miércoles, 8 de abril de 2009

Apollinaire y Salvador Elizondo 1


Salvador Elizondo tradujo esta página, que es, por cierto, una de las más inolvidables de esas bromas que los franceses llaman poisson d´avril (April´s fool day en la tradición anglosajona). Guillaume Apollinaire solía disfrutar de la conversación con Blaise Cendrars, la que giraba, a menudo, sobre los largos viajes del poeta trotamundos. A menudo, también, Apollinaire usaba esos recuerdos para escribir sus crónicas en el Mercure de France, la prestigiosa revista de Alfred Vallette y de Rachilde, pero sin citar nunca la fuente. Un día, cansado de esa colaboración involuntaria, Cendrars decidió jugarle una memorable trastada. Imaginamos que le contó a su crédulo amigo, con la mayor seriedad, los sabrosos detalles del entierro de Walt Whitman, según se los había referido a él mismo, durante su estadía en América en 1911, un fidedigno testigo. Apollinaire le creyó a pies juntillas y el 1 de abril de 1913 el Mercure de France publicó esta inolvidable crónica para mayor escándalo, o delicia, de los lectores perspicaces.

Demás está decir que la amistad entre ambos poetas quedó definitivamente alterada.

La anécdota es colorida y perfecta, pero a nosotros nos cuesta creer que la ingenuidad de Apollinaire fuese tan grande...

Sea como fuere, vaya pues aquí este pez de abril en el mes que le corresponde.




Funérailles de Walt Whitman racontés par un témoin.

Un témoin des funérailles de Walt Whitman m´en a raconté les détails. Je les ai recueillis de sa bouche et je reproduis son récit tel qu´il me l´a dicté, sans rien y ajouter. On m´a affirmé d´autre part que personne n´avait encore publié une relation détaillée de cet enterrement, qui fut une grande fête populaire.

« Walt Whitman, the good gray, prit lui-même des dispositions pour ses funérailles. Secrètement, il avait gardé assez d´argent pour se faire construire un tombeau franchement laid qu´il avait sans doute dessiné lui-même. Je crois que la somme se montait à vingt mille francs. Après sa mort, on loua un grand terrain occupé le plus souvent par des cirques ambulants. Ce champ fut entouré de palissades peintes en vert. On construisit trois pavillons : un pour le corps de Whitman ; l´autre pour faire le barbacue (ripaille populaire où l´on rôtit un bœuf et un mouton) ; le troisième pour les boissons : cuves de whisky, de bière, de citronnade, eau pure.

« Trois mille cinq cents personnes, hommes, femmes et enfants, vinrent assister, sans invitation, à ces funérailles.

« Notez que cela se passait près de Camden (New-Jersey).

« trois grandes fanfares en uniforme jouaient à tour de rôle. Tous ceux que Walt avait connu étaient là : les poètes, les savants, les journalistes de New York, les hommes politiques venus de Washington, d´anciens soldats, des invalides du Nord et du Sud, les fermiers, les pêcheurs d´huitres de son canton natal, les stage drivers (cochers d´omnibus) de Broadway, des nègres, ses anciennes maîtresses et ses comerados (ce mot, qu´il croyait espagnol, lui servait à désigner les jeunes gens qu´il avait aimés dans sa vieillesse et il ne dissimulait point son goût pour la philopédie), les médecins de la guerre, les infirmiers et les infirmières, les parents des blessés et des tués pendant la guerre, tous gens qui avaient connu Whitman et avec lesquels il avait correspondu.

« Les pédérastes étaient venus en foule, et le plus entouré était un jeune homme de vingt à vingt-deux ans, célèbre pour sa beauté, Peter Connelly, un Irlandais conducteur de tramway à Washington d´abord et ensuite à Philadelphie, et que Whitman avait aimé par-dessus tout.

« Tout le monde de souvenait d´avoir vu souvent Walt Whitman et Peter Connolly assis au bord du trottoit et mangeant des melons d´eau.

« Aussi, à cette fête ou plutôt à ces funérailles, y avait-il de grands melons d´eau à la disposition du public.

« Les discours n´étaient pas réglés d´avance. Parlait qui voulait. L´orateur montait sur une chaise ou sur une table et plusieurs orateurs parlaient en même temps.

« On lut un grand nombre de télégrammes ou de câblogrammes envoyés par des poètes d´Amérique ou d´Europe.

« Plusieurs de ces télégrammes et de ces câblogrammes étaient rédigés en vers.

« La plupart de harangues eurent trait aux ennemis de Whitman.

« Tout le monde but énormément. Il y eut soixante pugilats et la police, qui intervint, arrêta, cinquante personnes.

« La fête dura de l´aube au couchant. Plusieurs orateurs qui parlèrent près du cercueil ponctuèrent leurs discours en frappant à coup de poing sur la bière.

« On pense que plusieurs enfants de Whitman étaient là, avec leurs mères blanches ou noires, mais l´on n´en est pas certain.

