viernes, 18 de agosto de 2023

Remy de Gourmont: Sobre Poe y Baudelaire

MARGINALIA SOBRE EDGAR POE Y BAUDELAIRE 

1 a 10

11 a 20

21.

 

¿Qué habría pensado Poe de estos sarcasmos de Baudelaire?: “Usted es un hombre feliz. Yo lo compadezco por ser tan fácilmente feliz. Es preciso que un hombre haya caído muy bajo para creerse feliz” (carta a Jules Janin).

Poe no habría escrito eso, pero quizá lo habría entendido, aunque con horror. Fue en 1847, quizá ya en 1846, cuando Baudelaire tuvo conocimiento de algunos cuentos de Poe, que no moriría hasta 1849. Sin embargo, a pesar de la “singular conmoción” que sintió al leerlos (carta a Armand Fraisse), no parece que haya pensado en escribirle al autor. Tampoco parece que Poe haya estado al tanto de las primeras traducciones de Baudelaire, publicadas en 1848.

 

22.

 

Otro aforismo que habría indignado a Edgar Poe:

“El amor es el gusto por la prostitución” (Cohetes).

Pero esta frase brutal de desprecio se transforma en noción filosófica por los comentarios de Baudelaire:

“Ni siquiera existe un placer noble que no pueda reducirse a la prostitución.

En un espectáculo, en un baile, todos gozan de todos.

¿Qué es el arte? Prostitución”.

Y, en Mi corazón al desnudo:

“El ser más prostituido es el ser por excelencia, es decir, Dios”.

A esta idea de prostitución Baudelaire parece vincular el “placer de estar en medio de la multitud”. Poe, al escribir The Man of the Crowd (El hombre de la multitud), parte de una idea completamente distinta, menos original, ciertamente, y menos filosófica.

 

23.

 

Villiers de l'Isle-Adam era un apasionado seguidor de todos los progresos mecánicos, como puede verse en algunos cuentos, y especialmente en La Eva futura.

Pero no se embriagaba con el progreso: lo utilizaba, y con una ironía bastante irrespetuosa. Edgar Poe tenía una actitud bastante parecida.

Su forma de reírse del progreso era superarlo con su imaginación. Así lo hizo Villiers, en La Eva futura. Baudelaire, que no se interesaba por la mecánica, dice: “¡Qué puede haber más absurdo que el Progreso, puesto que el hombre, como lo prueba el hecho cotidiano, es siempre semejante e igual al hombre, es decir, que siempre está en estado salvaje! ¿Qué son los peligros de la selva y de la pradera comparados con los choques y conflictos cotidianos de la civilización? Tanto si el hombre abraza a su víctima en el bulevar como si acuchilla a su presa en un bosque desconocido, ¿no es acaso el hombre eterno, es decir, el más perfecto animal de presa?” (Cohetes.)

Baudelaire, que no tenía ningún talento de novelista ni de director de escena, les da enseguida a sus ideas un giro filosófico.

 

24.

 

Baudelaire es malvado, demoníaco, lo sabe, lo disfruta, tiene miedo de sí mismo. Poe, débil, triste y enfermo, siente horror de sí mismo, pero también se compadece.

 

25.

 

Incluso más que Poe, Baudelaire tiene ese tipo de pensamientos con los que podrían componerse libros: “La superstición es el reservorio de todas las verdades” (Mi corazón al desnudo).

 

26.

 

Del Baudelaire de sus últimos años, de nuevo, proviene esta máxima, que habría hecho estremecer a Poe y que uno citaría impunemente como si fuera de Nietzsche: “Antes que nada, sé un gran hombre y un santo para ti mismo” (Mi corazón al desnudo).

A pesar de tantas similitudes cuántas diferencias existen entre el autor de Ulalume y el hombre que escribió sobre las Flores de Mal:

“¿Tengo que decirle, a usted que no lo ha adivinado más que los demás, que en ese libro atroz he puesto todo mi corazón, toda mi ternura, toda mi religión (disfrazada), todo mi odio? Es verdad que escribiré lo contrario, que juraré que es un libro de arte puro, de payasadas, de malabarismos, y que mentiré descaradamente”. Dice en un Prefacio inédito de Las Flores del Mal: "No es para mis mujeres, mis hijas o mis hermanas para quienes se ha escrito este libro; tampoco para las mujeres, las hijas o las hermanas de mi prójimo. Les dejo esa función a quienes tienen interés en confundir las buenas obras con el bello lenguaje”. Edgar Poe no habría confundido “las buenas acciones con el bello lenguaje”, pero habría dicho esto de otra manera.

 

27.

 

Baudelaire mejoró a la vez que enturbió, con su gusto oratorio, la prosa más bien seca de Edgar Poe. En su traducción admirable, hay finales de frase en los que el pensamiento parece traicionado en favor de la forma. ¿Hay que lamentarlo? Tal vez, pero los poetas hacen muchas otras cosas, y la rima los tiraniza mucho más que la cadencia a los prosistas. El sentido de la cadencia en la prosa no tiene nada en común con el sentido de la música; es un sentido totalmente fisiológico. Ritmamos nuestras sensaciones, oscuramente, como gritos de alegría o gritos prolongados de dolor. Y todo se matiza de este modo, adaptándose mejor al pensamiento en prosa que en verso. La prosa es una herramienta más complicada y al mismo tiempo más flexible, ¡pero que se desvía con mucha facilidad!

