lunes, 28 de septiembre de 2020

Severo Sarduy y Claude Esteban: Poemas contra el terror

 

CONTRA EL TERROR

 

De “terror” ha bautizado Jean Paulhan el rechazo de retórica que preconizan los poetas de hoy. ¿Cómo enmascarar la connotación religiosa de este odio a las figuras?

La obra de Claude Esteban niega ese terror. Esta es poesía creyente, poesía de imágenes. En el espacio literario de las figuras in-corporadas se estructura la palabra de Esteban, quien, no por azar, es un estudioso de Hölderlin.

Los parques no, sino la geometría de las alamedas “a la francesa”, los árboles no, sino el orden (otra connotación religiosa) en que están dispuestos.

De la proliferación barroca del verano, de los tapices “a mil flores” del Loira, del desorden rabelesiano de Chambord, esta poesía lo rechaza todo. Aquí domina el invierno, que subraya el diseño de Le Nôtre y, blanco sobre blanco, elimina todo lo que distrae la atención del esquema platónico del parque, del verdadero parque: ése que, ajeno al azar de las estaciones —del tiempo— sustenta al parque visible.

Estos poemas no engañan jamás al lector: a cada momento le recuerdan que el acto mismo de la creación consiste en estructurar la materia bruta del significado, a cada verso le presentan sus aristas, le subrayan el andamiaje que los soporta, como un pintor que no borrara de la tela su “charpente”, su trazado inicial.

La poesía es cosa mentale.

SEVERO SARDUY

 


POÈMES

TEMPLE

le songe se défait aux marges de ces pierres

l’œil même s’y contemple et s’y reconnaît pur

l’Idée se joue du vent l’Idée feuille vivace

quel délice l’exalte en un nombre éclatant

 

mais l’arête à nos mains inexpertes si nue

si rude à notre pas le marbre de la mer

et le vide plus loin le vide mer immense

 

POEMAS

TEMPLO

 

el sueño se deshace al margen de estas piedras

el ojo allí se mira y reconoce puro

burlándose del viento hoja vivaz la Idea

qué delicia la exalta en su número ardiente

 

en nuestras torpes manos tan desnuda la arista

tan rudo a nuestro paso el mármol de la mar

el vacío más lejos vacío mar inmenso

 

ESPACE

 

morne vaisseau la mouette en son vol immobile

quel espace décrit qu’un seul regard confond

périple de clarté sans rivage ni fond

tu n’exaltes qu’un vide et ton gîte est absence

 

tu planes beau désir et te pares de cire

le soleil est pour toi mais plus près de nos sables

un envol inégal dessine irremplaçable

la courbe mal ancrée de nos constellations

 

avant la mort c’était la mort plus proche

dans le sommeil c’était rivage en feu

tu grandissais à l’ombre de ce masque

mort de tout masque el flamme traversée

 

devant le ciel c’était la pierre pauvre

l’arbre sans souvenance d’arbre le réveil

avec les mots transis qu’il fallait dire encore

 

tu habitas ce noir pays sans le savoir

 

ESPACIO

 

mustia nave gaviota en su vuelo fijado

traza espacio que anula una sola mirada

parábola del día sin márgenes ni lecho

exaltas el vacío tu morada es ausencia

 

tú dominas deseo y te adornas de cera

el sol está contigo pero en nuestras arenas

el desorden de un vuelo dibuja inalterable

la curva descentrada de las constelaciones

 

porque antes de la muerte la muerte más cercana

porque del sueño se iban las márgenes de llamas

y tú que ibas creciendo a la sombra de máscaras

muerte de toda máscara y llama traspasada

 

ante ese cielo la piedra en su pobreza

árboles sin memoria de árbol despertar

y las palabras yertas aún había que decirlas

 

en ese reino negro sin saberlo viviste

 

 

ÎLE

 

temple parmi les eaux égales d’un amour

quel reflet pour nos yeux aux fenêtres éteintes

 

l’histoire de nos sœurs apprise à d’autres lèvres

et les masques dorés vestiges de leurs fêtes

 

Son visage gravé d’une douleur plus vieille que les arbres

et dans ses mains la pierre aride.

Ce fut la promesse accomplie

et le partage vint d’un éclair inmobile

qui la voua aux pleurs, aux routes sans repos,

 

laissant la mer très loin.

 

II

 

Fixant un lieu plus haut que leur image,

les arbres,

dans le distancement des choses de la chambre

épousent la question infertile du vent.

 

(Ici, lieu d’une phrase à peine commencée)

 

Fixent un lieu que je voulus nommer

à l’aplomb du jardin,

quand se prêtaient les mots pareils à leur substance,

les arbres abolis.

