domingo, 24 de septiembre de 2017

Ovidio y Pedro Sánchez de Viana: Ceres busca a Proserpina

CERES BUSCA A PROSERPINA

Metamorfosis , Libro V 438-510

En tanto de la madre temerosa
Fue por demás Prosérpina buscada.
Porque en toda la tierra dejó cosa
Sin pesquisar, y aprovechaba nada.
Tan diligente anduvo y cuidadosa,
Que un punto no la vieron descuidada,
Sin maternal afecto verdadero,
Ni la rosada Aurora ni el Lucero.

Dos pinos arrancó, y en el fogoso
Etna los encendió, con que se alumbre
Estando obscuro el aire y tenebroso,
Y así la busca valle, llano y cumbre.
Y cuando con el manto luminoso
Desmayan las estrellas de su lumbre,
La hija amada busca diligente
De do se pone el Sol hasta el Oriente.

Seca de sed, cansada del camino,
Quisiera refrescar la amarga boca:
Acaso vio una casa a do se vino,
Pajiza era, y a las puertas toca.
Salió una vieja, y conoció el divino
Semblante, y su riqueza fue bien poca,
Pues a su. sed con zumo satisfizo
De puchas de cebada que antes hizo.

Bebió con mucho gusto el agua dada
Sin lo advertir la soberana Diosa;
Viola un muchacho, y con desvergonzada
Cara la dijo: «Cierto sois golosa».
Quedó la sacra Ceres enojada,
Y de vengar la injuria deseosa,
Con el hordiate mismo le rocía
El rostro, que acabado no le había.

La cara se manchó descomedida,
Y en piernas ambos brazos se mudaron,
Una cola a sus miembros fue añadida,
Que porque dañen poco se abreviaron.
De forma que menor fue su medida
Que de una largatija, y gotearon
Su cuerpo unas estrellas, y llamado
De allí es Stelio, que huye acelerado.

Huía de la vieja congojosa,
Que atónita de verle está llorando,
Y su monstruoso ser tocar no osa,
Castigo de su yerro detestando.
Y por la tierra dura y pedregosa
A do esconderse iba procurando,
De cuerpo y de colores proveído,
De do nació su nombre y apellido.

Querer contar las tierras es muy largo,
A do buscó la Ceres su hija cara:
Por todo el mundo anduvo, y a mi cargo
Que si más mundo hubiera, más buscara.
Tornó a Sicania, a do con rostro amargo
Volvió a buscarla, y a la fuente, para
De Cíane que nuevas de ella diera,
Si en agua trasformada no estuviera.

De quien, aunque decirla no podía
Porque la boca y lengua le faltaba,
Con señas manifiestas lo hacía,
Pues delante sus ojos la mostraba
La cinta que caído se le había
En el sagrado estanque do ella estaba,
Y como lo ha la Diosa conocido,
Quedó de nuevo fuera de sentido.

Renueva su dolor y sentimiento,
Cual si supiera entonces ser robada
La amada hija, y sufre tal tormento,
Que de pasión está desatinada.
Sus pechos hiere, mésase sin tiento,
Aun no sabe a qué tierra fue llevada,
Y culpa a todas, y a cualquiera trata
Cual si cualquiera fuera muy ingrata.

Con un semblante airado, fiero, extraño,
Razones iracundas y mohínas,
Las llama ingratas, y de un don tamaño
Cual es simiente y mieses más que indinas.
Y por hallar el rastro de su daño,
En ti, Trinacria, las injurias finas
A ti se dicen y en tu honor se toca,
Con ásperas palabras de su boca.

Ni con las maldiciones satisfecha
Quebró la reja aguda y corvo arado,
Los instrumentos rústicos desecha,
Y de los labradores se ha vengado.
No tratan de sembrar ni se barbecha,
Que les mató los bueyes y ganado,
Y manda de rabiosa prestamente
Que no produzca fruto la simiente.

Y la fertilidad que ser solía
Por todo el ancho mundo celebrada,
De aquella tierra ya sin alegría
Esparcida la triste está postrada.
La mies que más medrada parecía,
En un momento queda desmedrada,
Y cuando representa hierba verde,
O por mucha agua o gran ardor se pierde.

Y las golosas aves las sembradas
Destruyen por cumplir con sus antojos,
Del viento y las estrellas son dañadas,
Del lijo y pungentísimos abrojos.
No hay trigos, ni centenos, ni cebadas,
Sin grama inexpugnable a cien mil ojos,
Y visto que este daño no se excusa,
Levantó su cabeza allí Aretusa.

De las Eleidas ondas sale afuera
La sagrada Aretusa [1], demostrando
Corresponder con ansia lastimera
Al celo de la Diosa venerando.
Y comenzó a hablar de esta manera,
Los húmedos cabellos apartando
A entrambos lados, por dejar patente
La boca hermosa y la serena frente:

«¡Oh madre de la virgen pesquisada
Por todo el universo, y abundancia
De pan, con que la tierra está dotada
De agricultura, industria y de ganancia!
No estés con pena y ansia congojada,
Ni culpes a la misma con instancia.
Pues no merece pena en haber hecho
Lugar al robador a su despecho.