« Whitman avait coutume de dire qu´il avait connu six de ses enfants, mais que sans doute il en avait eu beaucoup d´autres.

« Au coucher du soleil, il se forma un grand cortège précédés des musiques jouant le rag-time. Ensuite venait le cercueil de Whitman porté par six hommes ivres et suivi de la foule. On alla ainsi du champ clos au cimetière où le tombeau se dressait en haut d´une colline. Les musiques ne cessèrent point de jouer pendant toute la cérémonie.

« Les porteurs essayèrent de faire entrer le cercueil dans le mausolée, mais la porte était étroite ; ils se jetèrent à quatre pattes, on hissa le cercueil sur leurs dos et il purent entrer au tombeau ; c´est ainsi que le plus grand poète démocratique entra dans sa dernière demeure et la foule, en chantant, en se caressant, en titubant, reprit les tramways pour regagner Philadelphie. »



Los funerales de Walt Whitman contados por un testigo.

Un testigo de los funerales de Walt Whitman me ha relatado los detalles. Yo los he recogido de su boca y produzco su relato tal como me lo ha dictado, sin agregarle nada. Por otra parte, me han dicho que nadie había publicado hasta ahora una relación detallada de este entierro, que fue una gran fiesta popular.

"Walt Whitman, the good gray, tomó, él mismo, las disposiciones para sus funerales. Secretamente, había guardado suficiente dinero para hacerse construir una tumba francamente fea que, sin duda, había diseñado él mismo. Creo que la suma ascendía a veinte mil francos. Después de su muerte fue alquilado un gran terreno que con frecuencia servía para que acamparan en él los circos ambulantes. Este campo fue ceñido por una palizada pintada de verde. Dentro de él fueron construidos tres pabellones: uno para el cuerpo de Whitman, el otro para hacer el barbecue (reunión popular en que una res o un cordero son asados al aire libre); el tercero era para las bebidas: grandes barricadas de whisky, de cerveza, de limonada y de agua pura.

"Tres mil quinientas personas, hombres, mujeres y niños, asistieron, sin invitación, a estos funerales. Tenga usted en cuenta que esto pasó cerca de Camden (Nueva Jersey).

"Tres grandes bandas uniformadas tocaban por turno. Todos aquellos a quienes Walt había conocido estaban allí: los poetas, los sabios, los periodistas de Nueva York, los políticos venidos de Washington, veteranos de guerra, inválidos de Norte y del Sur, los campesinos, los pescadores de ostras de su lugar natal, los stage drivers (conductores de bus) de Broadway, los negros, sus ex amantes y sus comerados (esta palabra, que él creía española, le servía para designar a los jovenzuelos que había amado en su vejez. No disimulaba ya su gusto por la filantropedia), los médicos de la guerra, los enfermeros y las enfermeras, los familiares de los heridos y muertos de la contienda, todas gentes a las que Whitman había conocido o con quienes había tenido correspondencia.

"Los pederastas habían venido en masa, y el más agasajado era un joven de 20 a 22 años, célebre por su belleza, Peter Connelly, un irlandés conductor de tranvía en Washington primero y luego en Filadelfia, y a quien Whitman había amado más que a nada en el mundo.

"Todos recordaban haber visto frecuentemente a Walt Whitman y a Peter Connelly sentados al borde de la acera comiendo sandía.

"Era tal vez por esto que en esta gran fiesta, o más bien en estos funerales, había, aquí y allá, grandes montones de sandías a la disposición del público.

"Los discursos no habían sido previstos de antemano. Hablaba quien quisiera. El orador subía sobre una silla o sobre una mesa y varios de éstos hablaban a la vez.

"Fue leído un gran número de telegramas y cablegramas enviados por poetas de América y Europa.

"Algunos de estos telegramas y cablegramas estaban redactados en verso.

"La mayor parte de las arengas iban apuntadas contra los enemigos de Whitman.

"Todo el mundo bebió enormemente. Hubo sesenta peleas a puñetazos y la policía, que intervino en un momento dado, arrestó a cincuenta personas.

"La fiesta duró desde el alba hasta el anochecer. Algunos oradores que hablaban cerca del catafalco puntualizaban sus discursos golpeando con el puño la cubierta del féretro.

"Se supone que muchos de los hijos de Whitman estaban allí, aunque sin duda había tenido muchos más de los allí presentes.

"Al anochecer se formó un gran cortejo precedido de músicos que tocaban ragtime. Enseguida venía el féretro de Whitman cargado por seis hombres ebrios seguidos de la multitud. Se procedió así del campo cerrado al cementerio donde la tumba se levantaba sobre una colina. La música no dejó de sonar durante toda la ceremonia.

"Los que lo llevaban trataron de hacer entrar el féretro en el mausoleo pero la puerta era demasiado estrecha. Se pusieron entonces en cuatro patas, el féretro pasó sobre sus espaldas combadas para entrar en la tumba; es así como el más grande poeta democrático entró en su postrer recinto mientras la multitud, cantando, acariciándose, titubeando, tomaba los tranvías para volver a Filadelfia."


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