À ARSÈNE HOUSSAYE
Mon
cher ami, je vous envoie un petit ouvrage dont on ne pourrait pas dire, sans
injustice, qu’il n’a ni queue ni tête, puisque tout, au contraire, y est à la
fois tête et queue, alternativement et réciproquement. Considérez, je vous
prie, quelles admirables commodités cette combinaison nous offre à tous, à
vous, à moi et au lecteur. Nous pouvons couper où nous voulons, moi ma rêverie,
vous le manuscrit, le lecteur sa lecture ; car je ne suspends pas la volonté
rétive de celui-ci au fil interminable d’une intrigue superfine. Enlevez une
vertèbre, et les deux morceaux de cette tortueuse fantaisie se rejoindront sans
peine. Hachez-la en nombreux fragments, et vous verrez que chacun peut exister
à part. Dans l’espérance que quelques-uns de ces tronçons seront assez vivants
pour vous plaire et vous amuser, j’ose vous dédier le serpent tout entier.
J’ai
une petite confession à vous faire. C’est en feuilletant, pour la vingtième
fois au moins, le fameux Gaspard de la
Nuit, d’Aloysius Bertrand (un livre connu de vous, de moi et de
quelques-uns de nos amis, n’a-t-il pas tous les droits à être appelé fameux ?)
que l’idée m’est venue de tenter quelque chose d’analogue, et d’appliquer à la
description de la vie moderne, ou plutôt d’une vie moderne et plus abstraite,
le procédé qu’il avait appliqué à la peinture de la vie ancienne, si
étrangement pittoresque.
Quel
est celui de nous qui n’a pas, dans ses jours d’ambition, rêvé le miracle d’une
prose poétique, musicale sans rythme et sans rime, assez souple et assez
heurtée pour s’adapter aux mouvements lyriques de l’âme, aux ondulations de la
rêverie, aux soubresauts de la conscience ?
C’est
surtout de la fréquentation des villes énormes, c’est du croisement de leurs innombrables
rapports que naît cet idéal obsédant. Vous-même, mon cher ami, n’avez-vous pas
tenté de traduire en une chanson le cri strident du Vitrier, et d’exprimer dans
une prose lyrique toutes les désolantes suggestions que ce cri envoie jusqu’aux
mansardes, à travers les plus hautes brumes de la rue ?
Mais,
pour dire le vrai, je crains que ma jalousie ne m’ait pas porté bonheur. Sitôt
que j’eus commencé le travail, je m’aperçus que non-seulement je restais bien
loin de mon mystérieux et brillant modèle, mais encore que je faisais quelque
chose (si cela peut s’appeler quelque chose) de singulièrement différent,
accident dont tout autre que moi s’enorgueillirait sans doute, mais qui ne peut
qu’humilier profondément un esprit qui regarde comme le plus grand honneur du
poëte d’accomplir juste ce qu’il a projeté de faire.
Votre
bien affectionné,
C. B.
A ARSÈNE HOUSSAYE
Mi querido amigo, le envío una pequeña obra, de la cual no se podría decir, sin injusticia, que no tiene ni pies ni cabeza, puesto que, al contrario, todo en ella es, al mismo tiempo, cabeza y pies, alternativa y recíprocamente. Considere, se lo ruego, qué admirables comodidades esta combinación nos ofrece a todos, a usted, a mí y al lector. Podemos cortar dónde queramos, yo mi ensoñación, usted el manuscrito, el lector la lectura; porque no dejo que la esquiva voluntad de éste quede pendiendo del hilo interminable de una intriga sutilísima. Saque usted una vértebra, y las dos partes de esta tortuosa fantasía volverán a juntarse sin esfuerzo. Despedácela en numerosos fragmentos, y verá que cada uno puede existir por separado. Con la esperanza de que algunos de estos trozos estarán lo bastante vivos para darle placer y entretenimiento, me atrevo a dedicarle la serpiente completa.
Tengo que hacerle una pequeña confesión. Hojeando, por vigésima vez al menos, el famoso Gaspar de la Noche, de Aloysius Bertrand (¿un libro que usted y yo, y algunos de nuestros amigos, conocemos no tiene todo el derecho a ser llamado famoso?), se me ocurrió la idea de intentar algo análogo, y de aplicar a la descripción de la vida moderna o, más bien, de una vida moderna y más abstracta, el procedimiento que él había aplicado a la pintura de la vida antigua, tan extrañamente pintoresca.
