martes, 15 de enero de 2019

Ovidio, Rolfe Humphries y Pedro Sánchez de Viana: Medea, Jasón y el vellocino de oro

MEDEA, JASÓN Y EL VELLOCINO DE ORO
Metamorfosis, Libro VII, 1-158

Ya por el mar los Tésalos remaban,
Y habían visto a Fineo (1) desdichado,
A quien pobreza y ceguedad cansaban.
Y los mozos que el Cierzo había criado,
Las vírgenes Harpías desterraron
De ante el cuitado viejo fatigado.
Sufrieron muchas cosas, y pasaron
Debajo la bandera y estandarte
Del ínclito Jasón, y al fin llegaron
Al cenagoso Fasis (2), de do parte
La gente a ver al Rey, y le pidieron
El vellocino de oro (3). De su parte
Los extranjeros recibidos fueron
Con buena gracia, y él los apercibe
Del horrendo trabajo a que vinieron.
Entretanto Medea en sí concibe
Terrible fuego, bien que rehusaba;
Y viendo su furor, que no recibe
A la razón, de esta arte se hablaba:

«Por demás contradices, oh Medea;
No sé qué Dios estorba el presupuesto;
Lo que me admira en mí no sé qué sea,
O sin dudar Amor es como aquesto.
¿Por qué, por qué razón no me recrea
La forma en que mi padre se ha dispuesto
Mandar? Mas me parece mandamiento
Durísimo, y lo es a lo que siento.

»¿Por qué quien ahora vi, ya finalmente
Deseo con temor que no perezca?
Y de este miedo tal, que es evidente,
¿Qué causa puede haber que bien parezca?
El fuego concebido, que se siente
En tu virginal pecho, desparezca,
Si puedes, desdichada; si pudiese,
Sería más sana, y ojalá sí fuese.

»Mas una poderosa y nueva fuerza
Me fuerza a mi pesar, y sin derecho.
Razón me pide uno, Amor me fuerza
Que quiera y ame otro a mi despecho,
Y aunque a verlo mejor razón me esfuerza,
Y tenerlo por bueno, es sin provecho,
Pues siendo de mí misma yo enemigo,
Lo bueno apruebo y lo contrario sigo.

»Hermosa virgen siendo, y heredera
Del reino paternal, ¿por qué deseas
Marido de región tan extranjera?
Tu tierra puede darte con quien seas
Dichosa; cuanto más que no está fuera
Tu huésped de peligro, ni tú creas
Que no podrá morir; mas con todo eso,
Él viva, y dele Dios muy buen suceso.

»Rogar a Dios que viva sin amarle,
Es lícito; ¿qué cosa ha cometido
Jasón porque merezca difamarle?
¿A quién, si no es cruel, no habrá movido
Su edad, virtud, linaje? y si faltarle
Pudiera esto, fuera conmovido
Cualquiera, sólo en ver tan gran belleza;
A lo menos en mí no halló dureza.

»Si no le favorezco en este caso,
El soplo de los toros le hará daño,
O acometiendo será muerto acaso
Del escuadrón de su semilla extraño.
O si puede escapar de aqueste paso,
No escapará de aquel dragón tamaño.
Si tal yo consintiere, decir quiero
Que tengo corazón de duro acero.

»Confiésome por hija, si tal hago,
De la más cruda tigre que ha nacido,
Y que es mi pecho hierro, y que me pago
De entrañas de peñasco endurecido.
¿Por qué cuando él perece en aquel trago,
No le estoy remirando, y he querido
Hacer que sean mis ojos reputados,
Mirándole, por fieros y malvados?

»¿Por qué a los toros no amonesto y pido
Que vayan contra él con más braveza,
Y a los que de la tierra habrán nacido
No mando en él mostrar su gran fiereza,
Y al Drago velador que embravecido
Se muestre, y muestro yo mi gran crueza?
Mejor lo quiera Dios, aunque acabarlo
Me estaba á mí más bien que no rogarlo.

