viernes, 7 de julio de 2017

Ovidio y Pedro Sánchez de Viana: Las Musas y las Piérides

LAS MUSAS Y LAS PIÉRIDES
Metamorfosis, Libro V, 250-361


Hasta aquí tuvo Palas compañía
Al fuerte hermano, y de Syrifo parte,
Metida en una nube, y ya se vía
A Giaro y Cipro a la derecha parte.
Por acabar más presto su camino,
El ancho mar pasó de parte a parte.
Entró por Tebas, y a Helicona vino,
A do después que estuvo ya parada,
Al coro docto, virginal, divino
De las hermanas dijo sosegada:

«La fama de una fuente hecha acaso
En este sacro monte, me ha traído,
Que con su dura pata abrió Pegaso,
De la sangre Gorgónica nacido.
Vile nacer a él, y agora paso
A sólo averiguar si lo que he oído
De la admirable fuente es cierto, y dónde.»
A Palas luego Urania así responde:

«Por cualquiera ocasión, Diosa excelente,
Que veas nuestras casas venturosas,
Estamos con razón extrañamente
Contentas, ufanísimas, gozosas.
La fama que has oído de la fuente,
Cuyas aguas son éstas milagrosas,
Es verdadera, y del extraño caso
La origen y la causa fue Pegaso».

Mostró las sacras ondas a la Diosa
La Musa, que admirada está notando
El principio de aquella rara cosa.
Los bosques y florestas rodeando
Con su divina vista, y cuevas vía,
Moradas de aquel coro venerando.
Do cada hierbecita distinguía
Su diferente flor, y son sin cuento
Las que el hermoso prado poseía.
Dichosas por oficio y aposento
A las hermanas nueve reputaba,
Con tal lugar y tal contentamiento.
A la cual una de ellas replicaba:

«Señora, que sin duda fueras parte
De nuestro santo coro, si pudieras
De tu virtud rarísima escaparte,
Que te ha empleado en cosas más de veras.
No tengo boca yo para negarte
Tus alabanzas, siendo verdaderas;
Que el sitio y ejercicio y suerte es buena,
Si nos dejase la malicia ajena.

 »Si hubiese puerta a la traición cerrada,
O muro alguno contra el mal deseo,
No nos faltaba, sacra Diosa, nada;
Mas no hay segura cosa, a lo que creo.
Cualquier doncella quédase espantada
De cada viento, que aun agora veo
Al pérfido Pyreneo denodado,
Que en mí desde aquel punto no he tornado.

»Adaulia y toda Focis éste había
Con soldados de Tracia sujetado,
Habiendo en guerra injusta y tiranía
El cetro y reino todo conquistado.
Vionos venir el falso en compañía,
A visitar los templos del sagrado
Parnaso, y venerando falsamente
Nuestra deidad, nos dijo incontinente:

«Señoras de Meonia, yo os suplico
(Porque nos conocía) que en mi casa
Y alcázar, aunque pobre, falto y chico,
Os acojáis mientra el nublado pasa
(Llovía muy bien); que en otro menos rico,
Y do en lo necesario habría más tasa,
Han tenido otros dioses aposento. »
Con él nos fuimos todas al momento.

»Del tiempo y sus ofertas convencidas,
A su palacio fuimos, y en entrando,
Las nubes fueron todas esparcidas,
El bravo Cierzo al Austro desterrando.
Quisiéramonos ir, pero impedidas
Nos vimos del traidor, que acerrojando
Las puertas, a forzarnos ya se esfuerza.
Huimos con las alas de su fuerza.

»Cada una de sus plumas se socorre;
Quedose él tan corrido, que de presto
A lo más alto de su techo corre,
Diciendo: «Por do fuisteis iré presto.»
Y subido en la más subida torre,
Se abalanzó, y cayó rasgando el gesto,
A do cualquier traición aposentara,
Y quebrados los huesos de su cara.»

