MARGINALIA SOBRE EDGAR POE Y BAUDELAIRE
21.
¿Qué habría pensado Poe de estos
sarcasmos de Baudelaire?: “Usted es un hombre feliz. Yo lo compadezco por ser
tan fácilmente feliz. Es preciso que un hombre haya caído muy bajo para creerse
feliz” (carta a Jules Janin).
Poe no habría escrito eso, pero
quizá lo habría entendido, aunque con horror. Fue en 1847, quizá ya en 1846,
cuando Baudelaire tuvo conocimiento de algunos cuentos de Poe, que no moriría
hasta 1849. Sin embargo, a pesar de la “singular conmoción” que sintió al
leerlos (carta a Armand Fraisse), no parece que haya pensado en escribirle al
autor. Tampoco parece que Poe haya estado al tanto de las primeras traducciones
de Baudelaire, publicadas en 1848.
22.
Otro aforismo que habría
indignado a Edgar Poe:
“El amor es el gusto por la
prostitución” (Cohetes).
Pero esta frase brutal de
desprecio se transforma en noción filosófica por los comentarios de Baudelaire:
“Ni siquiera existe un placer
noble que no pueda reducirse a la prostitución.
En un espectáculo, en un baile,
todos gozan de todos.
¿Qué es el arte? Prostitución”.
Y, en Mi corazón al desnudo:
“El ser más prostituido es el ser
por excelencia, es decir, Dios”.
A esta idea de prostitución
Baudelaire parece vincular el “placer de estar en medio de la multitud”. Poe,
al escribir The Man of the Crowd (El
hombre de la multitud), parte de una idea completamente distinta, menos
original, ciertamente, y menos filosófica.
23.
Villiers de l'Isle-Adam era un
apasionado seguidor de todos los progresos mecánicos, como puede verse en algunos
cuentos, y especialmente en La Eva futura.
Pero no se embriagaba con el
progreso: lo utilizaba, y con una ironía bastante irrespetuosa. Edgar Poe tenía
una actitud bastante parecida.
Su forma de reírse del progreso
era superarlo con su imaginación. Así lo hizo Villiers, en La Eva futura. Baudelaire, que no se interesaba por la mecánica,
dice: “¡Qué puede haber más absurdo que el Progreso, puesto que el hombre, como
lo prueba el hecho cotidiano, es siempre semejante e igual al hombre, es decir,
que siempre está en estado salvaje! ¿Qué son los peligros de la selva y de la
pradera comparados con los choques y conflictos cotidianos de la civilización?
Tanto si el hombre abraza a su víctima en el bulevar como si acuchilla a su
presa en un bosque desconocido, ¿no es acaso el hombre eterno, es decir, el más
perfecto animal de presa?” (Cohetes.)
Baudelaire, que no tenía ningún
talento de novelista ni de director de escena, les da enseguida a sus ideas un
giro filosófico.
24.
Baudelaire es malvado, demoníaco,
lo sabe, lo disfruta, tiene miedo de sí mismo. Poe, débil, triste y enfermo,
siente horror de sí mismo, pero también se compadece.
25.
Incluso más que Poe, Baudelaire
tiene ese tipo de pensamientos con los que podrían componerse libros: “La
superstición es el reservorio de todas las verdades” (Mi corazón al desnudo).
26.
Del Baudelaire de sus últimos
años, de nuevo, proviene esta máxima, que habría hecho estremecer a Poe y que
uno citaría impunemente como si fuera de Nietzsche: “Antes que nada, sé un gran
hombre y un santo para ti mismo” (Mi
corazón al desnudo).
A pesar de tantas similitudes cuántas
diferencias existen entre el autor de Ulalume
y el hombre que escribió sobre las Flores
de Mal:
“¿Tengo que decirle, a usted que
no lo ha adivinado más que los demás, que en ese libro atroz he puesto todo mi
corazón, toda mi ternura, toda mi religión (disfrazada), todo mi odio? Es verdad
que escribiré lo contrario, que juraré que es un libro de arte puro, de
payasadas, de malabarismos, y que mentiré descaradamente”. Dice en un Prefacio inédito de Las Flores del Mal: "No es para mis mujeres, mis hijas o mis
hermanas para quienes se ha escrito este libro; tampoco para las mujeres, las
hijas o las hermanas de mi prójimo. Les dejo esa función a quienes tienen
interés en confundir las buenas obras con el bello lenguaje”. Edgar Poe no
habría confundido “las buenas acciones con el bello lenguaje”, pero habría
dicho esto de otra manera.
27.
Baudelaire mejoró a la vez que enturbió,
con su gusto oratorio, la prosa más bien seca de Edgar Poe. En su traducción admirable,
hay finales de frase en los que el pensamiento parece traicionado en favor de
la forma. ¿Hay que lamentarlo? Tal vez, pero los poetas hacen muchas otras
cosas, y la rima los tiraniza mucho más que la cadencia a los prosistas. El
sentido de la cadencia en la prosa no tiene nada en común con el sentido de la
música; es un sentido totalmente fisiológico. Ritmamos nuestras sensaciones,
oscuramente, como gritos de alegría o gritos prolongados de dolor. Y todo se
matiza de este modo, adaptándose mejor al pensamiento en prosa que en verso. La
prosa es una herramienta más complicada y al mismo tiempo más flexible, ¡pero
que se desvía con mucha facilidad!
