jueves, 26 de octubre de 2017

Ovidio y Pedro Sánchez de Viana: Minerva y Aracne

MINERVA Y ARACNE
Metamorfosis, Libro VI 1-147

Había la diosa Palas escuchado
A la sagrada Musa, y alababa
Sus versos y el castigo justo dado.
Y así consigo misma razonaba:
Loar muy poco es, sin ser loada,
Y en su favor razones alegaba.
Ser la divinidad menospreciada
Es mal, y justamente se castiga
Cualquiera que a los dioses tiene en nada.
Y el ánimo revuelve a su enemiga
Arachne [1], cuya suerte brevemente
Será razón ahora aquí se diga.
En lino y lana fue tan excelente
Maestra, que a la Diosa no quería
Rendir ventaja, ante entre la gente
En público y secreto se decía
Que a la Minerva misma no estimaba;
Tan grande era en su arte y policía.
Su fama por el mundo no sonaba
Por patria o padre ilustre; el artificio
Tan raro y extremado la loaba.
De Idmón, que era el padre, fue el oficio
Con púrpura teñir la seca lana;
La madre ya era muerta, que a jüicio
Común no la debía tener ufana,
Porque era semejante a su marido,
De ruin estofa, pobre y aldeana.
Mas ella había ganado y adquirido
Por los pueblos de Lydia gran renombre,
Aunque en pequeña casa había nacido.
Por ver las obras suyas no había hombre
Que no viniese, y por aquesto sólo
En toda parte tuvo fama y nombre.
La Ninfas de las viñas de Timolo
Dejaron sus moradas, y acudieron,
Y las Ninfas también del río Pactolo.
Y no sólo contentas estuvieron
De ver las vestiduras acabadas,
A do de sus labores muestras vieron;
Mas aun cuando las manos delicadas
De Arachne las labraban y tejían,
De todas ellas eran admiradas.
Estaban espantadas cuando vían
Hacer vellones de la tosca lana,
La cual lavada apenas conocían,
Y cardarla y peinarla tan ufana,
Con sus hermosos dedos, imitando
Las nieblas que se ven en la mañana.
Que hilando estuviese, que labrando,
Dijeras ser de Palas [2] enseñada,
De que ella se desprecia, no estimando
Maestra tal; mas antes injuriada,
Decía: «Venga esa diosa si quisiere;
Veremos quién merece ser loada.
Que si en hacer labores me venciere,
O en otros ejercicios de otra suerte,
Yo me pondré a la pena que me diere».
Minerva en una vieja se convierte,
De canas su cabeza proveyendo;
Su cuerpo sustentando poco fuerte
De un báculo, la entra así diciendo:

«No en todo, aunque penosa, se desecha
La antigua edad, pues de los largos años
Resulta la experiencia que aprovecha
Para remedio cierto de mil daños.
Si precias mi consejo, satisfecha
Sin duda quedarás de tus engaños.
Honrarás a los dioses inmortales,
Competirás con solos los mortales.

»Da la ventaja a Palas, santa diosa,
Demándala perdón de tus errores,
Con voluntad humilde y deseosa
De remisión, y habrasla con favores.
Porque la contrición es poderosa
A convertir los grandes pecadores
En justos, y será cual yo te digo;
Que Dios de los humildes es amigo».

Con semblante furioso y enojado
La mira, y por mirarla de esta suerte,
La comenzada hebra no ha acabado.
Y apenas se resiste, y se convierte
Su ira en el denuedo demostrada,
En ira menos brava y menos fuerte,
Y respondió a Minerva disfrazada:

«Caduca vieja, cuyo entendimiento
Por la sobrada edad está perdido,
Si visto hubieras ya tu acabamiento,
Hubiera para ti muy mejor sido,
Siquiera de tu hija o nueras ciento
(Si tantas tienes) sea aquesto oído.
Yo sé lo que me cumple; ¿quién te manda
Venir tan tonta a mí con tal demanda?

»Y porque de tan necio desengaño
No entiendas me resulta algún provecho,
En mi opinión me quedo, y a mi daño,
Pero a contento mío y tu despecho.
Porque la misma Diosa, si tamaño
Es su poder, que haga lo que he hecho.
¿No viene a competir? Venga la Diosa,
O vela tú a decir por qué no osa».

