La poeta mexicana, nacida en Montevideo, la hija de Sara de Ibáñez, Ulalume González de León (1932-2009) fue, también, una eximia traductora. Vayan aquí como pequeño homenaje estas tres estupendas versiones de Mallarmé, quizás el poeta francés más favorecido en castellano en cuanto a traductores de calidad se refiere.
Sonnets
I
Quand l’ombre menaça de la fatale loi
Tel vieux Rêve, désir et mal de mes vertèbres,
Affligé de périr sous les plafonds funèbres
Il a ployé son aile indubitable en moi.
Luxe, ô salle d’ébène où, pour séduire un roi
Se tordent dans leur mort des guirlandes célèbres,
Vous n’êtes qu’un orgueil menti par les ténèbres
Aux yeux du solitaire ébloui de sa foi.
Oui, je sais qu’au lointain de cette nuit, la Terre
Jette d’un grand éclat l’insolite mystère,
Sous les siècles hideux qui l’obscurcissent moins.
L’espace à soi pareil qu’il s’accroisse ou se nie
Roule dans cet ennui des feux vils pour témoins
Que s’est d’un astre en fête allumé le génie.
II
Le vierge, le vivace et le bel aujourd’hui
Va-t-il nous déchirer avec un coup d’aile ivre
Ce lac dur oublié que hante sous le givre
Le transparent glacier des vols qui n’ont pas fui!
Un cygne d’autrefois se souvient que c’est lui
Magnifique mais qui sans espoir se délivre
Pour n’avoir pas chanté la région où vivre
Quand du stérile hiver a resplendi l’ennui.
Tout son col secouera cette blanche agonie
Par l’espace infligée á l’oiseau qui le nie,
Mais non l’horreur du sol où le plumage est pris.
Fantôme qu’à ce lieu son pur éclat assigne,
Il s’immobilise an songe froid de mépris
Que vêt parmi l’exil inutile le Cygne.
III
Victorieusement fui le suicide beau
Tison de gloire, sang par écume, or, tempête!
O rire si là-bas une pourpre s’apprête
A ne tendre royal que mon absent tombeau.
Quoi! de tout cet éclat pas même le lambeau
S’attarde, il est minuit, à l’ombre qui nous fête
Excepté qu’un trésor présomptueux de tête
Verse son caressé nonchaloir sans flambeau,
La tienne si toujours le délice! la tienne
Oui seule qui du ciel évanoui retienne
Un peu de puéril triomphe en t’en coiffant
Avec clarté quand sur les coussins tu la poses
Comme un casque guerrier d’impératrice enfant
Dont pour te figurer il tomberait des roses.
STÉPHANE MALLARMÉ
I
Cuando con ley fatal lo amenazó la sombra,
el viejo Sueño —plaga, deseo de mis vértebras—,
triste de perecer bajo fúnebres techos,
plegó en mí sus puntuales alas. ¡Oh lujo, estancia
de ébano en que sólo por seducir a un rey
tan célebres guirnaldas muriendo se retuercen,
un orgullo mentido por las tinieblas eres
para este solitario al que la fe deslumbra.
Yo sé que en lo lejano de esta noche la Tierra
lanza el misterio insólito de su fulgor enorme
bajo siglos grotescos que la oscurezcan menos.
Crezca o se niegue, idéntico a sí mismo el espacio,
arrastra en ese hastío viles fuegos testigos
de que un astro, entre fiestas, ha iluminado al genio.
II
El virgen, el vivaz, el hermoso presente,
¿desgarrará de un golpe de ala ebria este duro
lago, olvidado ya, que asedia bajo escarcha
el glaciar transparente de no emprendidos vuelos?
Un cisne de otro tiempo recuerda que magnífico
pero sin esperanza, es él quien se libera
por no haber celebrado la región de vivir
cuando del yermo invierno resplandeció el hastío.
Sacudirá su cuello esa blanca agonía
que el espacio ha infligido al ave que lo niega,
mas no el horror del suelo que apresa a su plumaje.
Fantasma que a este sitio su puro brillo asigna,
se pasma ya en el sueño helado del espacio
que el Cisne viste en medio de su inútil exilio.
III
Triunfalmente evadido el hermoso suicidio,
¡tizón de gloria, sangre por espuma, oro, rayo!
Oh risa si a lo lejos la púrpura se apresta,
regia, a no decorar sino mi tumba ausente.
¡Cómo!, de aquel incendio ni un jirón se demora
—es medianoche— aquí, en nuestra sombra en fiesta,
salvo este presuntuoso tesoro, esta cabeza
que vierte acariciada indolencia sin luces:
la tuya, la que siempre es delicia, la tuya,
única que del cielo desvanecido guarda
algo de la pueril victoria, coronada
de claridad ahora que en el cojín la posas
como un casco guerrero de emperatriz infante
que para figurarte dejara caer rosas.
ULALUME GONZÁLEZ DE LEÓN
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