 

28.

 

Baudelaire, uno de los cinco o seis grandes poetas del siglo XIX, es quizás incluso superior como prosista. Mucho más que Gautier, él fue el impecable; el orgullo frío de su estilo altivo y seguro de sí mismo es único en la literatura francesa. Es el maestro por excelencia de todas las mentes que no se han dejado contaminar por el sentimentalismo.

 

29.

 

Eureka es una especie de poema filosófico en prosa en el que se exponen ideas panteístas, oscuras, extrañas, personalísimas: “Lo que llamamos universo no es más que la expansión natural del ser. Un día, después de mil evoluciones, nuestra conciencia individual comenzará a oscurecerse; nuestra conciencia divina aumentará; sentiremos verdaderamente nuestra identidad con el Ser, y de todas las conciencias fundidas en una se rehará el Uno absoluto, perturbado desde el principio de los siglos por la existencia de los individuos”. La filosofía de los cuentos es enteramente psicológica: es pesimista, admite el mal originario, la perversidad natural del hombre: “La certeza del pecado o del error incluido en un acto es a menudo la única fuerza invencible que nos empuja a realizarlo”. Tales pensamientos sedujeron a Baudelaire, que se halló a sí mismo en ellos con una especie de estupefacción. El pesimismo de Poe es el más amargo y más altivo: “Si estuviera despierto, me gustaría morir. Pero ahora no hay razón para desearlo. El estado magnético está lo bastante cerca de la muerte como para satisfacerme” (Revelación magnética).

 

Death ! Death ! o amiable lovely death !

Thou odoriferous stench !

 

[¡Muerte!¡Muerte! ¡Oh amable y encantadora muerte! / ¡Oh tú, odorífero hedor!] dice Shakespeare en El rey Juan. También Poe acaricia a la muerte.

 

My love, she sleeps ! O may her sleep,

As it is lasting, so be deep !

Soft may the worms about her creep !

 

[¡Amor mío, ella duerme! ¡Oh, que sea su sueño

tan duradero como profundo!

Que suavemente se arrastren los gusanos en torno suyo.]

 

 

30.

       En El caso de Mr Bedloe, Poe define más o menos lo que se entiende actualmente por sugestión: una voluntad que suprime otra voluntad, dejando subsistir únicamente, al menos para toda una serie de hechos, una inteligencia inconsciente a merced de la influencia exterior.


21.

Qu’aurait pensé Poe de ces sarcasmes de Baudelaire : « Vous êtes un homme heureux. Je vous plains, moi, d’être si facile­ment heureux. Faut-il qu’un homme soit tombé bas pour se croire heureux ! » (Lettre à Jules Janin.)

Poe n’eût pas écrit cela, mais peut-être l’aurait-il compris, quoique avec épouvante. C’est en 1847, peut-être dès 1846, que Baudelaire eut connaissance de quelques contes de Poe, qui ne devait mourir qu’en 1849. Or, malgré la «commotion singu­lière» qu’il éprouva à cette lecture (Lettre à Armand Fraisse), il ne paraît pas qu’il ait songé à l’écrire à l’auteur. Il ne paraît pas non plus que Poe ait été informé des premières traductions de Baudelaire, publiées en 1848.

22.

Autre aphorisme qui eût indigné Edgar Poe :

« L’amour, c’est le goût de la prostitution. » (Fusées.)

Mais ce mot de dénigrement brutal se transforme en une notion philosophique par les commentaires de Baudelaire :

« Il n’est même pas de plaisir noble qui ne puisse être ra­mené à la prostitution.

« Dans un spectacle, dans un bal, chacun jouit de tous.

« Qu’est-ce que l’art ? prostitution. »

Et, dans Mon cœur mis à nu :

« L’être le plus prostitué, c’est l’être par excellence, c’est Dieu. »

À cette idée de prostitution Baudelaire semble rattacher le « plaisir d’être dans les foules ». Poe, en écrivant L’Homme des foules, part d’une toute autre idée, moins originale, certes, et moins philosophique.

23.

Villiers de l’Isle-Adam suivait avec passion tous les progrès mécaniques, comme l’attestent tel conte, et surtout L’Ève fu­ture.

Mais le progrès ne le grisait pas : il s’en servait, et avec une ironie plutôt irrespectueuse. Edgar Poe avait une attitude assez semblable.