¿Quién de nosotros no ha soñado, en sus días de ambición, con el milagro de una prosa poética, musical sin ritmo y sin rima, lo bastante flexible y lo bastante abrupta como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones de la ensoñación, a los sobresaltos de la conciencia?
Es sobre todo de la frecuentación de las ciudades inmensas, del entrecruzamiento de sus innumerables relaciones, que nace ese ideal obsesivo. Usted mismo, mi querido amigo, ¿no ha intentado mostrar en una canción el grito estridente del Vidriero, y expresar en una prosa lírica todas las desoladoras sugerencias que ese grito lanza hasta las mansardas, a través de las más altas brumas de la calle?
Pero, para decir la verdad, temo que mi envidia no me haya traído suerte. Apenas comencé el trabajo, me di cuenta de que no sólo me quedaba muy lejos de mi misterioso y brillante modelo, sino incluso que hacía algo (si es que esto puede llamarse algo) singularmente diferente, accidente del cual cualquier otro fuera de mí se enorgullecería quizás, pero que no puede sino humillar profundamente a un espíritu que ve como el más grande honor del poeta realizar únicamente aquello que proyectó hacer.
Suyo muy afectuosamente,
VII
LE FOU ET LA VÉNUS
Quelle
admirable journée ! Le vaste parc se pâme sous l’œil brûlant du soleil, comme
la jeunesse sous la domination de l’Amour.
L’extase
universelle des choses ne s’exprime par aucun bruit ; les eaux elles-mêmes sont
comme endormies. Bien différente des fêtes humaines, c’est ici une orgie
silencieuse.
On
dirait qu’une lumière toujours croissante fait de plus en plus étinceler les
objets ; que les fleurs excitées brûlent du désir de rivaliser avec l’azur du
ciel par l’énergie de leurs couleurs, et que la chaleur, rendant visibles les
parfums, les fait monter vers l’astre comme des fumées.
Cependant,
dans cette jouissance universelle, j’ai aperçu un être affligé.
Aux
pieds d’une colossale Vénus, un de ces fous artificiels, un de ces bouffons
volontaires chargés de faire rire les rois quand le Remords ou l’Ennui les
obsède, affublé d’un costume éclatant et ridicule, coiffé de cornes et de
sonnettes, tout ramassé contre le piédestal, lève des yeux pleins de larmes
vers l’immortelle Déesse.
Et
ses yeux disent : — « Je suis le dernier et le plus solitaire des humains,
privé d’amour et d’amitié, et bien inférieur en cela au plus imparfait des
animaux. Cependant je suis fait, moi aussi, pour comprendre et sentir
l’immortelle Beauté ! Ah ! Déesse ! ayez pitié de ma tristesse et de mon délire
! »
Mais
l’implacable Vénus regarde au loin je ne sais quoi avec ses yeux de marbre.
VII
EL LOCO Y LA VENUS
¡Qué admirable día! El vasto parque desfallece bajo la
mirada abrasadora del sol, como la juventud bajo el dominio del Amor.
El éxtasis universal de las cosas no se expresa con ningún ruido; las aguas mismas están como adormecidas. Muy diferente es esto de las fiestas humanas, es una orgía silenciosa.
Podría decirse que una luz cada vez más intensa hace resplandecer
los objetos cada vez más; que las flores excitadas arden en deseos de rivalizar
con el azul del cielo por la energía de sus colores, y que el calor, volviendo
visibles los perfumes, los eleva hacia el astro como humaredas.
Sin embargo, en esta dicha universal, he divisado a un ser
afligido.
A los pies de una Venus colosal, uno de esos locos
artificiales, uno de esos bufones voluntarios encargados de hacer reír a los
reyes cuando el Remordimiento o el Hastío los molesta, vestido con un traje brillante
y ridículo, con un tocado de cuernos y de cascabeles, acurrucado junto al
pedestal, levanta los ojos llenos de lágrimas a la Diosa inmortal.
Y sus ojos dicen: —« Soy el último y el más solitario de
los seres humanos, privado de amor y de amistad, y mucho más inferior en eso
que el más imperfecto de los animales. Sin embargo, yo también estoy hecho para
comprender y sentir la inmortal Belleza. ¡Ah, Diosa! ¡Ten piedad de mi tristeza
y de mi delirio! ».
