THE CANONIZATION
For God's sake hold your tongue, and let me love,
Or chide my palsy, or my
gout,
My five gray hairs, or ruined fortune flout,
With wealth your state,
your mind with arts improve,
Take you a course,
get you a place,
Observe his honor,
or his grace,
Or the king's real, or his stampèd face
Contemplate; what you
will, approve,
So you will let me love.
Alas, alas, who's injured by my love?
What merchant's ships
have my sighs drowned?
Who says my tears have overflowed his ground?
When did my colds a
forward spring remove?
When did the heats
which my veins fill
Add one more to
the plaguy bill?
Soldiers find wars, and lawyers find out still
Litigious men, which
quarrels move,
Though she and I do love.
Call us what you will, we are made such by love;
Call her one, me another
fly,
We're tapers too, and at our own cost die,
And we in us find the
eagle and the dove.
The phœnix riddle
hath more wit
By us; we two
being one, are it.
So, to one neutral thing both sexes fit.
We die and rise the same,
and prove
Mysterious by this love.
We can die by it, if not live by love,
And if unfit for tombs
and hearse
Our legend be, it will be fit for verse;
And if no piece of
chronicle we prove,
We'll build in
sonnets pretty rooms;
As well a
well-wrought urn becomes
The greatest ashes, as half-acre tombs,
And by these hymns, all
shall approve
Us canonized for Love.
And thus invoke us: "You, whom reverend love
Made one another's
hermitage;
You, to whom love was peace, that now is rage;
Who did the whole world's
soul contract, and drove
Into the glasses
of your eyes
(So made such
mirrors, and such spies,
That they did all to you epitomize)
Countries, towns, courts:
beg from above
A pattern of your
love!"
La canonización
Por Dios, callaos, y dejadme amar; o si queréis,
murmurad de mi perlesía, de mi gota, de mis cinco cabellos grises, y burlaos de
mi fortuna perdida; mejorad con riquezas vuestra condición, con las artes
vuestra mente; abrazad un partido, conseguíos un empleo, admirad a Su Honor, o
a Su Gracia, o la realeza del Rey, y contemplad su rostro acuñado; aprobad lo
que queráis, pero dejadme amar.
Ay de mí, ¿a quién daña mi amor? ¿Qué barcos
hicieron naufragar mis suspiros? ¿Quién dice que mis lágrimas inundaron sus
campos? ¿Cuándo mis hielos suspendieron una primavera? ¿Cuándo las fiebres que
colman mis venas agregaron un nombre a las listas de la peste? Batallas
encontrarán siempre los soldados, y litigantes en pleito los abogados, aunque
ella y yo nos amemos.
Llamadnos lo que queráis: así nos ha hecho el amor;
decid que ella es una mosca, y yo otra: también somos bujías, y a costa nuestra
nos consumimos, y en nosotros hallamos el Águila y la Paloma. El misterio del
Fénix se resuelve con nosotros; puesto que ambos somos uno solo, somos el
Fénix. Agregad ambos sexos a una cosa neutra: morimos y resurgimos inmutables,
y gracias a este amor demostramos ser misteriosos.
Si no podemos vivir de amor, de él podemos morir; si
sepulcros y ataúdes rechazan nuestra leyenda, la poesía la aceptará, y si no
servimos para las Crónicas, nos haremos hermosas moradas con sonetos; tanto
acomodan las ornadas urnas a las cenizas máximas, como un pedazo de tierra; y
todos nos aceptarán en esos himnos, canonizados por el Amor.
Y así nos invocarán: "Vosotros, que el
reverendo amor convirtió a cada uno en ermita del otro; vosotros, para quien el
amor fue reposo, aunque para los demás es furia; vosotros, que contrajisteis el
alma entera del mundo, y llevasteis en el cristal de los ojos (de tal manera
transformados en espejos y en espías, que todo en vos se compendiaba) países,
ciudades, cortes; rogad que la altura nos conceda otro ejemplo de vuestro
amor".
Traducción de JUAN RODOLFO WILCOCK.