domingo, 10 de noviembre de 2019

Casiodoro de Reina: Biblia del Oso, Eclesiastés VII y VIII


La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina publicada en Basilea en 1569, es, muy probablemente, uno de los monumentos más desconocidos de la literatura española del Siglo de Oro. Ampliamente corregida por Cipriano de Valera en 1602 (con criterio más teológico y pastoral que literario), es esta última versión (Reina-Valera) la que pasó a la posteridad, como la Biblia protestante por antonomasia de la lengua española. Para estas entradas, recuperamos el texto del ejemplar facsimilar  de la edición original que posee la Biblioteca de Princeton, disponible en el imprescindible Internet Archive.

ECLESIASTÉS
VII

Doctrinas de verdadera sabiduría, que a la razón humana parecerán locura. El pago que el mundo a sus medicinadores y los límites de modestia que ellos guardarán en medicinarlo, para evitar el peligro en cuanto la fidelidad de la vocación lo permitiere. Resolución de lo disputado. El hombre no puede ser sabio sino por temor de Dios.

Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacer mismo.

Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del convite; porque es el fin de todos los hombres, y el que vive no advertirá.

Mejor es el enojo que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.

El corazón de los sabios, en la casa del luto; mas el corazón de los locos, en la casa del placer.

Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los locos.

Porque la risa del loco es como el estrépito de las espinas debajo de la olla. Y también esto, la risa o la prosperidad de los locos es vanidad.

Ciertamente el agravio hace enloquecer al sabio; y el presente corrompe el corazón.

Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.

No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque la ira en el seno de los locos reposa.

Nunca digas: ¿Qué es la causa de que los tiempos pasados fueran mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

Buena es la ciencia con herencia; y es la excelencia de los que ven el sol.

Porque en la sombra de la ciencia, y en la sombra del dinero reposa el hombre; mas la sabiduría excede en que da vida a sus poseedores.

Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

En el día del bien goza del bien; y en el día del mal abre los ojos y toma enseñamiento. Dios también hizo esto, el mal delante del bien, delante de lo otro, para que el hombre no halle nada tras de él.

Todo lo vide en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y impío hay que por su maldad alarga sus días.

No seas justo mucho ni seas demasiadamente sabio, ¿por qué te destruirás?

No hagas mal mucho, ni seas loco; ¿por qué morirás, en medio del hilo de tus empresas, antes de tu tiempo?

Bueno es que tomes esto, y también de estotro no apartes tu mano; porque el que a Dios teme, saldrá con todo.

La sabiduría esfuerza al sabio más que diez poderosos príncipes que sean en la ciudad.

Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga bien y nunca peque.

Tampoco apliques tu corazón a todas las palabras que se hablaren, porque alguna vez no oigas a tu siervo que dice mal de ti.

Porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.

Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Hacerme he sabio; mas ella se alejó de mí.

Lejos está lo que fue; y lo profundo profundo ¿quién lo hallará?

Yo he rodeado, y mi corazón por saber y examinar, e inquirir la sabiduría, y la razón; y por saber la maldad de la locura, y el desvarío del error.

Y yo he hallado más amarga que la muerte la mujer, la cual es redes y lazos su corazón; sus manos ligaduras. El bueno delante de Dios escapará de ella; mas el pecador será preso en ella.

Mira, esto he hallado, dice el Predicador, mirando las cosas una a una para hallar la razón;

Lo cual más allende mucho buscó mi ánima, y no lo hallé: un hombre entre mil, un sabio virtuoso, he hallado; mas mujer de todas éstas nunca hallé.

Solamente, he aquí, esto hallé: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas.


VIII

Alabanzas de la sabiduría y sus efectos. Persuade a la obediencia de los magistrados como un antídoto de lo que ha mostrado arriba de su corrupción, locura, tiranía y perversión del derecho. Persuade a la obediencia de la ley de Dios, y al conocimiento de su Providencia contra el epicureísmo. Vuelve a la tiranía y perversos juicios de los hombres y describe el abuso que tienen de la tolerancia de Dios con que los espera. Concluyendo de todo la verdadera felicidad en este mundo por la que ha dicho, y no otra.

¿Quién como el sabio? ¿Y quién como el que sabe la declaración de la palabra? La sabiduría del hombre hará ilustre su rostro, y la fuerza de su cara se mudará.

Yo te aviso que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento, del pacto que heciste con Dios.

No apresures a irte de delante de él, ni estés en cosa mala; porque él hará todo lo que quisiere.

Porque la palabra del rey es su potestad, ¿y quién le dirá, qué haces?

El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el tiempo y el juicio conoce el corazón del sabio.

Porque para toda voluntad que quisierdes hay tiempo y juicio; porque el mal del trabajo hombre es grande sobre él.

Porque no sabe lo que ha de ser; y cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?

No hay hombre que tenga potestad sobre el viento, para detener el viento, ni hay potestad sobre el día de la muerte; ni hay armas en tal guerra; ni la impiedad escapará al que la posee.

Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que se hace debajo del sol; el tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

Entonces vi también que los impíos que después de sepultados volvieron y vinieron; y los que de lugar santo caminaron fueron puestos en olvido en la ciudad donde obraron verdad. Esto también vanidad es.

Porque luego no se ejecuta sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está lleno en ellos para hacer mal.

Porque el que peca haga mal cien veces, y sea esperado de Dios, aun yo también sé que los que a Dios temen habrán bien, los que temieren delante de su presencia;

Y que al impío nunca habrá bien, ni le serán prolongados los días, mas serán sus días como sombra; porque no temió delante de la presencia de Dios.

Hay otra vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos los cuales son pagados como si hicieran obras de impíos; y hay impíos, que son pagados como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.

Por tanto yo alabé el alegría que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre; y que esto le pegue de su trabajo los días de su vida que Dios le dio debajo del sol.

Por lo cual yo di mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la ocupación que se hace sobre la tierra, que ni de noche ni de día ve el hombre sueño en sus ojos.

Y vide acerca de todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar obra que se haga debajo del sol; por la cual trabaja el hombre buscándola, y no la hallará; aunque diga el sabio que sabe, no la podrá alcanzar. 

Biblia del oso. Basilea, 1569.