Aun hablaba la Musa, y se sentían
Sonar ligeras alas por el viento,
Y voces de los ramos descendían.
Las cuales saludaban, y al momento
Tritonia preguntó: «¿Qué voz es ésta,
Que nos saluda con can cierto acento?
¿Hacia cuál parte está de la floresta
La gente que nos habla?»; y no era gente,
Sino aves de una lengua aguda y presta.
Nueve picazas son, que amargamente
Se están de su fortuna querellando,
Que entonces se posaron de repente
Sobre los verdes ramos, imitando
Cualquier razón que oían, y lo advierte
Minerva, que se está maravillando,
A quien habló la Musa de esta suerte:

«No ha mucho que en castigo de su brío,
En aves fueron éstas convertidas,
Vencidas en un bravo desafío,
Y de sus desatinos convencidas.
Varón que gran riqueza y señorío
Tuvo en Tesalia, y tierras escogidas,
Piero, fue de aquestas tristes padre;
Euippe Macedónica su madre.

»Preñada nueve veces, y cercana
A parir, invocó la poderosa
Lucyna nueve veces; quedó ufana,
Con nueve necias hijas, y gozosa,
Por ver la ejecución de cierta gana
Que la salió después bien peligrosa.
A Tesalia y a Grecia atravesando,
Aquí llegó y entró desafiando.

»¡Oh Diosas, sólo en Tespia [1] celebradas!
No engañéis más al vulgo indocto y necio
Con vuestras voces vanas entonadas,
Porque el preciar de un tonto es menosprecio;
Si estáis en vuestras gracias confiadas,
Gran ocasión tenéis de ganar precio.
Disputad con nosotras. No sois parte
Para vencer con voz en gracia o arte.

»E1 número es igual, y si os conviene
No disputar, dejadnos al momento
La fuente Medusea e Hippocrene;
Más premio no queremos. Si contento
Os da no le tener, cada cual viene
Con firme voluntad y pensamiento,
Siendo vencida, de irse desterrada
A la montosa Macedonia helada.

»Y porque el vencedor mejor se entienda,
Las Ninfas presentamos por jüeces
Que juzguen y diriman la contienda,
Presentes siendo al disputar a veces.
Vergüenza fue de gentes tan sin rienda,
Tan necias y tan locas y soeces
Escuchar desafío; pero fuera
Mayor no le aceptar en gran manera.

»Las Ninfas por jüeces ya nombradas,
Juraron por los ríos y laguna
Estigia, de juzgar no aficionadas,
Guardando su derecho a cada una.
Las sillas son de piedra, do sentadas,
Oyeron ya cantar sin suerte a una
Las guerras de los dioses inmortales,
Loando los Gigantes tan bestiales.

»Alaba los Gigantes con mentira,
Los hechos de los dioses deshaciendo,
Y dice que temblando de la ira
De Typhón, fueron hasta Egipto huyendo.
El hijo de la Tierra como vira
Tiró tras todos ellos pretendiendo
Vencerles, y que sólo se escaparon
Porque en diversas formas se mudaron [2].

»Y dijo que en marón se había tornado
El poderoso Jove en poco rato,
Y en Libia en esta forma es adorado.
Y Delio se hizo cuervo, Diana gato,
Baco en cabrón se torna, y en pescado
La diosa Venus verse la fue grato.
En cigüeña Cilenio se transforma,
Tomó Junón de blanca vaca forma.

»Hasta aquí con su cítara cantaba,
Y nosotras oímos entretanto.
Calló, y la gente toda que escuchaba
Estaba ya pidiendo nuestro canto.
Mas, señora, quizá que a ti te agrava
Oírle, que lugar no tienes tanto.
Por cierto (dijo Palas) no me vaya
Hasta que oído vuestros versos haya.

 »No partiré de aquí (la sacra Diosa
Responde) sin oír la melodía
De vuestra voz»; y en una hierba umbrosa
Sentada oyó la Musa, que decía.
A una de nosotras más graciosa
El cargo del cantar se cometía
Levántase de hiedra coronada,
Miró si la vihuela está templada.

Tocando con donaire su instrumento,
Al canto dio principio deseado,
Diciendo así con delicado acento
Al menear de dedos concertado:
«La diosa Ceres fue quien tuvo intento
Primero de romper con corvo arado
La tierra, y la primera sembradora,
De leyes y alimentos fundadora [3].