»Y no es mi patria, no, por quien suplico
Perdón, aunque en extremo le deseo:
De Pisa soy, lugar hermoso y rico;
Mas en Sicania agora me recreo.
Y ante ti, Diosa eterna, testifico
Que es este sitio tal que yo poseo,
Por quien pido perdón, que en lo restante
No pienso lo hay mejor ni semejante.

»Porque me haya movido de mi asiento
Tomándole en Ortigia, fatigada
Con tanto mar, señora, tengo intento
De darte cuenta de ello, ya pasada
Tu pena, tu cuidado y tu tormento,
Cuando te sienta estar desenojada;
Que para relatarte mi ventura,
Mejor sazón espero y coyuntura.

»Por bajo de la tierra es mi camino
Hasta llegar aquí, do miro al cielo
Y reconozco el lustre tan divino
Del estrellado manto, que no suelo.
Pues mientras que corriendo yo camino
Por la laguna Estigia, sin consuelo
A Prosérpina vi por estos ojos
Mostrándome en los suyos mil enojos.

»Vila de angustia y de temor cercada.
Mudado su semblante soberano;
Pero también estaba coronada
Por reina y por mujer del gran tirano.»
La madre, aquesto oído, de espantada
Quedó como una piedra, ni en su mano
Fue no mostrar dolor, porque en el punto
Perdió contento y seso todo junto.
Nota de la edición de 1887.
NOTA 1: Creían los antiguos que el río Alfeo, después de bañar la Elida, atravesaba el mar sin mezclar sus aguas, é iba a confundirse con la fuente Aretusa, cerca de Siracusa.

Interea pauidae nequiquam filia matri
omnibus est terris, omni quaesita profundo.
Illam non udis ueniens Aurora capillis
cessantem uidit, non Hesperus. Illa duabus
flammiferas pinus manibus succendit ab Aetna
perque pruinosas tulit inrequieta tenebras ;
rursus ubi alma dies hebetarat sidera, natam
solis ab occasu solis quaerebat ad ortus.
Fessa labore sitim conceperat, oraque nulli
conluerant fontes, cum tectam stramine uidit
forte casam paruasque fores pulsauit ; at inde
prodit anus diuamque uidet lymphamque roganti
dulce dedit, tosta quod texerat ante polenta.
Dum bibit illa datum, duri puer oris et audax
constitit ante deam risitque auidamque uocauit.
Offensa est neque adhuc epota parte loquentem
cum liquido mixta perfudit diua polenta.
Conbibit os maculas et, quae modo bracchia gessit,
crura gerit ; cauda est mutatis addita membris ;
inque breuem formam, ne sit uis magna nocendi,
contrahitur, paruaque minor mensura lacerta est.
Mirantem flentemque et tangere monstra parantem
fugit anum latebramque petit ; aptumque colori
nomen habet uariis stellatus corpora guttis.
Quas dea per terras et quas errauerit undas,
dicere longa mora est ; quaerenti defuit orbis.
Sicaniam repetit, dumque omnia lustrat eundo,
uenit et ad Cyanen. Ea ni mutata fuisset,
omnia narrasset ; sed et os et lingua uolenti
dicere non aderant, nec, quo loqueretur, habebat.
Signa tamen manifesta dedit notamque parenti,
illo forte loco delapsam in gurgite sacro
Persephones zonam summis ostendit in undis.
Quam simul agnouit, tamquam tum denique raptam
scisset, inornatos laniauit diua capillos
et repetita suis percussit pectora palmis.
Nescit adhuc, ubi sit ; terras tamen increpat omnes
Trinacriam ante alias, in qua uestigia damni
repperit. Ergo illic saeua uertentia glaebas
fregit aratra manu, pariterque irata colonos
ruricolasque boues leto dedit aruaque iussit
fallere depositum uitiataque semina fecit.
Fertilitas terrae latum uulgata per orbem
falsa iacet ; primis segetes moriuntur in herbis,
et modo sol nimius, nimius modo corripit imber,
sideraque uentique nocent, auidaeque uolucres
fallere depositum uitiataque semina fecit.
Fertilitas terrae latum uulgata per orbem
falsa iacet ; primis segetes moriuntur in herbis,
et modo sol nimius, nimius modo corripit imber,
sideraque uentique nocent, auidaeque uolucres
et frugum genetrix, inmensos siste labores,
neue tibi fidae uiolenta irascere terrae.
Terra nihil meruit patuitque inuita rapinae.
Nec sum pro patria supplex ; huc hospita ueni.
Pisa mihi patria est et ab Elide ducimus ortus ;
Sicaniam peregrina colo, sed gratior omni
haec mihi terra solo est ; hos nunc Arethusa penates,
hanc habeo sedem. Quam tu, mitissima, serua.
Mota loco cur sim tantique per aequoris undas
aduehar Ortygiam, ueniet narratibus hora
tempestiua meis, cum tu curaque leuata
et uultus melioris eris. Mihi peruia tellus
praebet iter subterque imas ablata cauernas
hic caput attollo desuetaque sidera cerno.
Ergo dum Stygio sub terris gurgite labor,
uisa tua est oculis illic Proserpina nostris ;
illa quidem tristis neque adhuc interrita uultu,
sed regina tamen, sed opaci maxima mundi,
sed tamen inferni pollens matrona tyranni ! ”
Mater ad auditas stupuit ceu saxea uoces
attonitaeque diu similis fuit…