 

(Ici. Ici encore. Ellipse noire.)

 

Un bois de chênes.

Je le revois, je marche sur son ombre

sans déranger l’espace d’un oiseau.

C’était, au soir, une lumière

sans brisures.

Longtemps je marche, —j’ai marché,

les arbres se confondent,

était-ce moi qui ne voulus plus voir?

 

 

ISLA

 

el templo entre las aguas iguales de un amor

qué reflejo a los ojos las ventanas opacas

 

de otros labios contada la historia de la extraña

las máscaras doradas vestigios de sus fiestas

 

Grabado su rostro de un dolor más viejo que los árboles

y en sus manos la piedra árida.

Promesa realizada.

La división vino de un rayo inmóvil

que la dedicó al llanto, al camino sin pausa,

 

dejando el mar tan lejos.

 

II

 

Hacia un sitio más alto que su imagen,

los árboles,

en la distancia de las cosas de la cámara

desposan la estéril pregunta del viento.

 

(Aquí, una frase que apenas comienza)

 

Hacia un sitio que quise nombrar

—aplomo del jardín—,

cuando se entregaba a la substancia el verbo,

árboles abolidos.

 

(Aquí. Otra vez. Elipse negra)

 

Bosque de encinas.

Lo vuelvo a ver y recorro su sombra

sin distraer el espacio de un pájaro.

Una tarde, y la luz

sin roturas.

Largas horas camino, he caminado

—se confunden los árboles—,

o fui yo, quien no quiso, por más tiempo mirarlos.

 

CONFINS

 

À peine fut franchie la porte, je sentis

qu’il faudrait au matin battre un feu de mémoire

et que les ronces garderaient

l’autre chemin des pierres, ces visages

que nous avions gravés dans l’éclair, une nuit.

 

Elle,

dans son éclatement sans hâte, ce matin

étincelle. Je ne puis

savoir combien de silence recueille

cette arche à nouveau

savante.

 

Nous fîmes route tout un temps

de brume et je crus le partage

acquis. J’allais

par un tunnel d’étranges lampes. Elle seule

levait un horizon dans le sommeil

des graines murmurantes.

 

Et ce matin nous retrouve distincts.

Elle, si neuve par la grâce

d’un événement pur. Moi,

me voulant dans une phrase lente,

tenace, traversé d’orgueil

—cendres infimes.

 

CONFINES

 

Franqueada la puerta, sentí que al alba

habría que trillar un fuego de memoria,

que la zarza cuidaría

de otro camino de piedra, rostros

grabados en el rayo, una noche.

 

Ella,

quebrándose sin prisa, esta mañana,

esplende. No puedo

saber cuánto silencio acoge

el arca

otra vez sabia.

 

Fuimos ganando ruta largo tiempo

de bruma,

creyéndome cierta la herencia.

Yo avanzaba

por un túnel de lámparas extrañas. Y ella

en el sueño alzaba su cerco

de grana murmurante.

 

Nos descubre el día distintos.

Ella, nueva en el festejo

del hecho puro. Yo,

buscándome en una frase lenta,

tenaz, traspasado de orgullo,

ínfima ceniza.

 

ORDINATION DES ARBRES

 

et les torches de leurs regards

droites dans l’amertume du matin

ont consumé les derniers parements

que nous cherchions encore à la dérive de nos fêtes

hagards et presque nus

 

ORDENACIÓN DE LOS ÁRBOLES

 

y las antorchas de sus miradas

rectas en lo amargo de la mañana

consumieron los últimos adornos

que seguíamos buscando a la deriva de las fiestas

huraños casi desnudos

 

 

AUTEL

 

Le temps de ranimer la flamme,

il n’est lueur dans le jardin.

 

Et cette hâte vers la nuit des choses me rassure.

 

Ici est lieu de croire étreint

le temple infime de lumière.

 

Habiter l’espace tremblant entre la chose et l’ombre vive,

—et ne laisser aux marbres rien qui ne soit d’abord

scellé d’une impossible inquiétude.

 

Veiller sans ciel, redire mal l’obscur, l’insuffisant oracle.

 

ALTAR

 

Tiempo de reanimar la llama,

ido fulgor del jardín.

 

Me afirma de las cosas esa premura hacia la noche.

 

Saber aquí abrazado

el templo de la luz, ínfimo.

 

Entre el objeto y la sombra vivida habitar ese espacio,

y no dejar al mármol

nada que antes no selle

la inquietud imposible.

 

Velar en cielo ausente, repetir mal lo oscuro, el imperfecto oráculo.

 

Versiones de SEVERO SARDUY y CLAUDE ESTEBAN

Revista Sur nº 306, Buenos aires mayo-junio de 1967