NOVEDAD MARZO 2018
LA VISTA, DE RAYMOND ROUSSEL
(edición bilingüe)
Una fotografía
minúscula encerrada en el extremo de un antiguo portaplumas, el dibujo que
encabeza el papel de cartas de un hotel, la ilustración de la etiqueta de una
botella de agua: estas tres imágenes son el punto de partida de descripciones
minuciosas, obsesivas, intransigentes y, en esencia, interminables (“La vista, sentido privilegiado en Roussel”,
escribió Robbe-Grillet, “alcanza muy pronto una agudeza demencial, que tiende a
lo infinito… La vista es aquí una vista imaginaria”),
con las que Raymond Roussel edifica en este libro suyo otros tantos microcosmos
poblados por decenas de personajes que la mirada del autor eterniza en un
instante de sus vidas, indagando sus pensamientos y emociones más recónditos,
persiguiéndolos más allá de los límites que les impone la representación
gráfica : compacta Comedia humana de
lo cotidiano, lo banal, lo mezquino, lo caricaturesco, lo risible, que se
prolonga por más de cuatro mil versos y podría prolongarse por muchos más, si
el mismo autor no decidiera, en un momento dado, ponerle punto final.
Como bien lo señaló
Robert de Montesquiou en “Un autor difícil”, primer ensayo que dedicó a la obra
de Roussel un contemporáneo suyo, la empresa recuerda la célebre descripción
del escudo de Aquiles del canto XVIII de la Ilíada; hazaña que, sin dudas, el
triple poema de Roussel supera en extensión y en detalle. “Arte de infusorio, pero
infusorio de genio”, en palabras de Montesquiou.
Insuficientemente conocida en el
mundo de habla hispana, la obra de Raymond Roussel, una de las más influyentes
de la literatura francesa de principios del siglo XX, es tan desconcertante y
provocadora hoy en día como lo fue en su tiempo. Para Ediciones De La Mirándola
es un motivo de alegría y una gran satisfacción presentar, en edición bilingüe,
la primera traducción de La vista al
español. La misma ya se encuentra disponible en amazon.com, amazon.es en
formato digital, y muy pronto lo estará asimismo en papel. A continuación,
ofrecemos un fragmento de la misma.
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A la izquierda, estorbando el paso, está parada
Una pandilla que hace ruido; una mujer alta
Tiene, en su porte, una soberbia majestad
Combinada con un trato frío y prudente;
Por suerte para ella, tiene una gran idea
De sí misma y jamás se siente intimidada.
Es literata y cree saberlo casi todo;
No toma nunca en cuenta a quienes leen poco;
Zanja siempre las charlas literarias; sus cartas,
Carentes de palabras sosas, de tachaduras,
Sólo nacen después de arduos borradores
En que surgen los giros de frase industriosos.
Deseosa de estar siempre al tanto, se rodea
De escribidores que la asesoran y se harta
De novelas; con tal de entender más o menos
La intriga y, cuando hay que intervenir, poder
Meter baza, le basta; sus exigencias no
Son las propias de las grandes inteligencias;
Ahondar es de lo más superfluo para ella;
Lo que quiere es decir todo el tiempo: “He leído…”.
Pone a veces sus manos bisoñas a la obra,
Cree en la benignidad de la Musa, vacila
Y, con la frente gacha, los ojos turbios, pare
Versos durante, al menos, la mitad de la noche.
Cediendo a su manía, ahora mismo, charla
Con un incomprendido que saca pecho y posa,
Hombre insípido, lleno de veneno dulzón
Que les sonríe a todos y, a sus espaldas, ríe.
Lo horripila hasta el mínimo éxito de su prójimo;
Haciendo rechinar los dientes, amontona
Manuscritos que se hunden todos en sus cajones,
Sin que uno solo de ellos alcance a ver la luz.
Odia al género humano, le saca el cuero a todo
El mundo: fulanito sólo escribe por plata;
Mengano, dicho sea de paso, está agotado,
Es cosa demostrable, concluyente, rotunda;
Zutano no es más que un descarado plagiario;
Cuando no ataca a Pedro la arremete con Juan;
En su saña de agriado fracasado, numera
Sus motivos de queja, no se olvida del más
Remoto sinsabor; no hay ninguna laguna
En los repliegues de su rencor insondable.
Propala en cuanto surge cualquier rumor molesto.
Si se le habla de frente, dobla, rastrero, el lomo;
Sólo alza la cabeza y se vuelve arrogante
Cuando hay que hacer leña con el árbol caído.
Si alguien es efusivo, aplaudidor, clemente,
Así sea un poquito, lo aparta de su círculo;
De los suyos exige que tiren a matar.
Prólogo de Violeta Percia.
Traducción y
notas de Carlos Cámara y MiguelÁngel Frontán.