«Entonces vesla, vino» (la responde),
Y su figura muestra en el momento,
Que en la de vieja más ya no se esconde.
Honraron el divino acatamiento
Las Ninfas y mujeres que allí estaban
De Frigia, mas no hizo movimiento
La virgen de temor, aunque mostraban
Vergüenza sus mejillas coloradas,
Mas luego como de antes se tornaban,
Cual cuando del Aurora están rosadas
Las nubes, y del sol recién nacido,
En breve tiempo blancas son tornadas.
El mismo parecer que había tenido
Sustenta, y da de ojos en su hado,
Pensando como loca haber vencido.
Porque la sacra Diosa no ha curado
De amonestarla más ni más, rehúsa
El desafío casi comenzado.
Y pues ninguna de ellas ya se excusa,
Antes de un parecer entrambas fueron
De aquella misma suerte que se usa,
Entre las dos, dos telas se urdieron,
Que a cada cual su estambre satisfizo,
Y en diversos lugares se pusieron.
Y atada ya la tela con el lizo,
Divídenla con una cañavera,
Que el menester que suele entonces hizo.
Entretejía la aguda lanzadera
La trama, con los dedos arrojada,
Y extremada destreza en gran manera.
Y con los dientes era golpeada
Del peine do la estambre va metida,
Por ambas cada cual arregazada.
Y en su ejercicio dulce embebecida,
Engañan el trabajo, pretendiendo
Vencer cada una y no quedar vencida.
La púrpura de Tyro entretejiendo,
Señalando unas sombras delicadas,
Que poca diferencia van haciendo,
Cuales son en el aire señaladas,
De los rayos del Sol que reverbera,
Después de las copiosas algaradas.
En el arco que cerca media esfera,
Adonde mil colores resplandecen,
Que aunque diversos son en gran manera,
Los ojos de los hombres se embebecen,
Y engañan discerniendo la pasada
De uno en otro. Tanto se parecen.
Mas la verdad purísima notada,
Son muy contrarios. Hanse aprovechado
En su labor extraña y delicada,
Del oro entretejido, recamado,
Que en su lugar causaba gran contento
A quien las bellas telas ha mirado.
Ibase produciendo un argumento
Antiguo, porque Palas, va pintando,
Por conseguir el fin del sacro intento,
Su pleito con Neptuno, que fue cuando
Sobre nombrar a Atenas pleitearon [3],
Y el Promontorio iba dibujando
De Marte, do los dioses se sentaron
Para jueces, seis a cada lado,
Que gravedad real representaron,
Su rostro a cada cual tan apropiado,
Que en él se manifiesta cada uno,
Y Júpiter cual rey está pintado.
Hacía con el tridente al dios Neptuno
Herir las duras peñas, y salía
De tal herida el mar muy oportuno.
A la ciudad nombrar como él quería,
Para sí toma escudo, yelmo y lanza,
Y el pecho con el peto defendía.
Y finge que hería sin tardanza
La tierra con la punta, y al momento,
Por conseguir victoria y alabanza,
Salió con la herida y movimiento,
La blanca oliva llena y abundante
De fruto, y del monstruoso nacimiento
Se admiran los jüeces al instante.
El fin fue la victoria, y porque vea
Su émula qué espera en lo restante
De una soberbia tan proterva y fea,
Pintó en los cuatro cantos la osadía
De otros cuatro tales, y pelea.
De suerte que muy claro se entendía,
Por distinción diversa, ser pintura
En que mostraba el pago que tenía.
Arachne, la primera que procura
Pintar fue Hemo y Ródope Traciana,
Que se nombraron dioses de la altura,
Y por su pretensión tan loca y vana,
Helados montes son los que antes eran
Vestidos de natura y carne humana.
Los miserables hados se pusieron
En el cantón segundo de Pigmea,
Que en grulla a su despecho la volvieron.
Y transformada así, para que vea
Qué cosa es un osado atrevimiento,
La mandan que contino esté en pelea
Contra su pueblo, y de este mandamiento
Autora fue Junón. Al otro canto,
Antígone se ve con descontento
Pintada, que estimó su forma tanto,
Que a Juno se antepuso, y convencida
De tal delito, que fue grave cuanto
Bastó para que fuese convertida
En ave, y Laomedón no la valiese,
