A SONG FOR ST. CECILIA'S DAY
From harmony, from heavenly harmony,
This universal frame
began:
When nature underneath a
heap
Of jarring atoms lay,
And could not heave her head,
The tuneful voice was heard from high,
‘Arise, ye more than
dead!'
Then cold, and hot, and moist, and dry,
In order to their stations
leap,
And Music’s power obey.
From harmony, from heavenly harmony,
This universal frame began:
From harmony to harmony
Through all the compass of the notes it ran,
The diapason closing full in Man.
What passion cannot Music raise and quell?
When Jubal struck the chorded
shell,
His listening brethren stood
around,
And, wondering, on their faces fell
To worship that celestial sound:
Less than a God they thought there could not dwell
Within the hollow of that
shell,
That spoke so sweetly, and so
well.
What passion cannot Music raise and quell?
The trumpet’s loud
clangour
Excites us to arms,
With shrill notes of
anger,
And mortal alarms.
The double double double
beat
Of the thundering drum
Cries Hark! the foes
come;
Charge, charge, ‘tis too late to
retreat!
The soft complaining
flute,
In dying notes, discovers
The woes of hopeless lovers,
Whose dirge is whisper’d by the warbling lute.
Sharp violins proclaim
Their jealous pangs and
desperation,
Fury, frantic indignation,
Depth of pains, and height of
passion,
For the fair, disdainful
dame.
But O, what art can
teach,
What human voice can
reach,
The sacred organ’s
praise?
Notes inspiring holy love,
Notes that wing their heavenly
ways
To mend the choirs above.
Orpheus could lead the savage
race;
And trees unrooted left their
place,
Sequacious of the lyre;
But bright Cecilia rais’d the wonder higher:
When to her organ vocal breath was given,
An angel heard, and straight
appear’d
Mistaking Earth for
Heaven.
GRAND CHORUS
As from the power of sacred lays
The spheres began to move,
And sung the great Creator’s praise
To all the Blest above;
So when the last and dreadful hour
This crumbling pageant shall devour,
The trumpet shall be heard on high,
The dead shall live, the living die,
And Music shall untune the sky!
ODA A SANTA CECILIA
De armonía, de célica armonía,
La fábrica brotó del universo.
Cuando en revuelto caos
De discordantes átomos yacía
Atónita Natura
Y alzar el ciego rostro aun no podía,
Plácido acento resonó en la altura:
"¡Los que nunca habéis sido, levantaos!"
Cada elemento al punto, antes disperso,
Húmedo o seco, frígido o ardiente,
Salió en orden luciente
A tomar puesto en la extensión vacía,
Al poder de la música obediente.
De armonía, de célica armonía,
Brotó el mundo, y cesó la noche densa;
De una en otra armonía
Recorrió la creación escala inmensa
Hasta llegar al ser que siente y piensa.
La fábrica brotó del universo.
Cuando en revuelto caos
De discordantes átomos yacía
Atónita Natura
Y alzar el ciego rostro aun no podía,
Plácido acento resonó en la altura:
"¡Los que nunca habéis sido, levantaos!"
Cada elemento al punto, antes disperso,
Húmedo o seco, frígido o ardiente,
Salió en orden luciente
A tomar puesto en la extensión vacía,
Al poder de la música obediente.
De armonía, de célica armonía,
Brotó el mundo, y cesó la noche densa;
De una en otra armonía
Recorrió la creación escala inmensa
Hasta llegar al ser que siente y piensa.
La Música divina
¿Qué pasión no despierta y no domina?
Cuando Jubal glorioso
El arpa de canoras cuerdas hizo,
En torno sus hermanos le escucharon,
Y hasta el polvo las frentes inclinaron
Reverenciando el soberano hechizo.
Que no menos que un dios imaginaron
Guardase aquel portento
Que les hablaba con tan dulce aliento.
La Música divina
¿Qué pasión no despierta y no domina?
Manda bélica trompa
Que ya la lid se rompa,
Y la cólera aviva, y la batalla
Cual tempestad estalla.
El redoblar, el redoblar tremendo
De roncos atambores
Anima a los porfiados lidiadores,
¡Adelante! ¡adelante! repitiendo.
Dulcísima consuena
La flauta gemidora
Con la amorosa pena
Del que tímido adora,
Del que esperanzas llora.
Violín sonoro expresa
Ímpetus del que ama
¿Qué pasión no despierta y no domina?
Cuando Jubal glorioso
El arpa de canoras cuerdas hizo,
En torno sus hermanos le escucharon,
Y hasta el polvo las frentes inclinaron
Reverenciando el soberano hechizo.
Que no menos que un dios imaginaron
Guardase aquel portento
Que les hablaba con tan dulce aliento.
La Música divina
¿Qué pasión no despierta y no domina?
Manda bélica trompa
Que ya la lid se rompa,
Y la cólera aviva, y la batalla
Cual tempestad estalla.
El redoblar, el redoblar tremendo
De roncos atambores
Anima a los porfiados lidiadores,
¡Adelante! ¡adelante! repitiendo.
Dulcísima consuena
La flauta gemidora
Con la amorosa pena
Del que tímido adora,
Del que esperanzas llora.
Violín sonoro expresa
Ímpetus del que ama
A desdeñosa dama;
Los celos de que es presa,
La rabia que le inflama.
¿Mas dónde está la ciencia
Que enseñe, o dónde humano digno acento
Que del órgano diga la excelencia?
Notas graves que santo amor infunden,
Notas que se difunden
En las alas del viento
Y a afinar van el celestial concento.
Los celos de que es presa,
La rabia que le inflama.
¿Mas dónde está la ciencia
Que enseñe, o dónde humano digno acento
Que del órgano diga la excelencia?
Notas graves que santo amor infunden,
Notas que se difunden
En las alas del viento
Y a afinar van el celestial concento.
Con su cítara Orfeo
Las fieras amansó que el bosque cría,
Y el roble giganteo
Descuajado y absorto le seguía.
Mas Cecilia alcanzó mayor victoria:
Cuando aliento vocal se dio al teclado,
Un ángel escuchábala, y pasmado
Tomó la tierra por mansión de gloria.
CORO
Como a impulso de cantos celestiales
Nacieron las esferas,
Y en movimiento acorde placenteras
De la Fuerza Creadora
Cantaron alabanzas inmortales;
Así cuando la hora
De final destrucción llegue tremenda,
Y la trompeta clamorosa hienda
Nacieron las esferas,
Y en movimiento acorde placenteras
De la Fuerza Creadora
Cantaron alabanzas inmortales;
Así cuando la hora
De final destrucción llegue tremenda,
Y la trompeta clamorosa hienda
Los ámbitos desiertos,
Despertarán los muertos,
Caerán los vivos yertos,
Y con trueno la Música profundo
Conmoverá las bóvedas del mundo.
Despertarán los muertos,
Caerán los vivos yertos,
Y con trueno la Música profundo
Conmoverá las bóvedas del mundo.