martes, 25 de diciembre de 2018

Nadar: Retrato y caricatura de Charles Baudelaire

RETRATO Y CARICATURA DE BAUDELAIRE

Charles BAUDELAIRE, joven poeta nervioso, colérico, irritable e irritante, y, a menudo, completamente desagradable en la vida privada. Muy realista pese a sus apariencias paradójicas, tiene en su forma todo el estilo y la severidad antiguos, y de los escasos espíritus que caminan en estos tiempos en la soledad del yo, es, creo, el mejor y el que más seguro está de su camino. Por lo demás, muy difícil de editar, porque en sus versos llama a Dios imbécil, Baudelaire ha publicado sobre el salón de 1846 un libro tan notable como los artículos más logrados de Diderot. Colaborador de la nueva Revista de París.
Journal pour rire, 9 de abril de 1852.
Traducción para Literatura & y Traducciones de Miguel Ángel Frontán.


Charles BAUDELAIRE, jeune poëte nerveux, bilieux, irritable et irritant, et souvent complètement désagréable dans la vie privée. Très réaliste sous des allures paradoxales, il a dans sa forme tout le style et la sévérité antiques, et des quelques rares esprits qui marchent par ces temps dans la solitude du moi, il est, je pense, le meilleur et le plus sûr de sa route. Très difficile à éditer d'ailleurs, parce qu’il appelle dans ses vers le bon Dieu imbécile, Baudelaire a publié sur le salón de 1846 un libre aussi remarquable que les articles les mieux réussis de Diderot. Collaborateur de la nouvelle Revue de Paris.


viernes, 23 de noviembre de 2018

Madame de Staël: Impresiones de Rusia

LO QUE HE VISTO EN RUSIA

Me propongo escribir algún día lo que he visto de Rusia. No obstante, diré, sin apartarme de mi tema, que es un país mal conocido, porque casi no se ha observado de esa nación más que un número reducido de hombres de la corte, cuyos defectos son tanto mayores cuanto que el poder del soberano está menos limitado. En la mayor parte de los casos sólo sobresalen por el intrépido coraje que es común a todas las clases; pero los campesinos rusos, esa nutrida parte de la nación que sólo conoce la tierra que cultiva y el cielo que contempla, tienen algo de realmente admirable. La afabilidad de esos hombres, su hospitalidad, su elegancia natural, son extraordinarias; para su modo de ver, los peligros no existen; no creen que haya nada imposible cuando su amo lo ordena. Esta palabra, amo, que los cortesanos transforman en objeto de adulación y de cálculo, no produce el mismo efecto en un pueblo casi asiático. El monarca, como jefe del culto, forma parte de la religión; los campesinos se prosternan en presencia del emperador, del mismo modo en que saludan la iglesia delante de la que pasan; ningún sentimiento servil se mezcla con lo que expresan en ambos casos.
Gracias a la sabiduría ilustrada del soberano actual, todas las mejoras posibles se llevarán a cabo gradualmente en Rusia. Pero no hay nada más absurdo que los discursos que, por lo común, repiten los que temen las luces de Alejandro. “¿Por qué —dicen— este emperador, que tanto entusiasma a los amigos de la libertad, no establece en su país el régimen constitucional que aconseja a los demás?”. Ésta es una de las mil y una astucias de los enemigos de la razón humana: querer impedir lo que es posible y deseable para una nación, pidiendo aquello que actualmente no lo es en otra. Todavía no existe un Tercer Estado en Rusia: ¿cómo podría, entonces, crearse allí un gobierno representativo? Falta casi del todo la clase intermedia entre los boyardos y el pueblo. Se podría aumentar el peso político de los grandes señores y deshacer, en lo que a esto se refiere, la obra de Pedro I; pero esto sería retroceder en lugar de avanzar, ya que el poder del emperador, por muy absoluto que sigue siendo, es una mejora social si se lo compara con lo que era antaño la aristocracia rusa. En lo que respecta a la civilización, Rusia recién se encuentra en esa época de la historia en la que, por el bien de las naciones, era necesario limitar el poder de los privilegiados mediante el poder de la corona. Treinta y seis religiones, incluyendo los cultos paganos, treinta y seis pueblos diferentes están, no reunidos, sino esparcidos en un territorio inmenso. Por una parte, el culto griego es compatible con una tolerancia perfecta, y por la otra, el vasto espacio que ocupan los hombres les deja a todos la libertad de vivir de acuerdo con sus costumbres. En este orden de cosas, no existen todavía luces que puedan concentrarse, individuos que puedan hacer funcionar las instituciones. El único lazo que une a pueblos casi nómadas, y cuyas casas parecen cabañas de madera levantadas en la llanura, es el respeto por el monarca y el orgullo nacional; el tiempo desarrollará en lo sucesivo otros lazos.
Yo me encontraba en Moscú exactamente un mes antes de que entrase el ejército de Napoleón, y no me atreví a permanecer allí mucho rato, temiendo ya su llegada. Mientras me paseaba en lo alto del Kremlin, el palacio de los antiguos zares que domina la inmensa capital de Rusia y sus mil ochocientas iglesias, pensaba que le había sido concedido a Bonaparte ver los imperios a sus pies, así como Satanás se los ofreció a Nuestro Señor. Pero cuando ya no le quedaba nada por conquistar en Europa, el destino lo atrapó para hacerlo caer tan rápidamente como se había elevado. Quizás desde entonces ha aprendido que, sean cuales sean los acontecimientos de las primeras escenas, existe un poder de virtud que siempre vuelve a aparecer en el quinto acto de las tragedias; así como, en el mundo antiguo, un dios cortaba el nudo cuando la acción era digna de ello.