»No se posee cosa que no sea
Merced y don de su benigna mano.
Cantar pretendo de ella, y nadie crea
Que aunque mi canto sea soberano,
Podrá llegar a do llegar desea;
Que es tan alto su fin y tan ufano,
Que ojalá que ella misma me dignase
A que como merece la alabase.

»La gran Sicilia echada fue a Typheo
Por lancha de su honda sepultura,
Y tiene opreso el cuerpo giganteo
Que osó esperar las sillas del altura.
Preténdese él soltar, mas su deseo
Es vano, pues en vano lo procura.
Debajo de Peloro está su diestra,
Y tú, Paquín, oprimes la siniestra.

»Sus piernas señaladas en grandeza
Ocupa Lilibeo por su pena;
El alto Etna agrava su cabeza,
Haciendo vomitar al triste arena
Y llamas escupir, con tal fiereza
Que su boca las da por larga vena,
La carga descargarse procurando,
Está montes y pueblo meneando.

»De ahí la tierra tiembla, y el eterno
Gobernador del mundo soterrado
Se teme que la misma hasta el infierno
Se hienda, y a las almas haga daño
Con la luz, de la cual es su gobierno
(Si con paz ha de ser) del todo extraño,
Y para remediar tan grave cosa,
Salió de su morada tenebrosa.

»Del tenebroso reino do temblaban,
En un carro ha salido el gran tirano;
Cuatro caballos negros le tiraban,
Por remediar peligro, que es tan llano
A la isla llegó de do manaban
Los terremotos, visto cuán en vano
Tenía temor, pues todo está tan fuerte,
Sin miedo va seguro con su suerte.

Notas de la edición de 1887.
NOTA 1: Tespia era un pueblo de la Beocia, situado al pie del Helicón, y, según Plinio, al pie del Parnaso.
NOTA 2: Según Eusebio, esta metamorfosis de los dioses fue el origen del culto que en Egipto se les tributó.
NOTA 3: Decíase de Ceres que era fundadora de leyes, porque, como madre de la agricultura, al fijar las propiedades había establecido los fundamentos de las leyes.



