lunes, 5 de diciembre de 2016

Ambrose Bierce: Dos ladrones


DOS LADRONES

DOS ladrones entraron en el granero de un granjero y robaron una bolsa de hortalizas; y luego de que uno de ellos la cargara en sus hombros, salieron corriendo. Un momento después, todos los animales domésticos y las aves de corral presentes en el lugar les iban pisando los talones, con gran alboroto, lo que entrañaba el riesgo de que el granjero bajase a perseguirlos con sus perros.

  —No te imaginas cómo me ayuda a escapar el peso de esta bolsa, aumentando mi impulso —dijo el que llevaba el bulto—; qué te parece si tú cargas con ella.

  —¡Ah! —repuso el otro, que con gran celo había estado indicando el camino hacia la salvación, sin perder la delantera—, es interesante descubrir cómo un peligro compartido hace confiada a la gente. Mil veces dijiste que a mí no se me puede confiar un botín valioso. Es humillante confesarlo, pero yo mismo estoy convencido de que si tomase esa bolsa, y el ímpetu que confiere, tú no podrías dar por descontada tu ganancia.

  —Un peligro compartido —fue la réplica— parece estimular la convicción tanto como la confianza.

  —Es muy probable —asintió el otro, secamente—; estoy realmente demasiado ocupado para entrar en esas sutilezas. Encontrarás una detallada discusión del tema en el Zend Avesta.

  Pero los bastonazos les enseñaron más en un minuto de lo que hubieran podido sacar de ese excelente libro en quince días.

  Y si hubieran tenido el privilegio de leer esta fábula, les habría enseñado más que ambas cosas.

AMBROSE BIERCE
Traducción de Tamara McCarol.
Telarañas de un cráneo vacío ©Ediciones De la Mirándola, septiembre de 2013.



TWO THIEVES

Two thieves went into a farmer's granary and stole a sack of kitchen vegetables; and, one of them slinging it across his shoulders, they began to run away. In a moment all the domestic animals and barn-yard fowls about the place were at their heels, in high clamour, which threatened to bring the farmer down upon them with his dogs.

  "You have no idea how the weight of this sack assists me in escaping, by increasing my momentum," said the one who carried the plunder; "suppose you take it."

  "Ah!" returned the other, who had been zealously pointing out the way to safety, and keeping foremost therein, "it is interesting to find how a common [pg 11] danger makes people confiding. You have a thousand times said I could not be trusted with valuable booty. It is an humiliating confession, but I am myself convinced that if I should assume that sack, and the impetus it confers, you could not depend upon your dividend."

  "A common danger," was the reply, "seems to stimulate conviction, as well as confidence."

"Very likely," assented the other, drily; "I am quite too busy to enter into these subtleties. You will find the subject very ably treated in the Zend-Avesta."

  But the bastinado taught them more in a minute than they would have gleaned from that excellent work in a fortnight.

  If they could only have had the privilege of reading this fable, it would have taught them more than either.