domingo, 14 de octubre de 2018

Jorge Luis Borges: Prólogo a El Unicornio de Manuel Mujica Lainez

THE WONDERING UNICORN
FOREWORD

When the true history of our literature —and not an apology for it— comes to be written, Manuel Mujica Lainez will at last be seen as a benefactor. Novel-writing as a form, these future chroniclers will say, had declined. The misnamed psychological novel, grinding to a halt, had become the static novel. The realistic novel was lost in trivial anecdotes, in mere picturesque sketches and social denunciation, in the learned abuse of bad language, in detailed obscenity and a welter of household inventories. Future critics will find our novel of imagination irresponsible, awkwardly juggling with verb tenses instead of offering straightforward chronology. It is sad to think that a careful study of the opening paragraph of Don Quixote or the first three lines of The Divine Comedy might have spared us all this nonsense; but the arduous experiments of Joyce seem to have put paid to any idea that a novel can also be a pleasure.
The novel, as we know, descends from the epic and we would do well occasionally to recall those mighty origins. Manuel Mujica Lainez brings back to contemporary writing the sense of destiny, of adventure with its hopes and fears, the tradition of Stevenson, Hugo and -why not?- Ariosto. I have used the word "adventure", but Mujica Lainez' characters are more than actors in an adventure story plot: they have life beyond their settings. An attentive reader of the great Russians and of Henry James, Mujica Lainez gives us that special delight of intimate portraiture, of watching the gradual unfolding of personality.
The Wandering Unicorn is not a reconstruction of time past; it is like a glowing dream set in the past. We neither feel the burden of archaeology nor hear the music of nostalgia, but live out the fate of his people as though it were our own. The books of Manuel Mujica Lainez afford us personal pleasure, and that fact is more important than their eventual place in history.

JORGE LUIS BORGES
Buenos Aires 1982.

PRÓLOGO A « EL UNICORNIO »
DE MANUEL MUJICA LAINEZ

Cuando la auténtica historia de nuestra literatura —y no su apología— se escriba, Manuel Mujica Lainez será visto, por fin, como un benefactor. La forma novela, dirán esos cronistas futuros, había declinado. La mal llamada novela psicológica, cuyos engranajes chirriaron hasta detenerse, se había convertido en la novela estática. La novela realista se había extraviado en anécdotas triviales, en meros esbozos pintorescos y en denuncia social, en el erudito abuso del lenguaje soez, en la obscenidad detallada y una confusión de inventarios domésticos. A los críticos futuros nuestra novela de imaginación les parecerá irresponsable, dedicada a jugar torpemente con tiempos verbales en vez de proponer una cronología directa. Es triste pensar que un cuidadoso estudio del párrafo inicial de Don Quijote o de los tres primeros versos de la Divina Comedia podían habernos ahorrado todo este sinsentido; pero los arduos experimentos de Joyce parecen haber terminado con cualquier idea de que una novela puede también ser un goce.
La novela, como sabemos, desciende de la épica y a veces haríamos bien en recordar esos potentes orígenes. Manuel Mujica Lainez le devuelve a la literatura contemporánea el sentido del destino, de la aventura con sus esperanzas y sus miedos, la tradición de Stevenson, Hugo y, por qué no, Ariosto. He usado la palabra « aventura », pero los personajes de Mujica Lainez son algo más que actores en la trama de un cuento de aventuras: tienen vida más allá del marco en que se mueven. Atento lector de los grandes rusos y de Henry James, Mujica Lainez nos comunica el deleite especial de los retratos íntimos, de la contemplación del gradual desarrollo de la personalidad.
El Unicornio no es una reconstrucción del pasado; es como un sueño resplandeciente situado en el pasado. No sentimos el peso de la arqueología ni oímos la música de la nostalgia, pero vivimos el destino de sus personajes como si fuera el nuestro. Los libros de Manuel Mujica Lainez nos brindan un placer personal, y este hecho es más importante que el lugar que les deparará la historia.

Traducción, para Literatura & Traducciones, de Carlos Cámara.