28.
Baudelaire, uno de los cinco o
seis grandes poetas del siglo XIX, es quizás incluso superior como prosista.
Mucho más que Gautier, él fue el impecable; el orgullo frío de su estilo altivo
y seguro de sí mismo es único en la literatura francesa. Es el maestro por
excelencia de todas las mentes que no se han dejado contaminar por el
sentimentalismo.
29.
Eureka es una especie de poema filosófico en prosa en el que se
exponen ideas panteístas, oscuras, extrañas, personalísimas: “Lo que llamamos
universo no es más que la expansión natural del ser. Un día, después de mil
evoluciones, nuestra conciencia individual comenzará a oscurecerse; nuestra
conciencia divina aumentará; sentiremos verdaderamente nuestra identidad con el
Ser, y de todas las conciencias fundidas en una se rehará el Uno absoluto,
perturbado desde el principio de los siglos por la existencia de los individuos”.
La filosofía de los cuentos es enteramente psicológica: es pesimista, admite el
mal originario, la perversidad natural del hombre: “La certeza del pecado o del
error incluido en un acto es a menudo la única fuerza invencible que nos empuja
a realizarlo”. Tales pensamientos sedujeron a Baudelaire, que se halló a sí
mismo en ellos con una especie de estupefacción. El pesimismo de Poe es el más
amargo y más altivo: “Si estuviera despierto, me gustaría morir. Pero ahora no
hay razón para desearlo. El estado magnético está lo bastante cerca de la
muerte como para satisfacerme” (Revelación
magnética).
Death ! Death ! o amiable
lovely death !
Thou odoriferous
stench !
[¡Muerte!¡Muerte! ¡Oh amable y encantadora muerte!
/ ¡Oh tú, odorífero hedor!] dice Shakespeare en El rey Juan. También Poe acaricia a la muerte.
My love, she sleeps ! O may her
sleep,
As it is lasting, so be deep !
Soft may the worms about her creep !
[¡Amor mío, ella duerme!
¡Oh, que sea su sueño
tan duradero como profundo!
Que suavemente se
arrastren los gusanos en torno suyo.]
30.
En El caso de Mr Bedloe, Poe define más o menos lo que se entiende actualmente por sugestión: una voluntad que suprime otra voluntad, dejando subsistir únicamente, al menos para toda una serie de hechos, una inteligencia inconsciente a merced de la influencia exterior.
21.
Qu’aurait pensé Poe de ces sarcasmes de Baudelaire :
« Vous êtes un homme heureux. Je vous plains, moi, d’être si facilement
heureux. Faut-il qu’un homme soit tombé bas pour se croire
heureux ! » (Lettre à Jules
Janin.)
Poe n’eût pas écrit cela, mais peut-être l’aurait-il
compris, quoique avec épouvante. C’est en 1847, peut-être dès 1846, que Baudelaire
eut connaissance de quelques contes de Poe, qui ne devait mourir qu’en 1849.
Or, malgré la «commotion singulière» qu’il éprouva à cette lecture (Lettre à Armand Fraisse), il ne paraît
pas qu’il ait songé à l’écrire à l’auteur. Il ne paraît pas non plus que Poe
ait été informé des premières traductions de Baudelaire, publiées en 1848.
22.
Autre aphorisme qui eût indigné Edgar Poe :
« L’amour, c’est le goût de la prostitution. »
(Fusées.)
Mais ce mot de dénigrement brutal se transforme en une
notion philosophique par les commentaires de Baudelaire :
« Il n’est même pas de plaisir noble qui ne puisse
être ramené à la prostitution.
« Dans un spectacle, dans un bal, chacun jouit de
tous.
« Qu’est-ce que l’art ? prostitution. »
Et, dans Mon cœur
mis à nu :
« L’être le plus prostitué, c’est l’être par
excellence, c’est Dieu. »
À cette idée de prostitution Baudelaire semble rattacher
le « plaisir d’être dans les foules ». Poe, en écrivant L’Homme des foules, part d’une toute
autre idée, moins originale, certes, et moins philosophique.
23.
Villiers de l’Isle-Adam suivait avec passion tous les
progrès mécaniques, comme l’attestent tel conte, et surtout L’Ève future.
Mais le progrès ne le grisait pas : il s’en servait,
et avec une ironie plutôt irrespectueuse. Edgar Poe avait une attitude assez
semblable.
Sa manière de rire du progrès est de le dépasser par ses
imaginations. Ainsi Villiers, dans L’Ève
future. Baudelaire, que la mécanique n’intéressait pas, dit :
« Quoi de plus absurde que le Progrès, puisque l’homme, comme cela est
prouvé par le fait journalier, est toujours semblable et égal à l’homme,
c’est-à- dire toujours à l’état sauvage ! Qu’est-ce que les périls de la
forêt et de la prairie auprès des chocs et des conflits quotidiens de la
civilisation ? Que l’homme enlace sa dupe sur le boulevard ou perce sa
proie dans des forêts inconnues, n’est-il pas l’homme éternel, c’est-à-dire
l’animal de proie le plus parfait ? » (Fusées.)