Ediciones De la Mirándola, 2015 (epub), 2018 (en papel).

Je me propose d’écrire un jour ce que j’ai vu de la Russie. Toutefois je dirai, sans me détourner de mon sujet, que c’est un pays mal connu, parce qu’on n’a presque observé de cette nation qu’un petit nombre d’hommes de cour, dont les défauts sont d’autant plus grands que le pouvoir du souverain est moins limité. Ils ne brillent pour la plupart que par l’intrépide bravoure commune à toutes les classes ; mais les paysans russes, cette nombreuse partie de la nation qui ne connaît que la terre qu’elle cultive, et le ciel qu’elle regarde, a quelque chose en elle de vraiment admirable. La douceur de ces hommes, leur hospitalité, leur élégance naturelle, sont extraordinaires ; aucun danger n’a d’existence à leurs yeux ; ils ne croient pas que rien soit impossible quand leur maître le commande. Ce mot de maître, dont les courtisans font un objet de flatterie et de calcul, ne produit pas le même effet sur un peuple presque asiatique. Le monarque, étant chef du culte, fait partie de la religion ; les paysans se prosternent en présence de l’empereur, comme ils saluent l’église devant laquelle ils passent ; aucun sentiment servile ne se mêle à ce qu’ils témoignent à cet égard.
  Grâce à la sagesse éclairée du souverain actuel, toutes les améliorations possibles s’accompliront graduellement en Russie. Mais il n’est rien de plus absurde que les discours répétés d’ordinaire par ceux qui redoutent les lumières d’Alexandre. « Pourquoi, disent-ils, cet empereur, dont les amis de la liberté sont si enthousiastes, n’établit-il pas chez lui le régime constitutionnel qu’il conseille aux autres pays ? » C’est une des mille et une ruses des ennemis de la raison humaine, que de vouloir empêcher ce qui est possible et désirable pour une nation, en demandant ce qui ne l’est pas actuellement chez une autre. Il n’y a point encore de Tiers-État en Russie : comment donc pourrait-on y créer un gouvernement représentatif ? La classe intermédiaire entre les boyards et le peuple manque presque entièrement. On pourrait augmenter l’existence politique des grands seigneurs, et défaire, à cet égard, l’ouvrage de Pierre Ier ; mais ce serait reculer au lieu d’avancer ; car le pouvoir de l’empereur, tout absolu qu’il est encore, est une amélioration sociale, en comparaison de ce qu’était jadis l’aristocratie russe. La Russie, sous le rapport de la civilisation, n’en est qu’à cette époque de l’histoire où , pour le bien des nations, il fallait limiter le pouvoir des privilégiés par celui de la couronne. Trente-six religions, en y comprenant les cultes païens, trente-six peuples divers sont, non pas réunis, mais épars sur un terrain immense. D’une part, le culte grec s’accorde avec une tolérance parfaite, et de l’autre, le vaste espace qu’occupent les hommes leur laisse la liberté de vivre chacun selon ses mœurs. Il n’y a point encore dans cet ordre de choses, des lumières qu’on puisse concentrer, des individus qui puissent faire marcher des institutions. Le seul lien qui unisse des peuples presque nomades, et dont les maisons ressemblent à des tentes de bois établies dans la plaine, c’est le respect pour le monarque, et la fierté nationale ; le temps en développera successivement d’autres.
  J’étais à Moscou un mois, jour pour jour, avant que l’armée de Napoléon y entrât, et je n’osai m’y arrêter que peu de moments, craignant déjà son approche. En me promenant au haut du Kremlin, palais des anciens czars, qui domine sur l’immense capitale de la Russie et sur ses dix-huit cents églises, je pensais qu’il était donné à Bonaparte de voir les empires à ses pieds, comme Satan les offrit à notre Seigneur. Mais c’est lorsqu’il ne lui restait plus rien à conquérir en Europe, que la destinée l’a saisi, pour le faire tomber aussi rapidement qu’il était monté. Peut-être a-t-il appris depuis que, quels que soient les événements des premières scènes, il existe une puissance de vertu qui reparaît toujours au cinquième acte des tragédies ; comme, chez les anciens un dieu tranchait le nœud quand l’action en était digne.

