Todo puede ocurrir en este mundo, incluso que, una mañana de junio, Le Monde hable de Léon Bloy. ¿Qué pueden tener en común Bloy y Flaubert? Algunas frases, quizás, que son mucho más que meras frases. Veamos: "J'appelle bourgeois quiconque pense bassement." Llamo burgués a cualquiera que piense bajamente. "Lamartine (...) est un esprit eunuque, la couille lui manque, et il n'a jamais pissé que de l'eau claire." Lamartine es un espíritu eunuco, sin cojones, y que nunca ha meado otra cosa que no fuese agua clara". ¿Quién no juraría que esto sólo podía escribirlo el impresentable Léon Bloy? Pues no. Flaubert dixit (para nuestra mayor satisfacción, dicho sea de paso). Y este último asesinato en regla, también de Flaubert, de lo que hoy llamaríamos "escritores profesionales", y que, para no desafiar aquello que el Gran Siglo francés llamaba "l´honnêteté", extraña cosa hoy por demás desconocida, renuncio a traducir: "les gens de lettres (...) des putains qui finissent par ne plus jouir".
Todo eso bien hubiera podido firmarlo Léon Bloy.
Léon Bloy et Gustave Flaubert, plumes assassines
Todo eso bien hubiera podido firmarlo Léon Bloy.
Léon Bloy et Gustave Flaubert, plumes assassines
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