Ni el Ilión la excusase, que vestida
De blanca pluma el cuerpo no se viese
Cigüeña, que batiendo el colorado
Y largo pico, a sí no se aplaciese.
En la postrera esquina está pintado,
Privado de sus hijas, hechas gradas
Del templo, el miserable y desdichado
De Cynara, que siendo transformadas,
Llorando las abraza, y parecía
Del agua de sus ojos ser bañadas.
La orla de la tela que tejía,
De ramos es de oliva placentera;
Su obra con su árbol concluía.
En su labor Arachne la primera
Que dibujó con seda y filos de oro
Fue la engañada Europa, de manera
Que quien mirara el mar y blanco toro,
Dijera que era vivo, y parecía,
Según la rara mano y el decoro,
Que ella llamaba a gritos, y pedía
Favor a sus doncellas, y miraba
La ribera dejada, do venía
El agua, que por poco la tocaba,
Temiendo, sobre el toro se recoge,
Y tras aquello luego dibujaba
A Asterie, a quien hecho águila coge
Júpiter, y por otra enamorada,
La figura de blanco cisne escoge.
Y cómo la persona disfrazada
En Sátiro, a la hija de Nicteo
De dos muchachos hizo estar preñada.
Y cómo en fin gozó de su deseo
Contigo, hermosa Alcúmena, mudado
En Anfitrión todo su meneo.
Y cómo, vuelto en oro, se ha gozado
La recogida Dánae, y hecho fuego,
De Aegina, hija de Asopo, se ha burlado.
Y en forma de pastor, con blando ruego
De Mnemosine goza, y en serpiente
Le torna por Deoyda el niño ciego.
También a ti te pinta incontinente,
Neptuno, que en becerro te mudaste
Para gozar de Arne, y de repente,
Mudado en Enipeo, procreaste
A Otho y Efialte, y en carnero
Escondido, a Bisálpida engañaste.
Sintiote ser caballo verdadero
La rubia Ceres, y sintió otro tanto
Medusa, y con contento placentero
Te sintió ser delfín también Melantho.
Tan al propio y al vivo dibujaba
Los cuerpos y lugares, que era espanto.
Con rústico semblante se mostraba
Agora Febo, agora transformado
En Halcón y en León le demostraba.
Y cómo el mismo Febo había engañado
A Isse, con tomar de pastor forma.
Y cómo Baco a Erígone ha burlado,
Y para aqueste efecto se transforma
En falsa uva, y muestra en la manera,
Que al doblado Chyrón Saturno forma.
Y con sutil requive la postrera
Orilla de la tela guarnecía,
Del cual alrededor cercada era.
Donde atadas con yedra entretejía
Diversas flores, puestas de tal arte,
Que ni Palas ni Envidia allí tenía,
Aunque la miren toda y cada parte,
En qué reprehender. Por do se enciende
En ira, con la cual para ella parte.
Y la tela arrebata, y reprehende
El desacato de pintar en ella
Los yerros de los dioses, y pretende
Romperlos, y rompiolos, con rompella.
Y con su lanzadera prestamente
La frente hirió de Arachne diestra y bella,
De que la desdichada así se siente,
Y tan corrida está de ver aquello,
Que no quiere vivir entre la gente.
Echó de presto un lazo al blanco cuello,
Y ya colgada de él, la belicosa
La solivió con lástima de vello.
Y díjola: «No mueras, maliciosa;
Mas quédate colgada, y mando y quiero
Que guardes esta ley tan rigurosa.
Y porque del linaje venidero
No estés segura, quede sentenciada
Tu sucesión por este mismo fuero».
Aquesto dicho Palas, apartada,
Con el zumo al momento la rocía
De la hierba por Hécates hallada.
Lo cual apenas hecho, se caía
De la cabeza hermosa aquel cabello
Que el oro más subido obscurecía.
Las narices y orejas caen con ello;
Pequeñísima se hace su cabeza;
El cuerpo, ya gentil, dejó de sello.
Las piernas, donde estaba la belleza
Que podía ser, al punto se han tornado
En dedos de sutil delicadeza,
Pegados en el uno y otro lado;
Y lo que de ella resta, está ocupando
El vientre, y siendo araña ha procurado
Sacar materia idónea, vomitando
Para sus telas el estambre y trama,
El ejercicio antiguo ejercitando.
La Lydia toda del suceso brama,
Y por los frigios pueblos va volando
Del caso extraño la parlera fama.



