EL COLLAR DE ZAFIROS
de OMAR KAYAM
En
La Nación, de Buenos Aires, del 28 de marzo de 1926 publicó Lugones, con este
título, la traducción de cuarenta y cinco estrofas (cuartetas) de Omar Kayam.
La acompañó de una extensa exposición del estado cultural de Persia en la época
en que las mismas se compusieron y sobre la personalidad del autor, haciendo
presente que el título de la publicación obedece a simbolizar el zafiro en los
antiguos lapidarios la franqueza y la fidelidad. Recuerda también que las
cuartetas carecen de conexión episódica; ello justifica la forma de la actual
publicación.
(Nota de Pedro Miguel Obligado. Leopoldo Lugones. Obras poéticas completas. Aguilar, 1959.)
Todos saben que nunca murmuré una oración.
Que mis imperfecciones jamás ocultar quiero.
No sé si existen una justicia y un perdón.
Mas tengo confianza, pues siempre fui sincero.
*
Más allá de la tierra y lo infinito,
El cielo y el infierno perseguí.
Hasta que me anunció un solemne grito:
El cielo y el infierno están en ti.
*
Refugiado en mezquita, sinagoga o convento,
Por temor al infierno, busca el débil la calma.
Quien sabe la grandeza de Dios, no siembra en su alma
La cizaña del miedo ni del remordimiento.
*
Goza todos los frutos de la vida. Alza en todos
Los festines la copa más pródiga. No creas
Que Dios de nuestros vicios o virtudes se ocupa,
Los festines la copa más pródiga. No creas
Que Dios de nuestros vicios o virtudes se ocupa,
Ni te frustres ninguna felicidad que veas.
*
Otrora la mezquita frecuenté con empeño.
Si no rezaba, rico de esperanza volvía,
Ahora voy todavía
A las mezquitas donde la sombra es grata al sueño.
*
El Creador no habría formado deleznable,
Sino para su propia destrucción, todo ser.
Si ello fuera por feo, ¿quién es el responsable?
Si fuera por hermoso, no acierto a comprender.
*
Por la variada tierra va uno que no es creyente.
Infiel, rico ni pobre; ni Dios ni ley acata.
Que en la verdad no cree, ni de aseverar trata.
¿Quién será ese hombre triste, valeroso y prudente?
*
Faz de la dicha ajena, voces de amor: vuestro arte
Es, conmigo, ilusorio. Yo sé lo que he elegido,
Y cuando alguien me dice: «Dios ha de perdonarte»,
Rechazo sereno ese perdón que no he pedido.
*
No me arredra la muerte. Prefiero su sentencia
Inapelable, a aquella que al nacer me impusieron.
¿Qué es la vida? Un presente que a mi pesar me hicieron.
Y a devolver me afronto con fría indiferencia.
*
El vasto mundo, un grano de polvo en el espacio.
La ciencia de los hombres, palabras. La miríada
De pueblos, bestias, plantas de los climas, espectros.
Y el fin de tus perpetuas meditaciones, nada.
*
La vida es un monótono juego en el que estás cierto
De aquestas dos ganancias: dolor y muerte impía.
Dichoso el niño que al nacer ha muerto.
Y el que no vino al mundo, más feliz todavía.
*
Sueño
sobre la tierra. Bajo la tierra sueño.
Sobre y
bajo ella, cuerpos tendidos de igual modo.
Vana
cualquiera senda, vano cualquier empeño.
Unos
humanos llegan y otros se van, y es todo.
*
Mi
nacimiento al mundo ningún bien ha traído.
Su
esplendor, con mi muerte, no ha de disminuir.
Nadie
puede explicarme por qué es que aquí he venido,
Ni por
qué he de partir.
*
Sólo
aquel que se cree sabio y aquel que nada
Quiere
saber, alcanzan la dicha. Yo explorar
Intenté
los secretos del mundo, y volví solo.
Envidiando
a los ciegos que encontraba al pasar.
*
Escucha
este profundo secreto de la suerte:
Cuando
iluminó al mundo la primera alborada.
No era
ya Adán más que una criatura desdichada.
Que
invocaba la noche, que llamaba la muerte.
*
Plantas,
perfumes, copas, labios, ojos, cabellos;
Bajo el
tiempo mudable, juguetes todos ellos.
Virtud,
piedad, constancia, penas, loas, querellas:
Bajo el
soplo del tiempo, cenizas todas ellas.
*
Con
lámparas apagadas y esperanzas encendidas,
Amanece.
Con
lámparas encendidas y esperanzas apagadas.
Anochece.
*
Ajeno a
lo que puede traerte la fortuna.
Trata hoy de ser dichoso. Llena tu copa ufana.
Y bebe,
reposándote al claro de la luna
Que
inútilmente, acaso, te buscará mañana.
*
Mi
juventud florece de nuevo. ¡Vino! ¡Vino!
Si
embriaga bien, no importa la clase del licor
Ni haré
melindres, porque fácilmente adivino
Que al
fin me saldrá amargo, cual la vida al mejor.
*
Sólo me
importe el vino por tu copa brindado.
Tu boca
es el más bello clavel de los hechizos.
Que el
vino era como tus mejillas, rosado,
Y mis
remordimientos leves como tus rizos.
*
Tuve
sueño y me dijo la cordura: «Las rosas
De la
dicha, en el sueño no acostumbran abrir.
¡Resístete
a ese hermano de la muerte! ¡Alza el vaso!
Tienes
la eternidad para dormir.»