»Pues ¿cómo entregaré yo a quien me hizo
Y el reino suyo, y trataré que haya
Salud un no sé quién advenedizo?
¿Que vencedor por mí, sin mí se vaya,
Y se case con otra, y el granizo
Del áspero dolor sobre mí caya?
Muera el ingrato, si él ha de hacer esto;
Mas no promete tal su hermoso gesto.

»No puedo yo creer que a do se halla
Tan gran valor de ánimo y nobleza,
Olvido habrá o traición; porque pensada
En tan graciosa cara, es gran bajeza.
Darame antes su fe; para guardada
Haré testigo a Dios. ¿Pues qué tibieza
Con tal seguro tienes, di, Medea?
Ayuda a quien por ti ser vivo crea.

»Sin te tardar ayuda y favorece
A tu Jasón, que a ti será debido.
El cual solemnemente, cual merece
Tal acto, se dará por tu marido.
por la Grecia toda, do esclarece
Su nombre, irá tu fama y apellido;
Serás de cada madre celebrada,
Y de sus hijos vida reputada.

»¿Así que he de dejar mi cara hermana,
Hermano y padre, dioses y contento
Y patria natural, partiendo ufana,
Dejándome en poder al leve viento?
Mi padre es crudo; bárbara y tirana
Mi tierra; en mi hermano yo no siento
(Por ser aún niño) serme muy devoto,
Y mi hermana también es de mi voto (4).

» Grandísimo es el dios que está en mi pecho.
Pequeñas cosas dejo, grandes sigo.
El título me viene de derecho,
De haber librado el escuadrón amigo,
Y la Greciana nave, del cual hecho
Se me podrá seguir, con lo que digo,
Noticia de lugares más gustosos,
Ciudades, pueblos, aun aquí famosos.

»Veré cuál es el arte y policía
De gente tal, que tanta fama tiene,
Gozando de quien yo no trocaría
Por cuanto el universo en sí contiene.
Que siendo él mi marido, yo sería
Dichosa, de lo cual también me viene
Ser a los dioses cara, y desde el suelo
Llegar con la cabeza al alto cielo.

»Mas ¡ay! ¿cómo es posible que tal diga?
Que dicen que hay peñascos que se encuentran
En medio el ancho mar, y la enemiga
Caribdis, a las naves que allá entran
Agora sorbe el agua, y da fatiga,
Tornándola a lanzar, y reconcentran
En el profundo mar los aullidos
Los perros que a ti, Scyla, están ceñidos (5).

»Por cierto yo teniendo a quien bien quiero,
Y en el regazo de Jasón echada,
Navegaré sin miedo por el fiero
Y largo mar, sin sospechar en nada.
O si temiere, mi temor espero
Me tendrá por mi esposo congojada.
¿Qué llamas desposorio? Gentil nombre
Hallaste a tu delito y buen renombre.

»Graciosamente llamas, oh Medea,
A la notoria culpa y manifiesta;
Mejor será mirar lo que desea
Tu voluntad, más libre que modesta.
Si adviertes lo que tanto te recrea,
Hallarás ser traición; luego no resta
Sino poner remedio a tanto daño,
Mientra evitar se puede mal tamaño.»

Ante ella, en acabando, se pusieron
Vergüenza, honestidad, piedad a punto
De guerra, y a Cupido acometieron.
Salíase huyendo, casi ya difunto,
Amor, y al templo de Hécates (6) guiaba
Medea su camino en aquel punto,
El cual, entre arboleda umbrosa estaba
En un secreto bosque, y ya su fuego
Amortiguado casi no quemaba.
Cuando miró a Jasón, y creció luego
La medio muerta llama, de manera
Que se tornó á rendir al niño ciego.
Su cara se inflamó, como si fuera
Centella disfrazada con pavesa,
Que el soplo de algún viento la encendiera.
Tomando aumento y fuerzas tan apriesa,
Que hasta llegar a ser cual ser solía,
La furia de su furia nunca cesa.
Así, su blando amor, que parecía
Que no era amor, como antes se ha inflamado
Con la presencia hermosa que allí vía
De su Jasón, el cual había llegado
Acaso tan hermoso, que pudieras
Haber a la amadora perdonado.
Mirábale, y estaba tan de veras
Atenta, cual si entonces él llegara.
Notando sus facciones y maneras,
No piensa que es humana aquella cara:
La sin juicio estase en él mirando,
Que de ninguna suerte se repara.
Mas luego que la diestra el huésped dando
La comenzó a hablar pidiendo ayuda,
Con baja voz y con semblante blando,
Y la protesta y jura, si le ayuda
En este trance bravo y riguroso,
De se casar con ella muy sin duda,
Con rostro le responde lagrimoso:

«Entiendo lo que haré, que no me engaña.
No, alcanzar la verdad en este caso,
Sino la fuerza del amor extraña
Escaparás sin falta de este paso,
Usando de mi don y de tu maña;
Y siendo vencedor, no seas escaso
De fe y agradecer, y no te pido
Más que me cumplas bien lo prometido.»

Por el sagrado y santo sacrificio,
Y la triforme Hecates él la jura
De se acordar de tanto beneficio.
Y por el Sol, a quien no hay cosa obscura,
Que es padre de su suegro venidero,
Sucesos y peligros la asegura.
Creyole, y con afecto verdadero,
De hierbas encantadas le enriquece,
Aprende el uso , fuese placentero.
Los ojos con que el cielo resplandece,
Había la blanca Aurora de otro día
Con su luz ahuyentado, y ya parece
Que el campo del dios Marte se hinchía
De pueblos circunstantes y otras gentes,
Por ver lo que de allí resultaría.
Sentose el Rey en medio de valientes
Criados, con su cetro marfilino
Y púrpura e insignias excelentes.
Estando en esto, un par de toros vino,
Con los pies de metal, echando fuego
Por las narices de diamante fino.
La hierba del vapor tocada, luego
Se enciende, y como el horno ardiente suena
O la piedra, que en él pasó tal juego
Que en cal se convirtió, si se ve llena
De agua, concibiendo del rocío
Ardor. Así, sonó con larga vena
El pecho de los dos, y con tal brío
El fuego allá encerrado, y se revuelve
Amenazando el fiero desafío.
Mas aunque tan feroces, se resuelve
El hijo de Esón de acometellos ,
Y cada cual terrible al punto vuelve,
El rostro y cuernos, que la punta dellos
De hierro era, al mozo que venía
Sin pensamiento alguno de temellos.
Con los hendidos pies la tierra hería
Cada cual, y la misma en los oídos
De fumosos bramidos retiñía.
Las Tesalas quedaron sin sentidos
Y sin calor, de miedo, y los alientos
Fogosos de Jasón no son sentidos.
Son de tan gran poder encantamientos.
Halaga con la osada diestra el cuello
De cada toro, y ambos mal contentos
Al yugo unidos, a pesar de sello,
El corvo arado tiran, surqueando
Un campo do jamás se hizo aquello.
Estanse los de Colchos admirando,
Y las mujeres, con clamor valiente,
Su ánimo y valor acrecentando.
En un yelmo recoge prestamente
Los viboreznos dientes (7), que procura
Sembrar por el barbecho; la simiente
Cayó en la tierra, que la dio blandura,
Y mediante el encanto y el veneno ,
Tomó de nuevos cuerpos la figura.
Cual el infante en el materno seno
Se perfecciona, y toma forma humana
De sus miembros el número ya lleno,
Y en el vientre se está de buena gana
Hasta que la sazón es ya llegada
De salir a gozar la soberana
Luz del aire común; así formada
La gente en las entrañas do se encierra
Del fértil campo, y ya perfeccionada,
Nació para batalla y cruda guerra,
Y (lo que admira más) salió blandiendo
Las armas, que parió también la Tierra.
Los cuales como vieron pretendiendo
Las lanzas arrojar al mozo griego,
De agudos hierros, con furor horrendo,
El ánimo y color perdieron luego
Los compañeros suyos temerosos,
Y aun ella, que seguro le hizo el juego.
Que como vio con ánimos furiosos
Ir tantos enemigos contra uno,
Hiriéndole continuo tan briosos,
Sin sangre, fría y sin aliento alguno
Se sienta, y amarilla entre sí reza
Encanto al menester bien oportuno.
Con que pretende tengan fortaleza
Las hierbas que ella misma le había dado,
Acógese a sus artes y destreza.
Entonces él, con ánimo esforzado,
Tiró un guijarro entre la gente armada,
Con que quedó seguro; pues mudado
El escuadrón, la lanza y el espada
Contra sí mismos, con sus mismas manos
Menean y braveza no pensada.
Mátanse unos a otros los hermanos
En la civil batalla, a do cayeron
Con heridas y golpes inhumanos.
Los Griegos a Jasón al punto dieron
El parabién de tanto vencimiento;
Mil veces abrazado le tuvieron.
Hacer lo mismo fuera tu contento,
Bárbara; mas vergüenza que te inflama
Estorbó no llegase al fin tu intento.
Que si el temor de no perder tu fama
No lo estorbara, hubiérasle abrazado;
Mas haces lo que puedes con tu llama.
Que es alabar a Dios porque le ha dado
Tan buen suceso, y contentarse dello
En su secreto pecho enamorado.
Mas para concluir y echar el sello,
Adormecer el Drago sólo falta
Con las bastantes hierbas a hacello.
Que con tres lenguas y la cresta alta,
Y dientes corvos, señalado estaba
Velando siempre sin que hubiese falta.
Siendo terrible guarda, que guardaba
El árbol de oro, a éste ha derramado
El zumo con la hierba que llevaba
Del río Leteo, y hale relatado
Tres veces las palabras poderosas
Para engendrar un sueño sosegado,
Y detener las olas espumosas
Del mar turbado y más corriente río
Cuando van más soberbias y furiosas.
Y luego que del sueño el poderío
En los ignotos ojos ha venido,
Gozó Jasón del oro, y con un brío
Soberbio, del despojo conseguido
Y autora de tal don partió gozoso,
Que era otro tal y demás bien cumplido.
Llegó con su mujer y victorioso
A los puertos Yolcíacos, tomando
Refresco, de que viene deseoso.