Notas de la edición de 1887.
[1] Dice Plinio que Arachne, hija de un hombre de humilde origen, natural de la Lydia, inventó el arte de hacer telas y redes, y que se ahorcó de desesperación. La semejanza de su nombre industria con los de la araña fue sin duda motivo de esta metamorfosis.
[2] Estimaban los griegos a Pallas habilísima en el arte de trabajar la lana.
[3] Refiere San Agustín que, según dice Varrón, al fundar Cecrops a Atenas, encontrando un olivo y una fuente, consultó al oráculo de Delfos, el cual contestó que Minerva y Neptuno tenían derecho a dar nombre a la nueva ciudad, y que reunidos el pueblo y el Senado decidieron en favor de la Diosa.



Praebuerat dictis Tritonia talibus aures
carminaque Aonidum iustamque probaverat iram;
tum secum: 'laudare parum est, laudemur et ipsae
numina nec sperni sine poena nostra sinamus.'
Maeoniaeque animum fatis intendit Arachnes,
quam sibi lanificae non cedere laudibus artis
audierat. non illa loco nec origine gentis
clara, sed arte fuit: pater huic Colophonius Idmon
Phocaico bibulas tinguebat murice lanas;
occiderat mater, sed et haec de plebe suoque
aequa viro fuerat; Lydas tamen illa per urbes
quaesierat studio nomen memorabile, quamvis
orta domo parva parvis habitabat Hypaepis.
huius ut adspicerent opus admirabile, saepe
deseruere sui nymphlae vineta Timoli,
deseruere suas nymphae Pactolides undas.
nec factas solum vestes, spectare iuvabat
tum quoque, cum fierent: tantus decor adfuit arti,
sive rudem primos lanam glomerabat in orbes,
seu digitis subigebat opus repetitaque longo
vellera mollibat nebulas aequantia tractu,
sive levi teretem versabat pollice fusum,
seu pingebat acu; scires a Pallade doctam.
quod tamen ipsa negat tantaque offensa magistra
 'certet' ait 'mecum: nihil est, quod victa recusem!'

Pallas anum simulat: falsosque in tempora canos
addit et infirmos, baculo quos sustinet, artus.
tum sic orsa loqui 'non omnia grandior aetas,
quae fugiamus, habet: seris venit usus ab annis.
consilium ne sperne meum: tibi fama petatur
inter mortales faciendae maxima lanae;
cede deae veniamque tuis, temeraria, dictis
supplice voce roga: veniam dabit illa roganti.'
adspicit hanc torvis inceptaque fila relinquit
vixque manum retinens confessaque vultibus iram
talibus obscuram resecuta est Pallada dictis:
'mentis inops longaque venis confecta senecta,
et nimium vixisse diu nocet. audiat istas,
si qua tibi nurus est, si qua est tibi filia, voces;
consilii satis est in me mihi, neve monendo
profecisse putes, eadem est sententia nobis.
cur non ipsa venit? cur haec certamina vitat?'
tum dea 'venit!' ait formamque removit anilem
Palladaque exhibuit: venerantur numina nymphae
Mygdonidesque nurus; sola est non territa virgo,
sed tamen erubuit, subitusque invita notavit
ora rubor rursusque evanuit, ut solet aer
purpureus fieri, cum primum Aurora movetur,
et breve post tempus candescere solis ab ortu.
perstat in incepto stolidaeque cupidine palmae
in sua fata ruit; neque enim Iove nata recusat
nec monet ulterius nec iam certamina differt.
haud mora, constituunt diversis partibus ambae
et gracili geminas intendunt stamine telas:
tela iugo vincta est, stamen secernit harundo,
inseritur medium radiis subtemen acutis,
quod digiti expediunt, atque inter stamina ductum
percusso paviunt insecti pectine dentes.
utraque festinant cinctaeque ad pectora vestes
bracchia docta movent, studio fallente laborem.
illic et Tyrium quae purpura sensit aenum
texitur et tenues parvi discriminis umbrae;
qualis ab imbre solent percussis solibus arcus
inficere ingenti longum curvamine caelum;
in quo diversi niteant cum mille colores,
transitus ipse tamen spectantia lumina fallit:
usque adeo, quod tangit, idem est; tamen ultima distant.
illic et lentum filis inmittitur aurum
et vetus in tela deducitur argumentum.

