viernes, 20 de abril de 2012

Luis de Camoëns y Leopoldo Lugones





SONETO LXXX

Alma minha gentil, que te partiste
Tão cedo desta vida descontente,
Repousa lá no Céu eternamente,
E viva eu cá na terra sempre triste.

Se lá no assento etéreo, onde subiste,
Memória desta vida se consente,
Não te esqueças daquele amor ardente
Que já nos olhos meus tão puro viste.

E se vires que pode merecer-te
Alguma cousa a dor que me ficou
Da mágoa, sem remédio, de perder-te,

Roga a Deus, que teus anos encurtou,
Que tão cedo de cá me leve a ver-te,
Quão cedo de meus olhos te levou.





A LA MUERTE DE CATALINA DE ATAIDE

Alma mía gentil, que te partiste
Tan pronto de esta vida indiferente,
Reposa allá en el cielo eternamente,
Y viva yo en la tierra siempre triste.

Si en el etéreo asiento al cual subiste,
Memoria de esta vida se consiente,
No te olvides de aquel amor ardiente,
Aunque tan puro, que en mis ojos viste.

Y si vieras que puede merecerte
Algún caso el dolor que me quedó
Del daño irremediable de perderte,

Ruega a Dios, que tus años abrevió,
Que tan presto de acá me lleve a verte
Cuan pronto de mis ojos te llevó.