KIEV Y EL CULTO ORTODOXO

 No hay que imaginarse que al aproximarse a Kiev, ni a la mayoría de lo que en Rusia se les llama ciudades, se vea algo que se parezca a las ciudades de Occidente; los caminos no están mejor cuidados, las casas de campo no anuncian una región más poblada. Al llegar a Kiev, lo primero que vi fue un cementerio: es así como me enteré de que estaba cerca de un lugar donde los hombres viven reunidos. La mayoría de las casas de Kiev parecen tiendas de campaña, y de lejos la ciudad presenta el aspecto de un campamento; uno no puede dejar de pensar que han tomado como modelo las casas ambulantes de los tártaros para levantar con maderas casas que tampoco parecen tener una gran solidez. Pocos días bastan para construirlas; incendios frecuentes las destruyen, y se va al bosque para encargarse una casa como se va al mercado a hacer provisiones para el invierno. Sin embargo, en medio de esas chozas, se yerguen palacios y, sobre todo, iglesias cuyas cúpulas verdes y doradas impresionan particularmente la vista. Cuando, al atardecer, el sol lanza sus rayos sobre esas cúpulas brillantes, se diría que vemos, más que un edificio permanente, una iluminación para una fiesta.
Los rusos no pasan nunca delante de una iglesia sin persignarse, y su larga barba contribuye en mucho a la expresión religiosa  de su fisonomía. La mayoría usan una larga túnica azul, ceñida por un cinturón rojo; el vestido de las mujeres también tiene algo de asiático, y se puede observar en ellos ese gusto por los colores intensos que nos vienen  de los países donde el sol es tan hermoso que se acostumbra hacer resaltar el propio brillo con los objetos que él hace relucir. Tan rápidamente tomé el gusto de esas vestimentas orientales, que no me agradaba ver a los rusos vestidos como los demás europeos; me parecía que iban a entrar así en esa regularidad del despotismo de Napoleón que a todas las naciones primero les regala el servicio militar, luego los impuestos de guerra, y después el código napoleónico, para regir del mismo modo a naciones del todo diferentes.
El Dniéper, al que los antiguos llamaban el Boristenes, pasa por Kiev, y la antigua tradición del país asegura que un barquero encontró, al atravesarlo, que sus aguas eran tan puras que quiso fundar una ciudad en sus orillas. En efecto, los ríos son las mayores bellezas de la naturaleza en Rusia. Apenas si existen arroyos, debido a la arena que obstruye sus cauces. Casi no hay variedad de árboles; el triste abedul se repite sin cesar en esa naturaleza poco imaginativa: hasta se podría llegar a extrañar las piedras, hasta tal punto uno se cansa de no encontrar colinas ni valles, y de ir siempre adelante sin encontrar objetos nuevos. Son los ríos los que liberan a la mente de ese cansancio: los sacerdotes bendicen esos ríos. El emperador, la emperatriz y toda la corte asisten a la ceremonia de la bendición del Neva, en medio del frío más riguroso del invierno. Se dice que Vladimir, a principios del siglo XI, declaró que todas las aguas del Boristenes eran sagradas, y que bastaba con sumergirse en ellas para ser cristiano; como el bautismo de los griegos se hace por inmersión, miles de hombres fueron al río a abjurar de su idolatría. Es ese mismo Vladimir que había enviado embajadores a distintos países para saber, de todas las religiones, cual le convenía mas adoptar; se decidió por el culto griego, debido a la pompa de las ceremonias. Quizás lo prefirió por motivos más importantes: de hecho, el culto griego, al excluir el dominio del papa, le concede a un tiempo al soberano de Rusia el poder temporal y espiritual.
La religión griega es necesariamente menos intolerante que el catolicismo, ya que al ser acusada de cismática, no tiene mucho derecho a quejarse de los heréticos; por lo cual todas las religiones son aceptadas en Rusia y, desde la orillas del Don hasta las orillas del Neva, la fraternidad de la patria reúne a los hombres, a pesar de que las opiniones teológicas los separan. Los sacerdotes son casados, y casi nunca los nobles eligen ese estado; de lo cual resulta que el clero no tiene mucho peso político, tiene influencia sobre el pueblo, pero está sometido al emperador.
Las ceremonias de la religión griega son por lo menos tan bellas como las de los católicos; los cantos eclesiásticos son maravillosos: todo en ese culto conduce a la reflexión profunda; tiene algo de poético y sensible, pero me parece que es más capaz de cautivar la imaginación que de dirigir la conducta. Cuando el sacerdote sale del santuario, en el que permanece encerrado durante la comunión, se diría que se abren las puertas del día; la nube de incienso que lo rodea, la plata, el oro y las piedras preciosas que brillan en los ornamentos y en la iglesia, parecen provenir del país en que se adoraba al sol.


