Biografía de mi
retrato en «Papeles de Recienvenido»
Pose N.º 3
Cuando miré aquel retrato largamente y fui convencido de que aquella
cara tan decidida, perfilada y alegrona era la mía, tuve el acierto de hacer
publicar en los diarios una circular previniendo que yo no era el que se había
sacado la lotería en la jugada de esa semana, porque comprendí sensatamente que
mi retrato de «Papeles de Recienvenido» —y ese retrato es lo único que se ha
leído— era la cara del hombre de la lotería recién sacada. Con todo, tuve que
mudarme de domicilio —lo que con menos motivo ejecuto más o menos mensualmente—
y se insistió ante mí para donaciones filantrópicas, etcétera.
Después de ese exitoso retrato he trabajado quince años en parecérmele,
que tal es la dificultad; creo que esta tarea logra menos resultado feliz que
la del fotógrafo en hacer buena una cara fielmente fotografiada. Y en lugar de
servirme para algo la experiencia, resulta que cada año me sorprende más torpe
en el parecido.
Lo añadible aquí, siguiendo el eco del título de este libro y para que
no se me acostumbre el lector a leer corto, sería que:
Así como tan lozana imagen de una fisonomía otra me constriñó al plan de
mostrarme lo menos posible en persona para que siguiera vigente y aprovechado
al sumo el retrato, así debí luego recluirme del todo para que no se me
conociera el carácter luego de unas páginas del Poeta Máximo que es a mi juicio
Ramón Gómez de la Serna favoreciéndome con un elogio grandísimo de mi carácter
e inteligencia.
A aquella fotografía y esta biografía se debe mi constante estar a domicilio.
(Pues el haber dejado las llaves en el otro pantalón es para cuando uno se
queda afuera de la casa[*]). Y las fotografías fieles a otra cara no hacen
infiel a sí misma a la nuestra.
Adiós, lector, no te acompaño a
la puerta porque ¿quién va a salir a la calle para desmentir retratos y
biografías propios?
* Noto que aquí el lector clama
por un descanso. La Nada lo ahoga.