martes, 28 de abril de 2009

Valery Larbaud: Los borborigmos


Si hay un escritor que haya actuado, en la primera mitad del siglo XX, como un admirable « passeur » entre la lengua castellana y la francesa, éste es, sin lugar a dudas, Valery Larbaud. Amigo de Ricardo Güiraldes, hizo traducir a Ramón Gómez de la Serna y fue el primer escritor francés en hablar del joven Borges.

La obra de Larbaud, poesía, ensayo, narrativa, está lejos aún de ocupar el lugar que le corresponde.

Vaya aquí, pues, este pequeño homenaje.

El inventor de la literatura mundial.

LES BORBORYGMES

Borborygmes ! borborygmes !...
Grognements sourds de l'estomac et des entrailles,
Plaintes de la chair sans cesse modifiée,
Voix, chuchotements irrépressibles des organes,
Voix, la seule voix humaine qui ne mente pas,
Et qui persiste même quelque temps après la mort physiologique...

Amie, bien souvent nous nous sommes interrompus dans nos caresses
Pour écouter cette chanson de nous-mêmes ;
Qu'elle en disait long, parfois,
Tandis que nous nous efforcions de ne pas rire !
Cela montait du fond de nous,
Ridicule et impérieux,
Plus haut que tous nos serments d'amour,
Plus inattendu, plus irrémissible, plus sérieux -
Oh l'inévitable chanson de l'oesophage !...
Gloussement étouffé, bruit de carafe qu'on vide,
Phrase très longuement, infiniment, modulée ;
Voilà pourtant la chose incompréhensible
Que je ne pourrai jamais plus nier ;
Voilà pourtant la dernière parole que je dirai
Quand, tiède encore, je serai un pauvre mort "qui se vide" !
Borborygmes ! borborygmes !...
Y en a-t-il aussi dans les organes de la pensée,
Qu'on n'entend pas, à travers l'épaisseur de la boîte crânienne ?
Du moins, voici des poèmes à leur image...


LOS BORBORIGMOS

¡Borborigmos!, ¡borborigmos! ...
Gruñidos sordos del estómago y las entrañas,
Lamentos de la carne que cambia sin cesar,
Voces, susurros incontenibles de los órganos,
Voces, la única voz humana que no miente,
Y que persiste, incluso, durante un tiempo después de la muerte fisiológica...

Amiga, muy a menudo nos detuvimos en medio de nuestras caricias
Para escuchar esa canción de nosotros mismos;
Cuánto decía, a veces,
Mientras nos esforzábamos para no reírnos.
Era algo que subía de lo más recóndito de nosotros,
Ridículo e imperioso,
Más alto que todos nuestros juramentos de amor,
Más inesperado, más irremediable, más serio —
¡Oh la inevitable canción del esófago! ...
Cloqueo ahogado, ruido de jarra al vaciarse,
Frase muy largamente, infinitamente modulada;
Es ésa, sin embargo, la cosa incomprensible
Que nunca ya podré negar;
Es ésa, sin embargo, la última palabra que diré
Cuando, tibio áun, sea un pobre muerto “que se vacía”.
¡Borborigmos!, ¡borborigmos! ...
¿También los hay en los órganos del pensamiento,
Y no los oímos a través del espesor de la caja craneana?
He aquí, al menos, poemas que se les parecen...

Traducción de Miguel Ángel Frontán

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