Il ne faut pas s’imaginer qu'en approchant de Kiew, ni de la plupart de ce qu'on appelle des villes en Russie, on voie rien qui ressemble aux villes de l’Occident ; les chemins ne sont pas mieux soignés, des maisons de campagne n'annoncent pas une contrée plus peuplée. En arrivant dans Kiew, le premier objet que j’aperçus, ce fut un cimetière : j’appris ainsi que j’étais près d’un lieu où des hommes étaient rassemblés. La plupart des maisons de Kiew ressemblent à des tentes, et de loin la ville a l’air d’un camp ; on ne peut s’empêcher de croire qu’on a pris modèle sur les demeures ambulantes des Tartares pour bâtir en bois des maisons qui ne paraissent pas non plus d’une grande solidité. Peu de jours suffisent pour les construire ; de fréquents incendies les consument, et l’on envoie à la forêt pour se commander une maison, comme au marché pour faire ses provisions d’hiver. Au milieu de ces cabanes s’élèvent pourtant des palais, et surtout des églises dont les coupoles vertes et dorées frappent singulièrement les regards. Quand, le soir, le soleil darde ses rayons sur ces voûtes brillantes, on croit voir une illumination pour une fête, plutôt qu’un édifice durable.
Les Russes ne passent jamais devant une église sans faire le signe de la croix, et leur longue barbe ajoute beaucoup à l’expression religieuse de leur physionomie. Ils portent pour la plupart une grande robe bleue, serrée autour du corps par une ceinture rouge ; l’habit des femmes a aussi quelque chose d’asiatique, et l’on y remarque ce goût pour les couleurs vives qui nous vient des pays où le soleil est si beau, qu’on aime à faire ressortir son éclat par les objets qu’il éclaire. Je pris en peu de temps tellement de goût à ces habits orientaux, que je n’aimais pas à voir des Russes vêtus comme le reste des Européens ; il me semblait alors qu’ils allaient entrer dans cette grande régularité du despotisme de Napoléon, qui fait présent à toutes les nations de la conscription d’abord, puis des taxes de guerre, puis du Code Napoléon, pour régir de la même manière des nations toutes différentes.
Le Dnieper, que les anciens appelaient Borysthène, passe à Kiew, et l’ancienne tradition du pays assure que c’est un batelier qui, en le traversant, trouva ses ondes si pures, qu’il voulut fonder une ville sur ses bords. En effet, les fleuves sont les plus grandes beautés de la nature en Russie. À peine si l’on y rencontre des ruisseaux, tant le sable en obstrue le cours. Il n’y a presque point de variété d’arbres ; le triste bouleau revient sans cesse dans cette nature peu inventive : on y pourrait regretter même les pierres, tant on est quelque-fois fatigué de ne rencontrer ni collines ni vallées, et d’avancer toujours sans voir de nouveaux objets. Les fleuves délivrent l’imagination de cette fatigue : aussi les prêtres bénissent-ils ces fleuves. L’Empereur, l’Impératrice et toute la Cour vont assister à la cérémonie de la bénédiction de la Neva, dans le moment du plus grand froid de l’hiver. On dit que Wladimir, au commencement du XIe siècle, déclara que toutes les ondes de Borysthène étaient saintes, et qu'il suffisait de s’y plonger pour être chrétien ; le baptême des Grecs se faisant par immersion, des milliers d’hommes allèrent dans ce fleuve abjurer leur idolâtrie. C’est ce même Wladimir qui avait envoyé des députés dans divers pays pour savoir laquelle de toutes les religions il lui convenait le mieux d’adopter ; il se décida pour le culte grec, à cause de la pompe des cérémonies. Il le préféra peut-être encore par des motifs plus importants : en effet, le culte grec, en excluant l’empire du Pape, donne au souverain de la Russie les pouvoirs spirituels et temporels tout ensemble.
La religion grecque est nécessairement moins intolérante que le catholicisme ; car étant accusée de schisme, elle ne peut guère se plaindre des hérétiques : aussi toutes les religions sont admises en Russie, et, depuis les bords du Don jusqu’à ceux de la Neva, la fraternité de patrie réunit les hommes, lors même que les opinions théologiques les séparent. Les prêtres grecs sont mariés, et presque jamais les gentilshommes n’entrent dans cet état : il en résulte que le clergé n’a pas beaucoup d’ascendant politique ; il agit sur le peuple, mais il est très soumis à l’Empereur.
Les cérémonies du culte grec sont au moins aussi belles que celles des catholiques ; les chants d’église sont ravissants : tout porte à la rêverie dans ce culte ; il a quelque chose de poétique et de sensible, mais il me semble qu’il captive plus l’imagination qu’il ne dirige la conduite. Quand le prêtre sort du sanctuaire, où il reste enfermé pendant qu’il communie, on dirait qu’on voit s’ouvrir les portes du jour ; le nuage d’encens qui l’environne, l’argent, l’or et les pierreries qui brillent sur ses vêtements et dans l'église, semblent venir du pays où l’on adorait le soleil.

