ESPAÑA EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
(1809)
Do la tierra del Luso de cerca ve a su hermana
¿Qué pensáis que divide las dos rivales? ¿Suena
Acaso entre una y otra soberbia soberana
De un orgulloso Tajo la rica y larga vena?
¿Áspera se interpone una Sierra Morena?
¿O estupenda muralla cual la que abraza a China?
Ni muros, ni hondos ríos, ni de montes cadena
El límite dudoso determina,
Cual la que allá entre el Galo y el Español se empina.
Es solo un pobre arroyo de diáfanos cristales
Que nombre apenas tiene, si bien va comprimido
En su lecho de flores por dos reinos rivales.
Apoyado en su báculo ve el zagal con descuido
En paz las crespas ondas rodar con blando ruido
Entre pueblos que adversos ceban rencor insano.
No hay labriego en España que, a par de un duque erguido,
No mida la distancia entre un hispano
Y el vil entre los viles, el siervo lusitano.
Arrástrase no lejos de esta débil frontera
Del viejo Guadiana la corriente sombría
Con rumorosas aguas acaudalada y fiera;
Populares leyendas le dieron nombradía.
El Sarraceno y Godo sobre su orilla un día
Cubiertos pelearon de armaduras brillantes,
Y los fuertes cayeron, se heló la bizarría,
Y llevaron las ondas sollozantes
Cadáveres mezclados, y yelmos y turbantes.
¡Oh romántica España, nación gloriosa y brava!
¿Dónde está el estandarte que enarboló Pelayo
Cuando en su sed de sangre el padre de la Cava
Traidor trajo a su patria de la venganza el rayo?
¿Adónde de tus hijos el victorioso y gayo
Alarde de pendones? Brillaron las cristianas
Cruces; las Medialunas con pálido desmayo
Huyeron, y a las grutas más lejanas
Llevó el eco los llantos de madres mauritanas.
Publican las hazañas oscuros trovadores,
Y es ¡ay! el prez más bello que alcanza el heroísmo.
Cantará inciertas fechas voz de humildes pastores
Cuando arcos y columnas trague el tiempo en su abismo.
Del cielo torna. Orgullo, la mirada a ti mismo:
Salva una pobre cántiga de un héroe la memoria:
¿Huirás tú, en libro o mármol, del común cataclismo?
¿Sencilla tradición te dará gloria,
Muerta ya la lisonja, maldecido en la Historia?
¡Al campo, hijos de España! Al campo vuestra Diosa
Os llama -aquella antigua gentil Caballería:
Al aire de su casco no da la pluma airosa.
La formidable lanza no blande cual solía.
Hoy vuela en nubes de humo de ardiente artillería;
Con el tronar del bronce repite “¡España, cierra!”
“¡Cierra, España!” repite clamando noche y día.
¿Será más débil hoy que cuando
guerra
Apellidó en las costas de la andaluza tierra?
¿No escucháis los bufidos de bélicos corceles,
Y el choque y el estruendo? ¿No veis bajo la hoja
Del sable cual sucumben vuestros hermanos fieles,
Y cómo ya en arroyos su sangre el campo moja?
¡Volad a socorrerles en su mortal congoja!
¡Oh, guerra a los tiranos, y guerra a los sayones!
Encendiendo la Muerte su llamarada roja
Postra a cada explosión mil campeones;
Bate el Furor la tierra y tiemblan las Naciones.
¡He allí el Gigante armado sobre los montes! Muestra
De su melena en sangre cuajados los manojos,
Y mortíferos dardos en la terrible diestra.
Inquietos en sus órbitas revuelve ora los ojos,
Que abrasan donde miran -ya allá los clava, rojos.
Destrucción vigilante sus pies de bronce halaga.
Hoy lidian tres naciones para acopiar despojos
Empapados en sangre ante la aciaga
Deidad, que pide sangre y en su vapor se embriaga.
¡Por Dios, que es espectáculo hermoso a las miradas
De quien ni amigos tenga ni tenga allá parientes!
¡Tantas ricas banderas de colores bordadas!
¡Tantas armas al rayo del sol resplandecientes!
Como perros de presa que rechinan los dientes,
Al destrozo bramando la multitud se lanza.
¡Pocos verán el triunfo en tantos combatientes!
Toca a muchos morir, y la Matanza
Sus víctimas gozosa a numerar no alcanza.
Confundidas tres huestes ofrendas acarrean
Al común holocausto: se alza oración extraña
En tres lenguas distintas; tres pendones flamean ;
Tres voces hay de triunfo: ¡Francia! ¡Inglaterra! ¡España!
El agresor, la víctima y aquél que la acompaña -
Que combate por otros y provecho no espera -
Cual si nunca a sus techos llegase impia guadaña,
Dispútanse tu campo, Talavera,
Por dar pasto a los buitres y riego a la pradera.
¡Oh víctimas ya inertes de una ambición insana!
¿Qué os sirve bajo el césped del campo de la liza,
La Gloria que lo ilustra? ¡Recompensa harto vana!
Míseros instrumentos que un déspota destriza
Cuando de humanos miembros el camino tapiza
Que le conduce -¿adónde?- ¡a un sueño! De las manos
De aborrecido César el cetro se desliza;
Tierra suya no tienen los tiranos
Sino aquella do un día serán polvo y gusanos.
¡Oh Albuera, oh nombre infausto! ¿Ni quién pensara un día
Cuando a caballo Haroldo cruzaba tu llanura,
Que en término tan breve allí a encontrar vendría
El retador guerrero ingrata sepultura?