Hactenus aurigenae comitem Tritonia fratri
se dedit ; inde caua circumdata nube Seriphon
deserit, a dextra Cythno Gyaroque relictis,
quaque super pontum uia uisa breuissima, Thebas
uirgineumque Helicona petit. Quo monte potita
constitit et doctas sic est adfata sorores :
« Fama noui fontis nostras peruenit ad aures,
dura Medusaei quem praepetis ungula rupit.
Is mihi causa uiae ; uolui mirabile factum
cernere ; uidi ipsum materno sanguine nasci. »
Excipit Uranie : « Quaecumque est causa uidendi
has tibi, diua, domos, animo gratissima nostro es.
Vera tamen fama est et Pegasus huius origo
fontis » ; et ad latices deduxit Pallada sacros.
Quae mirata diu factas pedis ictibus undas
siluarum lucos circumspicit antiquarum
antraque et innumeris distinctas floribus herbas
felicesque uocat pariter studioque locoque
Mnemonidas. Quam sic adfata est una sororum :
« O, nisi te uirtus opera ad maiora tulisset,
in partem uentura chori Tritonia nostri,
uera refers meritoque probas artesque locumque ;
et gratam sortem, tutae modo simus, habemus.
Sed (uetitum est adeo sceleri nihil) omnia terrent
uirgineas mentes, dirusque ante ora Pyreneus
uertitur, et nondum tota me mente recepi.
Daulida Threicio Phoceaque milite rura
ceperat ille ferox iniustaque regna tenebat.
Templa petebamus Parnasia ; uidit euntes
nostraque fallaci ueneratus numina uultu :
“ Mnemonides ”(cognorat enim), “ consistite ” dixit
“ nec dubitate, precor, tecto graue sidus et imbrem ”
(imber erat) “ uitare meo ; subiere minores
saepe casas superi. ” Dictis et tempore motae
adnuimusque uiro primasque intrauimus aedes.
Desierant imbres, uictoque aquilonibus austro
fusca repurgato fugiebant nubila caelo.
Inpetus ire fuit ; claudit sua tecta Pyreneus
uimque parat, quam nos sumptis effugimus alis.
Ipse secuturo similis stetit arduus arce
“ qua ” que “ uia est uobis, erit et mihi ” dixit “ eadem ”;
seque iacit uecors e summae culmine turris
et cadit in uultus discussisque ossibus oris
tundit humum moriens scelerato sanguine tinctam. »
Musa loquebatur ; pennae sonuere per auras,
uoxque salutantum ramis ueniebat ab altis.
Suspicit et linguae quaerit tam certa loquentes
unde sonent hominemque putat Ioue nata locutum.
Ales erat. Numeroque nouem, sua fata querentes,
institerant ramis imitantes omnia picae.
Miranti sic orsa deae dea : « Nuper et istae
auxerunt uolucrum uictae certamine turbam.
Pieros has genuit Pellaeis diues in aruis,
Paeonis Euippe mater fuit ; illa potentem
Lucinam nouiens, nouiens paritura, uocauit.
Intumuit numero stolidarum turba sororum
perque tot Haemonias et per tot Achaidas urbes
huc uenit et tali committit proelia uoce :
“ Desinite indoctum uana dulcedine uulgus
fallere; nobiscum, si qua est fiducia vobis,
Thespiades, certate, deae. nec voce, nec arte
vincemur totidemque sumus: vel cedite victae
fonte Medusaeo et Hyantea Aganippe,
vel nos Emathiis ad Paeonas usque nivosos
cedemus campis! dirimant certamina nymphae."
'Turpe quidem contendere erat, sed cedere visum
turpius; electae iurant per flumina nymphae
factaque de vivo pressere sedilia saxo.
 tunc sine sorte prior quae se certare professa est,
bella canit superum falsoque in honore gigantas
ponit et extenuat magnorum facta deorum;
emissumque ima de sede Typhoea terrae
caelitibus fecisse metum cunctosque dedisse
terga fugae, donec fessos Aegyptia tellus
ceperit et septem discretus in ostia Nilus.
huc quoque terrigenam venisse Typhoea narrat
et se mentitis superos celasse figuris;
"duxque gregis" dixit "fit Iuppiter: unde recurvis
nunc quoque formatus Libys est cum cornibus Ammon;
Delius in corvo, proles Semeleia capro,
fele soror Phoebi, nivea Saturnia vacca,
pisce Venus latuit, Cyllenius ibidis alis."
 'Hactenus ad citharam vocalia moverat ora:
poscimur Aonides, -- sed forsitan otia non sint,
nec nostris praebere vacet tibi cantibus aures.'
'ne dubita vestrumque mihi refer ordine carmen!'
Pallas ait nemorisque levi consedit in umbra;
Musa refert: 'dedimus summam certaminis uni;
surgit et inmissos hedera collecta capillos
Calliope querulas praetemptat pollice chordas
atque haec percussis subiungit carmina nervis:
"Prima Ceres unco glaebam dimovit aratro,
prima dedit fruges alimentaque mitia terris,
prima dedit leges; Cereris sunt omnia munus;
illa canenda mihi est. utinam modo dicere possim
carmina digna dea! certe dea carmine digna est.
"Vasta giganteis ingesta est insula membris
Trinacris et magnis subiectum molibus urguet
aetherias ausum sperare Typhoea sedes.
nititur ille quidem pugnatque resurgere saepe,
dextra sed Ausonio manus est subiecta Peloro,
laeva, Pachyne, tibi, Lilybaeo crura premuntur,
degravat Aetna caput, sub qua resupinus harenas
eiectat flammamque ferox vomit ore Typhoeus.
saepe remoliri luctatur pondera terrae
oppidaque et magnos devolvere corpore montes:
inde tremit tellus, et rex pavet ipse silentum,
ne pateat latoque solum retegatur hiatu
inmissusque dies trepidantes terreat umbras.
hanc metuens cladem tenebrosa sede tyrannus
exierat curruque atrorum vectus equorum
ambibat Siculae cautus fundamina terrae.