Notas de la edición de 1887:

(1) Fineo, rey de Tracia fue castigado con la pérdida de la vista y al suplicio de las Harpías por haber abusado del don de la adivinación.
(2) El Fasis, río de la Colchida que desemboca en elmar Negro.
(3) Phryxo, hijo de Athamas, rey de Tebas, tuvo que expatriarse sobre un carnero con lanas de oro que le dio Mercurio. Al llegar a Colchos lo sacrificó al dios Marte y colgó el vellocino en las ramas de una encina sagrada. Después de su muerte se apareció su sombra al rey de Colchida y le predijo que el destino del reino iba unido al del vellocino de oro.
(4) Calciope, hermana de Medea y esposa de Phryxo, temerosa de que sus hijos no recibieran la herencia paterna se interesaba a favor de los griegos.
(5) Alude al estrecho de Mesina. Caribdis es el cabo de la isla de Sicilia que de un lado lo forma y Scila el del continente italiano que por el otro lo limita.
(6) Hecates presidía los encantos. Era lo mismo que Proserpina, Diana y la Luna. Llamábase Luna en los cielos, Diana en la tierra y Proserpina en los infiernos. De aquí el nombre de triple diosa.
(7) Minerva había regalado a Oeeta, algunos de los dientes de la serpiente muerta por Cadmo.