Cecropia Pallas scopulum Mavortis in arce
pingit et antiquam de terrae nomine litem.
bis sex caelestes medio Iove sedibus altis
augusta gravitate sedent; sua quemque deorum
inscribit facies: Iovis est regalis imago;
stare deum pelagi longoque ferire tridente
aspera saxa facit, medioque e vulnere saxi
exsiluisse fretum, quo pignore vindicet urbem;
at sibi dat clipeum, dat acutae cuspidis hastam,
dat galeam capiti, defenditur aegide pectus,
percussamque sua simulat de cuspide terram
edere cum bacis fetum canentis olivae;
mirarique deos: operis Victoria finis.
ut tamen exemplis intellegat aemula laudis,
quod pretium speret pro tam furialibus ausis
quattuor in partes certamina quattuor addit,
clara colore suo, brevibus distincta sigillis:
Threiciam Rhodopen habet angulus unus et Haemum,
nunc gelidos montes, mortalia corpora quondam,
nomina summorum sibi qui tribuere deorum;
altera Pygmaeae fatum miserabile matris
pars habet: hanc Iuno victam certamine iussit
esse gruem populisque suis indicere bellum;
pinxit et Antigonen, ausam contendere quondam
cum magni consorte Iovis, quam regia Iuno
in volucrem vertit, nec profuit Ilion illi
Laomedonve pater, sumptis quin candida pennis
ipsa sibi plaudat crepitante ciconia rostro;
qui superest solus, Cinyran habet angulus orbum;
isque gradus templi, natarum membra suarum,
 amplectens saxoque iacens lacrimare videtur.
 circuit extremas oleis pacalibus oras
 (is modus est) operisque sua facit arbore finem.

Maeonis elusam designat imagine tauri
Europam: verum taurum, freta vera putares;
ipsa videbatur terras spectare relictas
et comites clamare suas tactumque vereri
adsilientis aquae timidasque reducere plantas.
fecit et Asterien aquila luctante teneri,
fecit olorinis Ledam recubare sub alis;
addidit, ut satyri celatus imagine pulchram
Iuppiter inplerit gemino Nycteida fetu,
Amphitryon fuerit, cum te, Tirynthia, cepit,
 aureus ut Danaen, Asopida luserit ignis,
Mnemosynen pastor, varius Deoida serpens.
te quoque mutatum torvo, Neptune, iuvenco
virgine in Aeolia posuit; tu visus Enipeus
gignis Aloidas, aries Bisaltida fallis,
et te flava comas frugum mitissima mater
sensit equum, sensit volucrem crinita colubris
mater equi volucris, sensit delphina Melantho:
omnibus his faciemque suam faciemque locorum
reddidit. est illic agrestis imagine Phoebus,
utque modo accipitris pennas, modo terga leonis
gesserit, ut pastor Macareida luserit Issen,
Liber ut Erigonen falsa deceperit uva,
ut Saturnus equo geminum Chirona crearit.
ultima pars telae, tenui circumdata limbo,
nexilibus flores hederis habet intertextos.

Non illud Pallas, non illud carpere Livor
possit opus: doluit successu flava virago
et rupit pictas, caelestia crimina, vestes,
utque Cytoriaco radium de monte tenebat,
ter quater Idmoniae frontem percussit Arachnes.
non tulit infelix laqueoque animosa ligavit
guttura: pendentem Pallas miserata levavit
 atque ita 'vive quidem, pende tamen, inproba' dixit,
'lexque eadem poenae, ne sis secura futuri,
dicta tuo generi serisque nepotibus esto!'
 post ea discedens sucis Hecateidos herbae
sparsit: et extemplo tristi medicamine tactae
defluxere comae, cum quis et naris et aures,
fitque caput minimum; toto quoque corpore parva est:
in latere exiles digiti pro cruribus haerent,
cetera venter habet, de quo tamen illa remittit
stamen et antiquas exercet aranea telas.

Lydia tota fremit, Phrygiaeque per oppida facti
rumor it et magnum sermonibus occupat orbem.