La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina publicada en Basilea en 1569, es, muy probablemente, uno de los monumentos más desconocidos de la literatura española del Siglo de Oro. Ampliamente corregida por Cipriano de Valera en 1602 (con criterio más teológico y pastoral que literario), es esta última versión (Reina-Valera) la que pasó a la posteridad, como la Biblia protestante por antonomasia de la lengua española. Para estas entradas, recuperamos el texto del ejemplar facsimilar de la edición original que posee la Biblioteca de Princeton, disponible en el imprescindible Internet Archive.
ECLESIASTÉS
I
Todos
los humanos estudios y ocupaciones debajo del sol, vanidad y aflicción de
espíritu.
PALABRAS del predicador, hijo de David, rey
en Jerusalén.
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador;
vanidad de vanidades, todo vanidad.
. ¿Qué tiene más el hombre de todo su trabajo
con que trabaja debajo del sol?
Generación va, y generación viene: y la
tierra siempre permanece.
Y sale el sol, y pónese el sol: y como con
deseo vuelve a su lugar, donde torna a nacer.
El viento va al mediodía, y rodea al norte:
va rodeando rodeando, y por sus rodeos torna el viento.
Los ríos todos van a la mar, y la mar no se
hinche: al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para volver.
Todas las cosas andan en trabajo más que lo que el hombre pueda decir, ni los ojos viendo hartarse de ver, ni los oídos oyendo
henchirse.
¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué
es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol.
¿Hay algo de que se pueda decir: veis aquí
esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco
de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
Yo el Predicador fui rey sobre Israel en
Jerusalén.
Y di mi corazón
a inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo;
(esta mala ocupación dio Dios a los hijos de los hombres).
Yo miré todas las obras que se hacen debajo
del sol: y he aquí que todo ello es vanidad, y aflicción de espíritu.
Lo torcido no se puede enderezar: y lo falto
no se puede contar.
Hablé yo con mi corazón diciendo, he aquí yo
soy engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes mí
en Jerusalén: y mi corazón ha visto multitud de sabiduría y de ciencia;
Y di mi corazón a conocer la sabiduría, y la
ciencia: y las locuras y desvaríos conocí al cabo que hasta esto era aflicción
de espíritu.
Porque en la mucha sabiduría hay mucho enojo:
y quien añade ciencia, añade dolor.
II
Prosigue
Salomón en el propósito probándolo de su propia experiencia. Compara la
sabiduría con la locura, y da a la sabiduría la ventaja. Esta misma sabiduría
siendo mal encaminada en los negocios humanos, también es vanidad. La sabiduría
sin solicitud congojosa en sus obras es donde Dios.
DIJE yo también en mi corazón: Ahora ven acá,
yo tentaré en alegría. Mira en bien. Y esto también era vanidad.
A la risa dije: enloqueces, y al placer: ¿de
qué sirve esto?
Yo propuse en mi corazón de atraer al vino mi
carne, y que mi corazón anduviese en sabiduría, y retuviese la locura, hasta
ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocupasen
debajo del cielo todos los días de su vida.
Engrandecí mis obras, edifiqueme casas,
planteme viñas;
Híceme huertos y jardines, y planté en ellos
árboles de todos frutos.
Híceme estanques de aguas para regar de ellos
el bosque donde crecían los árboles.
Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de
familia; también tuve posesión grande de vacas y ovejas sobre todos los que
fueron antes de mí en Jerusalén.
Allegueme también plata y oro, y tesoro
preciado de reyes y de provincias. Híceme cantores y cantoras; y todos los
deleites de los hijos de los hombres, sinfonía y sinfonías.
Y fui magnificado y aumentado más que todos
los que fueron antes de mí en Jerusalén; de más de esto mi sabiduría me
perseveró.
No negué a mis ojos ninguna cosa que
deseasen, ni aparté mi corazón de toda alegría; porque mi corazón gozó de todo
mi trabajo, y esta fue mi parte de todo mi trabajo.
Al cabo yo miré todas las obras que habían
hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas, y he aquí todo vanidad y
aflicción de espíritu, y que hay más debajo del sol.
Después yo torné a mirar para ver la
sabiduría y los desvaríos y la locura (porque, ¿qué hombre hay que pueda seguir
al rey en lo que ya hicieron?).