¡Paz a los que murieron! Vuele a la edad futura
De su valor la fama, no sin acerbo llanto.
Vendrán sucesos nuevos de gozo o de amargura;
¡Tu nombre, Albuera, rodará entretanto
En versos de él no dignos, en pasajero canto!
Traducciones poéticas, Bogotá, Librería Americana, 1889.
CHILDE HAROLD
Canto I Stanzas 32-43
Where Lusitania and her Sister meet,
Deem ye what bounds the rival realms divide?
Or ere the jealous queens of nations greet,
Doth Tayo interpose his mighty tide?
Or dark Sierras rise in craggy pride?
Or fence of art, like China's vasty wall? --
Ne barrier wall, ne river deep and wide,
Ne horrid crags, nor mountains dark and tall,
Rise like the rocks that part Hispania's land from Gaul:
But these between a silver streamlet glides,
And scarce a name distinguisheth the brook,
Though rival kingdoms press its verdant sides,
Here leans the idle shepherd on his crook,
And vacant on the rippling waves doth look,
That peaceful still 'twixt bitterest foemen flow;
For proud each peasant as the noblest duke:
Well doth the Spanish hind the difference know
'Twixt him and Lusian slave, the lowest of the low.
But ere the mingling bounds have far been pass'd,
Dark Guadiana rolls his power along,
In sullen billows, murmuring and vast,
So noted ancient roundelays among.
Whilome upon his banks did legions throng
Of Moor and Knight, in mailed splendour drest:
Here ceased the swift their race, here sunk the strong;
The Paynim turban and the Christian crest
Mix'd on the bleeding stream, by floating hosts oppress'd.
Oh, lovely Spain! renown'd, romantic land!
Where is that standard which Pelagio bore,
When Cava's traitor-sire first call'd the band
That dyed thy mountain streams with Gothic gore?
Where are those bloody banners which of yore
Waved o'er thy sons, victorious to the gale,
And drove at last the spoilers to their shore?
Red gleam'd the cross, and waned the crescent pale,
While Afric's echoes thrill'd with Moorish matrons' wail.
Teems not each ditty with the glorious tale?
Ah! such, alas! the hero's amplest fate!
When granite moulders and when records fail,
A peasant's plaint prolongs his dubious date.
Pride! bend thine eye from heaven to thine estate.
See how the Mighty shrink into a song!
Can Volume, Pillar, Pile, preserve thee great?
Or must thou trust Tradition's simple tongue,
When Flattery sleeps with thee, and History does thee wrong?
Awake, ye sons of Spain! awake! advance!
Lo! Chivalry, your ancient goddess, cries;
But wields not, as of old, her thirsty lance,
Nor shakes her crimson plumage in the skies:
Now on the smoke of blazing bolts she flies,
And speaks, in thunder through yon engine's roar:
In every peal she calls -- 'Awake! arise!'
Say, is her voice more feeble than of yore,
When her war-song was heard on Andalusia's shore?
Hark! -- heard you not those hoofs of dreadful note?
Sounds not the clang of conflict on the heath?
Saw ye not whom the reeking sabre smote;
Nor saved your brethren ere they sank beneath
Tyrants and tyrants' slaves? -- the fires of death,
The bale-fires flash on high: -- from rock to rock
Each volley tells that thousands cease to breathe;
Death rides upon the sulphury Siroc,
Red Battle stamps his foot, and nations feel the shock.
Lo! where the Giant on the mountains stands,
His blood-red tresses deep'ning in the sun,
With death-shot glowing in his fiery hands,
And eye that scorcheth all it glares upon;
Restless it rolls, now fix'd, and now anon
Flashing afar, -- and at his iron feet
Destruction cowers, to mark what deeds are done;
For on this morn three potent nations meet,
To shed before his shrine the blood he deems most sweet.
By Heaven! it is a splendid sight to see
(For one who hath no friends, no brother there)
Their rival scarfs of mix'd embroidery,
Their various arms that glitter in the air!
What gallant war-hounds rouse them from their lair,
And gnash their fangs, loud yelling for the prey!
All join the chase, but few the triumph share;
The Grave shall bear the chiefest prize away,
And Havoc scarce for joy can number their array.
Three hosts combine to offer sacrifice;
Three tongues prefer strange orisons on high;
Three gaudy standards flout the pale blue skies;
The shouts are France, Spain, Albion, Victory!
The foe, the victim, and the fond ally
That fights for all, but ever fights in vain,
Are met -- as if at home they could not die --
To feed the crow on Talavera's plain,
And fertilize the field that each pretends to gain.
There shall they rot -- Ambition's honour'd fools!
Yes, Honour decks the turf that wraps their clay!
Vain Sophistry! in these behold the tools,
The broken tools, that tyrants cast away
By myriads, when they dare to pave their way
With human hearts -- to what? -- a dream alone.
Can despots compass aught that hails their sway?
Or call with truth one span of earth their own,
Save that wherein at last they crumble bone by bone?
Oh, Albuera! glorious field of grief!
As o'er thy plain the Pilgrim prick'd his steed,
Who could foresee thee, in a space so brief,
A scene where mingling foes should boast and bleed!
Peace to the perish'd! may the warrior's meed
And tears of triumph their reward prolong!
Till others fall where other chieftains lead,
Thy name shall circle round the gaping throng,
And shine in worthless lays, the theme of transient song.