Pero la implacable Venus mira no sé qué a lo lejos con sus ojos de mármol.
Traducción, para Literatura & Traducciones, de Miguel Ángel Frontán
NOTA, para la edición italiana más abajo citada, de Massimo Colesanti:
Publicado en “La Presse”, el 26 de agosto de 1862. Por su estructura bipartita, con una primera parte descriptiva e idílica, serena, feliz, y una segunda parte narrativa y desolada, este poema puede compararse con Le Confiteor de l'artiste, y también con La Chambre double. Sigue siendo el poeta, la condición del poeta lo que está aquí en el centro del episodio, del cuadro, con su soledad, su diferencia, su deseo de Belleza y de Amor, mal “correspondido”, negado, insatisfecho. Pero Baudelaire introduce aquí, como figura simbólica del artista, a un bufón, que volveremos a encontrar en otros poemas (Le Vieux Saltimbanque, Une mort héroïque) —vénase nuestros respectivos comentarios. Ciertamente se puede pensar, como han hecho muchos comentaristas (Crépet-Blin, Kopp, Pichois), en el soneto La Beauté (XVII), en Les Fleurs du Mal: pero allí quien habla es la propia Belleza triunfante, y no una estatua; aquí la situación se invierte, y resulta despiadada para el pobre bufón.
VII
THE FOOL AND VENUS
What
a fine day! The vast park swoons under the burning eye of the sun, like youth
under Love’s dominion.
The
universal ecstasy of things no sound expresses; the waters themselves as if put
to sleep. Quite other than with human celebrations: here the orgy is silent.
It
would seem that light increasing steadily makes objects sparkle more and more;
that flowers in their excitement burn with desire to pit their colors against
the blue of the sky; and that heat, rendering their scent visible, lifts them
starward like smoke.
But
in this universal enjoyment, I noticed one unblessed being.
At
the feet of a colossal Venus, one of those made-up fools (voluntary buffoons
employed in getting kings to laugh when overtaken by Remorse or Ennui, all
tricked out in a loud and ridiculous costume, capped with horns and bells)
crouching down against the pedestal, lifted his tear-filled eyes towards the
immortal Goddess.
And
his eyes said: — “I am the last and the most solitary of human beings, deprived
of love and friendship, lower in that respect than the most imperfect animal.
Nevertheless, I too am made so as to comprehend and appreciate immortal Beauty!
Ah! Goddess! have pity on my sorrow, on my folly!”
But
implacable Venus gazes yonder towards who knows what with her eyes of marble.
Translated by Keith Waldrop
VII
IL BUFFONE E LA
VENERE
Che splendida giornata! Il vasto parco se la gode sotto
l’occhio bruciante del sole, come la giovinezza sotto il dominio dell’Amore.
L’estasi universale delle cose non si esprime con alcun
rumore; le acque stesse sono come addormentate. Ben diversamente dalle feste
umane, qui è un’orgia silenziosa.
Si direbbe che una luce sempre crescente renda le cose
via via più scintillanti; che i fiori eccitati ardano dal desiderio di
rivaleggiare con l’azzurro del cielo per l’intensità dei colori e che il caldo,
rendendo sensibili i profumi, li elevi come vapori verso l’astro.
Eppure in tutta questa gioia universale, ho visto un
essere afflitto.
Ai piedi di una Venere colossale, uno di quei folli
artificiali, uno di quei buffoni volontari, incaricati di far ridere i re
ossessionati dal Rimorso o dalla Noia, avvolto in un costume sgargiante e
ridicolo, la testa coperta di corna e sonagli, tutto rannicchiato contro il
piedistallo, alza occhi pieni di lacrime verso la Dea immortale.
E i suoi occhi dicono: «Sono l’ultimo e il più solitario
degli uomini, senza amore e amicizia, e assai inferiore in questo al più
imperfetto degli animali. Eppure anch’io sono fatto per capire e sentire
l’immortale Bellezza! Ah, Dea! Pietà della mia tristezza e del mio delirio!».
Ma l’implacabile Venere guarda non so cosa in lontananza
con i suoi occhi di marmo.
Traduzione
di Massimo Colesanti