lunes, 5 de diciembre de 2011

Elizabeth Barrett Browning y Carlos Pujol




SONNETS FROM THE PORTUGUESE

 I

I thought once how Theocritus had sung
Of the sweet years, the dear and wished-for years,
Who each one in a gracious hand appears
To bear a gift for mortals, old or young:

And, as I mused it in his antique tongue,
I saw, in gradual vision through my tears,
The sweet, sad years, the melancholy years,
Those of my own life, who by turns had flung

A shadow across me. Straightway I was 'ware,
So weeping, how a mystic Shape did move
Behind me, and drew me backward by the hair;

And a voice said in mastery, while I strove, —
'Guess now who holds thee?' — 'Death,' I said. But, there,
The silver answer rang, — 'Not Death, but Love.'


I

Releía los versos de Téocrito
sobre los dulces años que tendían
con mano generosa a los mortales
un don, ya fueran jóvenes o viejos.

Y absorta en su antíquisimo lenguaje
vi que se abrían paso entre mis lágrimas
los dulces, tristes años melancólicos
que eran mi propia vida, y que dejaron

sombras en la memoria... y en seguida
creí ver entre el llanto una figura
de otro mundo tirándome del pelo.

Y una voz dijo enérgica: Adivina
quién soy. Dije: La Muerte. Su respuesta
sonó a plata: La Muerte no, el Amor.


II

But only three in all God's universe
Have heard this word thou hast said,—Himself, beside
Thee speaking, and me listening! and replied
One of us . . . that was God, . . . and laid the curse

So darkly on my eyelids, as to amerce
My sight from seeing thee,—that if I had died,
The deathweights, placed there, would have signified
Less absolute exclusion. 'Nay' is worse

From God than from all others, O my friend!
Men could not part us with their worldly jars,
Nor the seas change us, nor the tempests bend;

Our hands would touch for all the mountain-bars:
And, heaven being rolled between us at the end,
We should but vow the faster for the stars.


II

Solamente tres seres en el mundo
te han oído al hablarme: el propio Dios
y nosotros... Y fue Dios quien habló
para sellar de oscuridad mis párpados

vedando a mi mirada el poder verte...
De modo que al morir su negativa
como un peso mortal hubiera sido
la exclusión de su amor... El "no" de Dios

es más terrible, amor, que cualquier otro.
Los hombres no podrían desunirnos,
ni el mar ni las tormentas, por encima

de los montes, las manos se encontraran.
Y aunque el cielo al final nos separase
las estrellas dirían nuestro amor.


III

Unlike are we, unlike, O princely Heart!
Unlike our uses and our destinies.
Our ministering two angels look surprise
On one another, as they strike athwart

Their wings in passing. Thou, bethink thee, art
A guest for queens to social pageantries,
With gages from a hundred brighter eyes
Than tears even can make mine, to play thy part

Of chief musician. What hast thou to do
With looking from the lattice-lights at me,
A poor, tired, wandering singer, singing through

The dark, and leaning up a cypress tree?
The chrism is on thine head,—on mine, the dew,—
And Death must dig the level where these agree.


III

¡Oh, corazón de príncipe, distintos
somos tú y yo de vida y de destino!
Atónitos se miran nuestros ángeles
cuando traban sus alas coincidiendo.

No lo olvides, tú puedes ser el huésped
de honor en los festejos de las reinas,
atrayendo miradas más brillantes
de lo que el llanto hace brillar mis ojos,

ser el artista... Dime, ¿por qué vas
a mirarme a través de celosías,
pobre, errante, cansada... cuyo canto

es nocturno y se apoya en un ciprés?
Tú estás ungido, escarcha hay en mi frente.
Sólo la Muerte nos podrá hermanar.

ELIZABETH BARRETT BROWNING


CARLOS PUJOL