Y yo vi que la sabiduría sobrepuja a la
locura, como la luz a las tinieblas.
El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el
loco anda en tinieblas. Y entendí también yo que un mínimo suceso sucederá al
uno y al otro.
Y yo dije en mi corazón: como sucederá al
loco me sucederá también a mí, ¿para qué, pues, he trabajado hasta ahora para
hacerme sabio? Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.
Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria
para siempre; porque en viniendo pocos días ya todo será olvidado; y también
morirá el sabio como el loco.
Y aborrecí la vida: porque toda obra que se
hacía debajo del sol me era fastidiosa; porque todo era vanidad y aflicción de
espíritu.
Y yo aborrecí todo mi trabajo en que trabajé
debajo del sol; el cual dejaré a otro, que vendrá después de mí.
¿Y quién sabe si será sabio o loco el que se
enseñoreará en todo mi trabajo en que yo trabajé, y en que me hice sabio debajo
del sol? Esto también es vanidad.
Y yo torneme para desesperar mi corazón, por
todo el trabajo en que trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol.
¿Que trabaje el hombre con sabiduría y con
ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca
trabajó en ello? También esto es vanidad y gran trabajo.
¿Por qué tiene
el hombre por todo su trabajo y fatiga de su corazón, en que él trabajó debajo
del sol?
Porque todos sus días no son sino dolores, y
enojos sus ocupaciones, aun de noche no reposa su corazón. esto también es
vanidad.
No hay luego bien para el hombre, sino que
coma y beba; y que su alma vea el bien de su trabajo. También vi yo que esto es
de la mano de Dios.
Porque, ¿quién comerá y quién se curará mejor
que yo?
Porque el hombre que es bueno delante de
Dios, él le da sabiduría y ciencia y alegría; mas al pecador dio ocupación, que
allegue y amontone para que dé al bueno delante de él. También esto es vanidad
y aflicción de espíritu.
III
Dios ha
puesto sus razones, tiempos y términos a todos los negocios humanos, los
cuales, si el hombre conociere, y se acomodare a ellos en los suyos, cuidará la
inquietud del ánimo, y retendrá el contentamiento con la sabiduría. Corrupción
del mundo en el supremo estado del que es el magistrado. El hombre criado de
Dios en excelencia él mismo se envilece con las bestias, guiándose por su sola
sabiduría en el caso de su bienaventuranza.
PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que
quisierdes debajo del cielo tiene su tiempo determinado.
Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de
plantar y tiempo de arrancar lo plantado.
Tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de
destruir y tiempo de edificar.
Tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de
endechar y tiempo de bailar.
Tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de
allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar.
Tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo
de guardar, y tiempo de echar.
Tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo
de callar, y tiempo de hablar.
Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo
de guerra, y tiempo de paz.
¿Qué tiene más el que trabaja en lo que
trabaja?
Yo he visto la ocupación que Dios dio a los
hombres porque en ella se ocupasen.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y aun el
mundo dio a su corazón, de tal manera que no alcance el hombre esta obra de Dios
desde el principio hasta el cabo.
Yo he conocido que no hay mejor para ellos,
que alegrarse, y hacer bien en su vida.
Y también que es don de Dios que todo hombre
coma y beba, y goce de todo su trabajo.
He entendido que todo lo que Dios hace, eso
será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; porque
Dios hace, para que teman los hombres delante de él.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser,
ya fue; y Dios restaura lo que pasó.
Vide más debajo del sol: En lugar del juicio,
allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.
Y yo dije en mi corazón: Al justo y al impío
juzgará Dios; porque allí hay tiempo determinado a todo lo que quisierdes, y
sobre todo lo que se hace.
Dije en mi corazón, acerca de la condición de
los hijos de los hombres, que Dios los hizo escogidos, y es para ver que ellos
sean bestias los unos a los otros.
Porque el suceso de los hijos de los hombres,
y el suceso del animal, el mismo suceso es; como mueren los unos, así mueren
los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la
bestia; porque todo es vanidad.
Todo va a un lugar; todo es hecho del polvo,;
y todo se tornará en el mismo polvo.
¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de
los hombres suba arriba, y el espíritu del animal descienda debajo de la
tierra?
Ansí que he visto que no hay bien más que
alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque ésta es su parte; porque ¿quién
lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?