Extraits de Dix années d'exil.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Horacio y Esteban Manuel de Villegas: Oda II, Libro I

ODA II
LIBRO I

Prodigios de la muerte de César, y alabanzas de Augusto.
Prosfonética.

EL padre soberano,
que asaz de nieve y de cruel granizo
en la tierra deshizo,
ya combatiendo con bermeja mano
su fuerte alcázar alto,
a Roma puso miedo y sobresalto.

Puso miedo a las gentes,
porque otra vez la edad no vuelva airada
de Pirra harto llorada,
al tiempo que siguiendo las corrientes
Proteo desmandado
encaminó a los montes su ganado.

Mil géneros de peces
concurrieron al olmo, cuyo asiento
reconoció contento
el mansueto pichón, diversas veces,
y el gamo acobardado
corrió medroso por la selva a nado.

Vimos el agua roja
del ancho Tibre con torcidas ondas,
desde cavernas hondas,
por donde el margen de la Etruria moja,
con ira manifiesta
ir a las casas de Pompilio y Vesta:

Mientras el maridado
río se jacta vengador de Ilia,
que llora su familia,
rompiendo el lado izquierdo apresurado,
y extendiendo su seno:
lo cual no aprueba Júpiter por bueno.

La adolescencia rara
oirá como uno y otro ciudadano
al hierro echaron mano,
que fuera bien el Persa lo probara,
y las guerras mortales
movidas por rencillas paternales.

¿A qué deidad celeste
el pueblo invocará para que ampare
el imperio, y reparé
su miserable estrago y total peste?
¿Qué virgen con gemido
fatigará de Vesta el sordo oído?

¿A quien dará el oficio
Júpiter de apagar tanta insolencia?
Llegue pues tu presencia,
¡oh Febo! para ser benigno auspicio
en tanta desventura,
vertida de una nube blanca y pura.

Llega Venus risueña,
acompañada de uno y otro hijo,
amor y regocijo.
Y sino quieres ver cual se despeña,
Marte, tu imperio largo,
toma de su defensa el justo cargo.

¡Oh tú que ya estás harto
de ver el juego mísero y sangriento,
a quien el turbulento
alboroto del Persa agrada y Parto,
y el fuerte arnés, y el lloro,
y el fiero aspecto del infante Moro!

Y tú, que agora imitas,
hijo de Maya transformado en ave,
al mancebo más grave,
y por la tierra pasos facilitas,
sufriendo ser llamado
del justo César vengador airado:

Al cielo tarde vuelvas
y a nuestra Roma mucho tiempo rijas,
sin que otra estancia elijas,
ni por nuestras maldades te resuelvas
a negarnos tu aspecto,
lleno de majestad y de respeto.

Aquí, César dichoso,
aquí los triunfos y el amor te cuadre
ser invocado padre,
aumentador del público reposo,
no sufriendo que el Medo
corrija el potro sin castigo y miedo.

 Las Eróticas1618.



Iam satis terris nivis atque dirae
grandinis misit pater et rubente
dextera sacras iaculatus arcis
terruit urbem,

terruit gentis, grave ne rediret
saeculum Pyrrhae nova monstra questae,
omne cum Proteus pecus egit altos
visere montis,

piscium et summa genus haesit ulmo,
nota quae sedes fuerat columbis,
et superiecto pavidae natarunt
aequore dammae.

vidimus flavum Tiberim retortis
litore Etrusco violenter undis
ire deiectum monumenta regis
templaque Vestae,

Iliae dum se nimium querenti
iactat ultorem, vagus et sinistra
labitur ripa Iove non probante u-
xorius amnis.

audiet civis acuisse ferrum,
quo graves Persae melius perirent,
audiet pugnas vitio parentum
rara iuventus.

quem vocet divum populus ruentis
imperi rebus? prece qua fatigent
virgines sanctae minus audientem
carmina Vestam?

cui dabit partis scelus expiandi
Iuppiter? tandem venias precamur
nube candentis umeros amictus
augur Apollo;

sive tu mavis, Erycina ridens,
quam Iocus circum volat et Cupido;
sive neglectum genus et nepotes
respicis, auctor

heu nimis longo satiate ludo,
quem iuvat clamor galeaeque leves
acer et Marsi peditis cruentum
voltus in hostem;

sive mutata iuvenem figura
ales in terris imitaris almae
filius Maiae, patiens vocari
Caesaris ultor:

serus in caelum redeas diuque
laetus intersis populo Quirini
neve te nostris vitiis iniquum
ocior aura

tollat; hic magnos potius triumphos,
hic ames dici pater atque princeps
neu sinas Medos equitare inultos
te duce, Caesar.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Seis poemas de Michel Houellebecq

Los invitamos a escuchar en este programa de 8Muyeresenbici, a partir del minuto 31, la lectura hecha por Eduardo Yagüe de algunos poemas de Michel Houellebecq traducidos por Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán, cuyo texto ofrecemos a continuación.