Sa manière de rire du progrès est de le dépasser par ses imaginations. Ainsi Villiers, dans L’Ève future. Baudelaire, que la mécanique n’intéressait pas, dit : « Quoi de plus absurde que le Progrès, puisque l’homme, comme cela est prouvé par le fait journalier, est toujours semblable et égal à l’homme, c’est-à- dire toujours à l’état sauvage ! Qu’est-ce que les périls de la fo­rêt et de la prairie auprès des chocs et des conflits quotidiens de la civilisation ? Que l’homme enlace sa dupe sur le boulevard ou perce sa proie dans des forêts inconnues, n’est-il pas l’homme éternel, c’est-à-dire l’animal de proie le plus parfait ? » (Fusées.)

Baudelaire, qui n’avait aucun des talents du romancier, du metteur en scène, donne immédiatement à ses idées un tour philosophique.

24.

Baudelaire est mauvais, démoniaque, le sait, en jouit, a peur de lui-même. Poe, faible, triste et malade, a horreur de lui-­même, mais il en a aussi pitié.

25.

Baudelaire a, plus encore que Poe, de ces pensées dont on ferait des livres : « La superstition est le réservoir de toutes les vérités. » (Mon cœur mis à nu.)

26.

Du Baudelaire des dernières années, encore, cette maxime, dont Poe eût tressailli et qu’on citerait impunément comme de Nietzsche ; « Avant tout, être un grand homme et un saint pour soi-même. » (Mon cœur mis à nu.)

Avec tant de ressemblances que de différences entre l’auteur d’Ulalume et celui qui écrivait à propos des Fleurs du Mal :

« Faut-il donc vous dire, à vous, qui ne l’avez pas deviné plus que les autres, que, dans ce livre atroce, j’ai mis tout mon cœur, toute ma tendresse, toute ma religion (travestie), toute ma haine ? Il est vrai que j’écrirai le contraire, que je jurerai que c’est un livre d’art pur, de singerie, de jonglerie, et je mentirai comme un arracheur de dents. » Il dit en une Préface inutilisée des Fleurs du Mal : « Ce n’est pas pour mes femmes, mes filles ou mes sœurs que ce livre a été écrit ; non plus que pour les femmes, les filles ou les sœurs de mon voisin. Je laisse cette fonction à ceux qui ont intérêt à confondre les bonnes actions avec le beau langage. » Edgar Poe n’aurait pas confondu « les bonnes actions avec le beau langage », mais il eût dit cela autrement.

27.

Baudelaire améliora à la fois et troubla, par son goût ora­toire, la prose un peu sèche d’Edgar Poe. Il y a dans sa tra­duction admirable des fins de phrases où la pensée semble trahie au profit de la forme. Est-ce fâcheux ? peut-être, mais les poètes en font bien d’autres, et la rime les tyrannise bien plus que la cadence les prosateurs. Le sens de la cadence en prose n’a rien de commun avec le sens de la musique ; c’est un sens tout physiologique. On rythme sa sensation, obscurément, comme des cris de joie, des cris de douleur prolongés. Et tout se nuance ainsi, s’adapte à la pensée mieux en prose qu’en vers. La prose est un outil plus compliqué et en même temps plus souple, mais qui dévie si facilement !

28.

Baudelaire, l’un des cinq ou six grands poètes du dix-­neuvième siècle, est peut-être supérieur encore comme prosa­teur. Bien plus que Gautier, il fut l’impeccable ; la fierté froide de son style hautain et sûr est unique dans la littérature fran­çaise. Il est le maître par excellence de tous les esprits qui ne se sont pas laissé contaminer par le sentimentalisme.

29.

Eureka est une sorte de poème philosophique en prose où sont exposées des idées panthéistes, obscures, étranges, toutes personnelles : « Ce que nous appelons univers n’est que l’ex­pansion naturelle de l’être. Un jour, après mille évolutions, notre conscience individuelle ira s’obscurcissant ; notre cons­cience divine augmentera ; nous sentirons vraiment notre iden­tité avec l’Être, et de toutes les consciences fondues en une se refera l’Un absolu, troublé depuis le commencement des siècles par l’existence des individus. » La philosophie des contes est toute psychologique : il est pessimiste, il admet le mal originaire, la perversité naturelle de l’homme : « La certitude du péché ou de l’erreur incluse dans un acte est souvent l’unique force, invincible, qui nous pousse à son accomplissement. » De telles pensées séduisaient Baudelaire qui s’y retrouvait lui- même avec une sorte de stupeur. Le pessimisme de Poe est le plus amer et le plus hautain : « Si j’étais éveillé, j’aimerais mourir. Mais maintenant il n’y a plus lieu de le désirer. L’état magnétique est assez près de la mort pour me contenter. » (Révélation magnétique.)

 

Death ! Death ! o amiable lovely death !

Thou odoriferous stench !

 

dit Shakespeare dans Le Roi Jean. Poe, lui aussi, caresse la mort.

 

My love, she sleeps ! O may her sleep,

As it is lasting, so be deep !

Soft may the worms about her creep !

30.

Dans Le Cas de M. Bedloe, il définit à peu près ce qu’on en­tend actuellement par suggestion, une volonté abolissant une autre volonté, ne laissant subsister, au moins pour toute une série de faits, qu’une intelligence inconsciente à la merci de l’in­fluence extérieure.