*
¡Vino
que a mi alma enferma dé un bálsamo divino!
¡Vino
de aroma grato! ¡Vino color de rosa!
iVino
que apague el fuego de mis dolores! ¡Vino!...
Y tu
laúd de cuerdas de seda, ¡oh mi amorosa!
*
El
cielo es a manera de una copa volcada
Bajo la
cual, a tientas, van filósofo y sabio.
Todo el
amor agota gozando con tu amada.
Cual se
dan jarra y copa su sangre labio a labio.
*
« ¡No
bebas más—me dicen—, oh Kayam! » Yo replico:
«Cuando
bebo, comprendo lo que dicen la rosa,
El
tulipán, el lino y el jazmín; y me explico
Hasta
lo que no puede decirme mi amorosa.
*
Caeremos
en la senda del amor, pisoteados
Por el
Destino. ¡Oh niña que la embriaguez me das!
Ven
ahora, a ofrecérmela en tus labios amados.
Que
pronto será un poco de polvo y nada más.
*
Reserva
mi tristeza, como el pájaro herido
Para
morir se oculta: ¡Vino, ironía alada!
¡Más
vino, rosas, cantos! Y en delicioso olvido
Tu
indiferencia para mi pena, ¡oh bien amada!
*
Un
pedazo de pan, un poco de agua fresca.
La
sombra de algún árbol y tus ojos. No existe
Comparado
conmigo.
Ni
sultán más dichoso, ni mendigo más triste.
Amor
que no atormenta, no es amor. El
brasero
¿Quema, acaso, lo mismo que el tizón ardedor?
¿Quema, acaso, lo mismo que el tizón ardedor?
Día y
noche, durante su vida, el verdadero
Amante,
se consume de alegría y dolor.
*
Vil
corazón el que no sabe darte
En la
embriaguez de amor, ciencia y fortuna.
Si no
amas, ¿cómo pueden encantarte
El sol
ardiente ni la fresca luna?
*
La amapola,
en la sangre de algún rey enterrado,
Sorbe
su rojo ardiente.
La violeta
nace del lunar agraciado
Que fue
estrella en el rostro de alguna adolescente.
*
Sentado
ante su torno vi ayer un alfarero,
Que al
modelar las asas y los flancos del vaso,
Iba
amasando, acaso,
Con
cráneos de sultanes, manos de pordioseros.
*
Seguir
quisieran todos el rumbo verdadero.
Sendero
que unos buscan y otros dan por hallado.
Hasta
que un día oímos este apotegma honrado:
«No hay
rumbo ni sendero.»
*
Conténtate
con pocos amigos. No procures
Eternizar
en nadie tu propia simpatía.
Y antes
de dar tu mano, bueno es que te asegures
Si la
otra que estrechas no ha de golpearte un día.
*
Huyen los
días, rápidos como el agua del río
O el
viento del desierto, que a ningún punto va.
Dos de
ellos menosprecia mi indiferente hastío:
El que
pasó ayer y el que mañana llegará.
*
Los
sabios y filósofos más ilustres, marcharon
Entre
las densas sombras de la duda, aunque fueron
Las
antorchas de su época. ¿Qué hicieron? Pronunciaron
Algunas
frases vagas y después se durmieron.
*
He aquí
la verdad única: Somos cual los peones
Del
ajedrez con que hace Dios su eterna jugada.
El nos
mueve y detiene, cambia las posiciones.
Y luego
vuelve a echarnos en el cofre de la nada.
*
Un día
en la taberna, pregunté, cual se debe,
A un
anciano filósofo, por los que ya se han ido.
Y así
me respondió cauto y cumplido:
—No
volverán. Es todo lo que sé. Calla y bebe.
*
Tuve
ilustres maestros y mi saber triunfó.
Cuando
ahora evoco al sabio que fui, comparo el caso
Con el
agua que toma la forma de su vaso,
O bien
con la humareda que el viento disipó.
*
¿Cuándo
es que nací? ¿Cuándo moriré? ¿Quién recuerda
Su
primer día? El último, ¿quién podría fijar?
Ven, mi
flexible amada, quiero pedirle al vino
Que esa
eterna ignorancia me permita olvidar.
*
¿Dónde
irá ese jinete que en la tarde ha pasado?
¿Al
bosque? ¿Al llano? ¿Dónde?... ¡No sé! ¿Cómo estaré
Mañana?
¿Encima o bajo la tierra acostado?
No sé…
No sé…
*
Que tu
sabiduría no moleste al vecino.
Domina
orgullo y cólera, y si alcanzar supieras
La paz definitiva,
sonríele al Destino
Que te
hiere implacable, pero tú nunca hieras.
*
Olvídate
del premio que ayer te fue negado.
Sé
feliz. No te entregues a sufrir ni a esperar.
Lo que
viene está escrito ya en el libro ignorado
Que el
soplo de lo eterno va hojeando al pasar.
*
Tu vida
no fue inútil si en tu pecho ha logrado
La bien
plantada rosa del amor florecer.
Si
entender la palabra de Dios has procurado,
Y si
alzaste la copa, sonriendo al placer.
*
Si
avaro dolor hasta las lágrimas te quita,
Las
llovidas praderas evoca con cariño.
Si, harto del día, anhelas que una noche infinita
Sepulte
al mundo, acuérdate del despertar de un niño.
*
Cierra
tu Corán. Piensa libremente y amplía
Tu
visión sobre el mundo. Con todo miserable
Comparte
lo que tengas. Perdona al que es culpable
No
entristezcas a nadie, y oculta tu ironía.