SO LONG

Il y a toujours une ville, des traces de poètes
Qui ont croisé leur destinée entre ses murs
L'eau coule un peu partout, la mémoire murmure
Des noms de ville, des noms de gens, trous dans la tête.

Et c'est toujours la même histoire qui recommence,
Horizons effondrés et salons de massages
Solitude assumée, respect du voisinage,
Il y a pourtant des gens qui existent et qui dansent.

Ce sont des gens d'une autre espèce, d'une autre race,
Nous dansons tout vivants une danse cruelle
Nous avons peu d'amis mais nous avons le ciel,
Et l'infinie sollicitude des espaces;

Le temps, le temps très vieux qui prépare sa vengeance,
L'incertain bruissement de la vie qui s'écoule
Les sifflements du vent, les gouttes d'eau qui roulent
Et la chambre jaunie où notre mort s'avance.


SO LONG

Hay siempre una ciudad, con huellas de poetas
Que entre sus muros han cruzado sus destinos
Agua por todos lados, la memoria murmura
Nombres de gente, nombres de ciudades, olvidos.

Y siempre recomienza la misma vieja historia,
Horizontes deshechos y salas de masaje
Soledad asumida, vecindad respetuosa,
Hay allí, sin embargo, gente que existe y baila.

Son gente de otra especie, personas de otra raza,
Bailamos exaltados una danza cruel
Y, con pocos amigos, poseemos el cielo,
Y la solicitud sin fin de los espacios;

El tiempo, el viejo tiempo, que urde su venganza,
El incierto rumor de la vida que pasa
El silbido del viento, el goteo del agua
Y el cuarto amarillento en que la muerte avanza.

(Le sens du combat, IV)


L’AMOUR, L’AMOUR

Dans un ciné porno, des retraités poussifs
Contemplaient, sans y croire,
Les ébats mal filmés de deux couples lascifs ;
Il n'y avait pas d'histoire.

Et voilà, me disais-je, le visage de l'amour,
L'authentique visage.
Certains sont séduisants ; ils séduisent toujours,
Et les autres surnagent.

Il n'y a pas de destin ni de fidélité,
Mais des corps qui s'attirent.
Sans nul attachement et surtout sans pitié,
On joue et on déchire.

Certains sont séduisants et partant très aimés ;
Ils connaîtront l'orgasme.
Mais tant d'autres sont las et n'ont rien à cacher,
Même plus de fantasmes ;

Juste une solitude aggravée par la joie
Impudique des femmes ;
Juste une certitude : "Cela n'est pas pour moi",
Un obscur petit drame.

Ils mourront c'est certain un peu désabusés,
Sans illusions lyriques ;
Ils pratiqueront à fond l'art de se mépriser ;
Ce sera mécanique.

Je m'adresse à tous ceux qu'on n'a jamais aimés,
Qui n'ont jamais su plaire ;
Je m'adresse aux absents du sexe libéré,
Du plaisir ordinaire.

Ne craignez rien, amis, votre perte est minime :
Nul part l'amour n'existe.
C'est juste un jeu cruel dont vous êtes les victimes ;
Un jeu de spécialistes.


EL AMOR, EL AMOR

En una sala porno, jubilados jadeantes
Contemplaban, escépticos,
Los brincos mal filmados de parejas lascivas;
Sin ningún argumento.

He aquí, yo me decía, el rostro del amor,
El auténtico rostro.
Seductores, algunos; esos siempre seducen,
Los otros sobrenadan.

El destino no existe ni la fidelidad,
Mera atracción de cuerpos.
Sin apego ninguno, sin ninguna piedad,
Juegan y se desgarran.

Seductores algunos, por ende, codiciados,
Llegarán al orgasmo.
Hartos ya, tantos otros, no tienen ni siquiera
Deseos que ocultar;

Sólo una soledad que acentúa el impúdico
Goce de las mujeres;
Tan sólo una certeza: "Eso no es para mí",
Pequeño drama obscuro.

Morirán es seguro algo desencantados,
Sin ilusiones líricas;
Practicarán a fondo el arte de despreciarse,
De modo bien mecánico.

A quienes nunca fueron amados me dirijo,
A quienes no gustaron;
A los ausentes todos del sexo liberado,
Del placer ordinario;

No temáis nada, amigos, mínima es vuestra pérdida:
No existe, no, el amor.
Es sólo un juego cruel cuyas víctimas sois;
Juego de especialistas.

(La poursuite du bonheur.)

IL EST VRAI

Il est vrai que ce monde où nous respirons mal
N'inspire plus en nous qu'un dégoût manifeste,
Une envie de s'enfuir sans demander son reste,
Et nous ne lisons plus les titres du journal.