Baudelaire, qui n’avait aucun des talents du romancier,
du metteur en scène, donne immédiatement à ses idées un tour philosophique.
24.
Baudelaire est mauvais, démoniaque, le sait, en jouit, a
peur de lui-même. Poe, faible, triste et malade, a horreur de lui-même, mais
il en a aussi pitié.
25.
Baudelaire a, plus encore que Poe, de ces pensées dont on
ferait des livres : « La superstition est le réservoir de toutes les
vérités. » (Mon cœur mis à nu.)
26.
Du Baudelaire des dernières années, encore, cette maxime,
dont Poe eût tressailli et qu’on citerait impunément comme de Nietzsche ;
« Avant tout, être un grand homme et un saint pour soi-même. » (Mon cœur mis à nu.)
Avec tant de ressemblances que de différences entre
l’auteur d’Ulalume et celui qui
écrivait à propos des Fleurs du Mal :
« Faut-il donc vous dire, à vous, qui ne l’avez pas
deviné plus que les autres, que, dans ce livre atroce, j’ai mis tout mon cœur,
toute ma tendresse, toute ma religion (travestie), toute ma haine ? Il est
vrai que j’écrirai le contraire, que je jurerai que c’est un livre d’art pur,
de singerie, de jonglerie, et je mentirai comme un arracheur de dents. »
Il dit en une Préface inutilisée des Fleurs du Mal : « Ce n’est pas
pour mes femmes, mes filles ou mes sœurs que ce livre a été écrit ; non
plus que pour les femmes, les filles ou les sœurs de mon voisin. Je laisse
cette fonction à ceux qui ont intérêt à confondre les bonnes actions avec le
beau langage. » Edgar Poe n’aurait pas confondu « les bonnes actions
avec le beau langage », mais il eût dit cela autrement.
27.
Baudelaire améliora à la fois et troubla, par son goût
oratoire, la prose un peu sèche d’Edgar Poe. Il y a dans sa traduction
admirable des fins de phrases où la pensée semble trahie au profit de la forme.
Est-ce fâcheux ? peut-être, mais les poètes en font bien d’autres, et la
rime les tyrannise bien plus que la cadence les prosateurs. Le sens de la
cadence en prose n’a rien de commun avec le sens de la musique ; c’est un
sens tout physiologique. On rythme sa sensation, obscurément, comme des cris de
joie, des cris de douleur prolongés. Et tout se nuance ainsi, s’adapte à la
pensée mieux en prose qu’en vers. La prose est un outil plus compliqué et en
même temps plus souple, mais qui dévie si facilement !
28.
Baudelaire, l’un des cinq ou six grands poètes du dix-neuvième
siècle, est peut-être supérieur encore comme prosateur. Bien plus que Gautier,
il fut l’impeccable ; la fierté froide de son style hautain et sûr est
unique dans la littérature française. Il est le maître par excellence de tous
les esprits qui ne se sont pas laissé contaminer par le sentimentalisme.
29.
Eureka est une sorte de poème
philosophique en prose où sont exposées des idées panthéistes, obscures,
étranges, toutes personnelles : « Ce que nous appelons univers n’est
que l’expansion naturelle de l’être. Un jour, après mille évolutions, notre
conscience individuelle ira s’obscurcissant ; notre conscience divine
augmentera ; nous sentirons vraiment notre identité avec l’Être, et de
toutes les consciences fondues en une se refera l’Un absolu, troublé depuis le
commencement des siècles par l’existence des individus. » La philosophie
des contes est toute psychologique : il est pessimiste, il admet le mal
originaire, la perversité naturelle de l’homme : « La certitude du
péché ou de l’erreur incluse dans un acte est souvent l’unique force,
invincible, qui nous pousse à son accomplissement. » De telles pensées
séduisaient Baudelaire qui s’y retrouvait lui- même avec une sorte de stupeur.
Le pessimisme de Poe est le plus amer et le plus hautain : « Si j’étais
éveillé, j’aimerais mourir. Mais maintenant il n’y a plus lieu de le désirer.
L’état magnétique est assez près de la mort pour me contenter. » (Révélation
magnétique.)
Death ! Death ! o amiable
lovely death !
Thou odoriferous
stench !
dit Shakespeare dans Le Roi Jean.
Poe, lui aussi, caresse la mort.
My love, she sleeps ! O may her
sleep,
As it is lasting, so be deep !
Soft may the worms about her creep !
30.
Dans Le Cas de M.
Bedloe, il définit à peu près ce qu’on entend actuellement par suggestion,
une volonté abolissant une autre volonté, ne laissant subsister, au moins pour
toute une série de faits, qu’une intelligence inconsciente à la merci de l’influence
extérieure.