nervios, traducción de Gerardo Guthmann. Mundonuevo, 1959.
{6} A. Artaud: Prefacio a Le théâtre et son double. (Œuvres Complètes d'Antonin Artaud, tome IV, Gallimard, 1964.)
{7} L’œuvre indéfinissible d'Antonin Artaud. K. Revue de Poésie (op. cit.).
{8} Marthe Robert. 84 (op.cit.)