Nous voulons retourner dans l'ancienne demeure
Où nos pères ont vécu sous l'aile d'un archange,
Nous voulons retrouver cette morale étrange
Qui sanctifiait la vie jusqu'à la dernière heure.

Nous voulons quelque chose comme une fidélité,
Comme un enlacement de douces dépendances,
Quelque chose qui dépasse et contienne l'existence ;
Nous ne pouvons plus vivre loin de l'éternité.


ES CIERTO

Es cierto que este mundo en que nos falta el aire
Sólo inspira en nosotros un asco manifiesto,
Un deseo de huir sin esperar ya nada,
Y no leemos más los títulos del diario.

Queremos regresar a la antigua morada
Donde el ala de un ángel cubría a nuestros padres,
Queremos recobrar esa moral extraña
Que hasta el postrer instante santifica la vida.

Queremos algo como una fidelidad,
Como una imbricación de dulces dependencias,
Algo que sobrepase la vida y la contenga;
No podemos vivir ya sin la eternidad.


CE N’EST PAS CELA...


Ce n'est pas cela. J'essaie de conserver mon corps en bon état. Je suis peut-être mort, je ne sais pas. Il y a quelque chose qu'il faudrait faire, que je ne fais pas. On ne m'a pas appris. Cette année, j'ai beaucoup vieilli. J'ai fumé huit mille cigarettes. Souvent j'ai eu mal à la tête. Il doit pourtant y avoir une façon de vivre ; quelque chose que je ne trouve pas dans les livres. Il y a des êtres humains, il y a des personnages ; mais d'une année sur l'autre c'est à peine si je reconnais leurs visages.

Je ne respecte pas l'homme ; cependant, je l'envie.

(Renaissance)

NO ES ESO...

No es eso. Trato de conservar mi cuerpo en buen estado. Quizás esté muerto, no lo sé. Hay algo que habría que hacer y que no hago. No me lo han enseñado. Este año he envejecido mucho. He fumado ocho mil cigarrillos. Me ha dolido, a menudo, la cabeza. No obstante debe haber una manera de vivir; algo que no se encuentra en los libros. Hay seres humanos, hay personajes; pero de un año al otro apenas si reconozco las caras.

No respeto al hombre; sin embargo, lo envidio.



PARIS-DOURDAN


À Dourdan, les gens crèvent comme des rats. C'est du moins ce que prétend Didier, un secrétaire de mon service. Pour rêver un peu, je m'étais acheté les horaires du RER - ligne C. J'imaginais une maison, un bull-terrier et des pétunias. Mais le tableau qu'il me traça de la vie à Dourdan était nettement moins idyllique : on rentre le soir à huit heures, il n'y a pas un magasin ouvert ; personne ne vient vous rendre visite, jamais ; le week-end, on traîne bêtement entre son congélateur et son garage. C'est donc un véritable réquisitoire anti-Dourdan qu'il conclut par cette formule sans nuance : "À Dourdan, tu crèveras comme un rat."
Pourtant j'ai parlé de Dourdan à Sylvie, quoiqu'à mots couverts et sur un ton ironique. Cette fille, me disais-je dans l'après-midi en faisant les cent pas, une cigarette à la main, entre le distributeur de café et le distributeur de boissons gazeuses, est tout à fait le genre à désirer habiter Dourdan ; s'il y a une fille que je connaisse qui puisse avoir envie d'habiter Dourdan, c'est bien elle ; elle a toute à fait la tête d'une pro-dourdannaise.

Naturellement, ce n'est là que l'esquisse d'un premier mouvement, d'un tropisme lent qui me porte vers Dourdan et qui mettra peut-être des années à aboutir, probablement même qui n'aboutira pas, qui sera contrecarré et anéanti par le flux des choses, par l'écrasement permanent des circonstances. On peut supposer sans grand risque d'erreur que je n'atteindrai jamais Dourdan ; sans doute même serais-je brisé avant d'avoir dépassé Brétigny. Il n'empêche, chaque homme a besoin d'un projet, d'un horizon et d'un ancrage. Simplement, simplement pour survivre.

(Renaissance)

PARIS-DOURDAN

En Dourdan la gente revienta como ratas. Al menos, es lo que asegura Didier, uno de los secretarios de la oficina en que trabajo. Para soñar un poco, yo me había comprado el horario del RER - línea C. Me imaginaba una casa, un bull-terrier y petunias. Pero el cuadro que él me pintó de la vida en Dourdan era mucho menos idílico: vuelta a casa a las ocho de la noche, no hay ninguna tienda abierta; nadie viene nunca a visitarnos; el fin de semana uno se arrastra estúpidamente entre el congelador y el garaje. Un verdadero alegato anti-Dourdan, que Didier acabó con esta fórmula sin matices: "En Dourdan vas a reventar como una rata".
Sin embargo, le hablé de Dourdan a Sylvie, aunque con medias palabras y en un tono irónico. Esta chica, me decía a mí mismo esa tarde, yendo y viniendo con un cigarrillo en la mano, entre el distribuidor de café y el distribuidor de refrescos, es de las de las que vivirían de buena gana en Dourdan; si hay una chica entre todas las que conozco que podría querer vivir en Dourdan, es precisamente ella; tiene todo el aspecto de una pro-dourdanesa.

