martes, 12 de mayo de 2020

Santa Catalina de Siena: El Diálogo, capítulo XXI


EL DIÁLOGO
capítulo XXI


Y puesto que te dije que con el Verbo Unigénito mi Hijo yo había hecho un puente, y tal es la verdad, quiero que sepáis, hijos míos, que el camino quedó cortado por el pecado y desobediencia de Adán, de modo que nadie podía alcanzar la vida duradera; y nadie me daba gloria del modo en que debían hacerlo, pues ya no tenían parte del bien para el que los había creado, a mi imagen y semejanza. Y como no lo tenían no se cumplía mi verdad. Esa verdad es que yo lo había creado para que tuviese la vida eterna, y tuviera parte conmigo y gustara la suma y eterna dulzura y bondad mías. Debido al pecado, no alcanzaba este fin y esta verdad no se cumplía. Esto sucedía porque la culpa había cerrado el cielo y la puerta de mi misericordia.
Esta culpa hizo brotar espinas y tribulaciones, con muchas molestias; la criatura se encontró con la rebelión contra sí misma, en cuanto se hubo rebelado contra mí; contra ella misma se rebeló.
La carne se alzó de inmediato contra el espíritu, perdiendo el estado de inocencia, y el hombre se convirtió en un animal inmundo. Y todas las criaturas le fueron rebeldes, mientras que, al contrario, le habrían sido obedientes si se hubiera conservado en el estado en que lo puse. Al no permanecer en él, transgredió mi obediencia, y mereció muerte eterna en el alma y en el cuerpo.
En cuanto hubo pecado, surgió un río tempestuoso que siempre lo zarandea con sus olas, y lo hace padecer fatigas y molestias de sí mismo, y molestias del demonio y del mundo. Todos os hundíais, porque ninguno, a pesar de todas sus obras justas, podía alcanzar la vida eterna. Y por eso yo, queriendo remediar a tantos males vuestros, os he dado el puente de mi Hijo para que, al atravesar el río, no os ahoguéis. Y ese río es el mar tempestuoso de esta tenebrosa vida.
Mira cuánto me debe la criatura a mí, y qué ignorante es cuando quiere incluso ahogarse y no agarrarse del remedio que yo le he dado.

SANTA CATALINA DE SIENA
Traducción, para Literatura & Traducciones, de Miguel Ángel Frontán

 E perché Io ti dixi che del Verbo de l’unigenito mio Figliuolo avevo facto ponte, e cosí è la veritá, voglio che sappiate, figliuoli miei, che la strada si ruppe, per lo peccato e disobedienzia d’Adam, per si facto modo che neuno potea giognere a vita durabile; e non mi rendevano gloria per quel modo che dovevano, non participando quel bene per lo quale Io gli avevo creati a la imagine e similitudine mia. E non avendolo, non s’adempiva la mia veritá. Questa veritá è che Io l’avevo creato perché egli avesse vita etterna, e participasse me e gustasse la somma ed etterna dolcezza e bontá mia. Per lo peccato suo non giogneva a questo termine, e questa veritá non s’adempiva. E questo era però che la colpa aveva serrato ci cielo e la porta della misericordia mia.
Questa colpa germinò spine e tribolazioni con molte molestie; la creatura trovò ribellione a se medesima subbito che ebbe ribellato a me; esso medesimo si fu ribello.
La carne impugnò subbito contra lo spirito, perdendo lo stato della innocenzia, e diventò animale immondo. E tutte le cose create gli furono ribelle, dove in prima gli sarebbero state obedienti se egli si fusse conservato nello stato dove Io el posi. Non conservandosi, trapassò l’obedienzia mia, e meritò morte etternale ne l’anima e nel corpo.
E corse, disúbbito che ebbe peccato, uno fiume tempestoso che sempre ci percuote con fonde sue, portando fadighe e molestie da sé, e molestie dal dimonio e dal mondo. Tutti annegavate, perché veruno, con tutte le sue giustizie, non poteva giognere a vita etterna. E però Io, volendo rimediare a tanti vostri mali, v’ho dato il ponte del mio Figliuolo, acciò che passando ci fiume non annegaste. EI quale fiume è il mare tempestoso di questa tenebrosa vita.
Vedi quanto è tenuta la creatura a me! e quanto è ignorante a volersi pure annegare e non pigliare il remedio ch’ Io l’ho dato!