Naturalmente no éste sino el amago de un primer movimiento, de un lento tropismo que me lleva hacia Dourdan y que quizás tarde años en concretarse, y que incluso ni siquiera se concrete, que será contrarrestado y aniquilado por el fluir de las cosas, por el aplastamiento constante de las circunstancias. Es posible suponer, sin mayor riesgo de error, que nunca llegaré a Dourdan; tal vez hasta sea derrotado antes de ir más allá de Brétigny. No importa, todo hombre necesita un proyecto, un horizonte y un lugar de anclaje. Simplemente, simplemente para sobrevivir.


DERNIER REMPART CONTRE LE LIBÉRALISME

Nous refusons l'idéologie libérale au nom de l'encyclique de Léon XIII sur la mission sociale de l'Évangile et dans le même esprit que les prophètes antiques appelaient la ruine et la malédiction sur la tête de Jérusalem,
Et Jérusalem tomba, et pour se relever elle ne mis pas moins de quatre mille ans.

Il est indiscutable et avéré que tout projet humain se voit de plus en plus évalué en fonction de purs critères économiques,
De critères absolument numériques,
Mémorisables sur fichiers informatiques.
Cela n'est pas acceptable et nous devons lutter pour la mise en tutelle de l'économie et pour sa soumission à certains critères que j'oserai appeler éthiques,

Et quand on licencie trois mille personnes et que j'entends bavasser sur le coup social de l'opération il me prend une envie furieuse d'étrangler une demi-douzaine de conseillers en audit,
Ce qui serait une excellente opération,
Un dégraissage absolument bénéfique,
Une opération pratiquement hygiénique.

Faites confiance à l'initiative individuelle, voilà ce qu'ils répètent partout, ce qu'ils vont partout répétant comme ces vieux réveils à ressort dont l'uniforme déclic suffisait généralement à nous plonger dans une insomnie fatigante et définitive,
À cela je ne peut répondre qu'une seule chose, et cette chose ressort d'une expérience à la fois navrante et répétitive,
C'est que l'individu, je veux parler de l'individu humain, et, très généralement un petit animal à la fois cruel et misérable,
Et qu'il serait bien vain de lui faire confiance à moins qu'il ne se voit repoussé, enclos et maintenu dans les principes rigoureux d'une morale inattaquable,
Ce qui n'est pas le cas.

Dans une idéologie libérale, s'entend.


ÚLTIMO BASTIÓN CONTRA EL LIBERALISMO

Rechazamos la ideología liberal porque es incapaz de darle un sentido, una vía, a la reconciliación del individuo con su semejante en una comunidad que podríamos calificar de humana,
Y, por otra parte, el fin que ésta se propone es incluso totalmente diferente.

Rechazamos la ideología liberal en nombre de la encíclica de León XIII sobre la misión social del Evangelio y con el mismo espíritu conque los antiguos profetas impetraban la ruina y la maldición sobre la cabeza de Jerusalén,
Y Jerusalén cayó, y no tardó menos de cuatro mil años en volver a levantarse.

Es indiscutible y está comprobado que todo proyecto humano se evalúa cada vez en función de meros criterios económicos.
De criterios absolutamente numéricos,
Memorizables en archivos informáticos.
Esto no es aceptable y debemos luchar por que la economía sea puesta bajo tutela y por que se la someta a ciertos criterios que me atreveré a llamar éticos,

Y cuando echan a tres mil personas y oigo charlatanear sobre el costo social de la operación Me entran ganas furiosas de estrangular a una media docena de auditores,
Lo que sería una excelente operación,
Una limpieza absolutamente benéfica,
Una operación prácticamente higiénica.

Tengan confianza en la iniciativa individual, eso es lo que repiten por todas partes, lo que van repitiendo por todas partes, como esos viejos despertadores a cuerda cuya campanilleo uniforme bastaba por lo general para hundirnos en un insomnio extenuante y definitivo,
No tengo para esto más que una respuesta, y esta respuesta surge de una experiencia al mismo tiempo desconsoladora y repetitiva,
Es que el individuo, quiero decir el individuo humano, es por regla general un animalito a la vez cruel y miserable,
Y que sería muy en vano tenerle confianza a menos que sea acorralado, encerrado y mantenido entre los principios rigurosos de una moral inatacable,
Lo que no es el caso.

En una ideología liberal, se entiende.