THE STORY OF JASON AND MEDEA

So over the deep the Minyans went sailing.
They had seen Phineus, dragging out his years
In everlasting night, and Boreas' sons
Had driven the Harpies from the poor old king.
They suffered much, but came at last with Jason,
Their brilliant leader, to the muddy waters
Where Phasis meets the sea. They went to the king,
Claiming the golden fleece, by Phrixus given.
And heard the dreadful terms, enormous labors.
And the king's daughter burned with sudden passion.
And fought against it long, and when her reason
Could not subdue her madness, cried: "Medea,
You fight in vain; there is some god or other
Against you. I am wondering whether this
May be the thing called love, or something like it.
Why should my father's orders seem too cruel?
They are too cruel! A fellow I have hardly
Much more than seen may die, and I am fearful!
What for? Unhappy girl, shake from the bosom
This burning fire, if you can. If I could do it,
I would be more sensible, but some new power
Holds me against my will, and reason calls
One way, desire another. I see, approving,
Things that are good, and yet I follow worse ones.
Why do you bum for a stranger, royal maiden?
Why think of marriage into a foreign circle?
This land can give you something to love. If he
Should live or die, let the gods decide; but let him
Live! That I can pray for, even without loving.
What has he done? Only the cruel-hearted
Would not be moved by Jason's youth, his manhood,
His noble birth. And even if these were lacking,
His beauty would move a heart of stone—at least
It has moved mine. And if I do not help him.
The bulls will blow their fiery breath upon him.
The enemy he has sown in earth attack him.
The greedy dragon snatch and seize upon him.
And this, if I allow it, will prove me daughter
Of tigress, stony-hearted, iron-hearted!
Why can not I look on as he is dying.
Disgrace my eyes by looking on? Why can not
I urge the bulls against him, and the warriors
Sprung from the earth, and the unsleeping dragon?
God grant me better grace! But this is not
A question of praying, but doing. Shall I then
Betray my father's kingdom, rescue a stranger.
Who, saved, sails off without me, marries another,
Leaves me to punishment? If he can do it.
If he can place another woman above me.
Then let him die, the ingrate! No! He could not.
He does not look as if he could, his spirit
Is noble, his body handsome. I need never
Fear he would cheat me, or forget my service.
And he will give me a promise, and the gods
Will be our witnesses; I shall compel them.
So, you are safe; why do you fear? Make ready.
Dawdle no more. Jason will owe you, always.
One thing, himself, and he will join you to him
In marriage, and through all the Grecian cities
The women all proclaim how you have saved him.
Do I sail away, then, leave my sister here,
iMy father, brother, native gods and country?
My father, though, is a savage, and my land
Is barbarous, and my brother is a baby,
My sister is on my side; as for the gods.
The greatest god is the one in my own spirit!
I shall not leave great things, but go to meet them:
Great things—a savior's title, and the knowledge
Of better soil than ours, cities whose fame
Thrives even here, civilization, culture.
And one thing more, a man, Jason, my husband,
For whom I would give up gladly all the riches
The rich world holds. I shall be dear to Heaven
As Jason's wife, and my crown shall reach the stars.
But what about those what-do-you-call-em mountains
That clash in the midst of the sea? what about Scylla
With sea-hounds barking in Sicilian waters?
And what about Charybdis, dread of sailors.
Sucking waves down, spitting them up? Ah, holding
That which I love, and safe in Jason's arms,
I shall be borne over long oceans; safe
In his embrace, I shall fear nothing, nothing,
Or, maybe, fear a little for his sake.
You think of him as husband: are you married.
Already, Medea? You had better be watching
What evil you draw near, and flee from crime
While still you may." And, as she finished speaking,
Before her eyes stood Duty, Modesty,
Devotion, and Love was ready for flight, and beaten.

She went to Hecate's old altar, hidden
Deep in a shady forest; she was strong.
Now, and the flame dying down, and she saw Jason,
And the flame rose. Her cheeks grew red, her face
Was burning: as a spark, under the ashes,
Glows at a breath and catches on the tinder,
So now her love, smoldering, almost dying.
You might have thought, blazed into flame again
As Jason stood before her. He was handsome.
Resplendent in that light; no wonder she loved him.
She looked at him, as if she had never seen him,
Thought him a god, infatuated girl.
And could not turn her face away. He spoke,
The stranger, took her hand, asked her to help him.
Promised her marriage, and she answered, weeping:
"I see what I am doing; I shall never
Be fooled by ignorance of the truth, but love.
I will help you, save you—only, keep your promise!"
He swore he would, by the triple goddess' altar,
By any power known to the grove; he swore
By Jove, who sees all things, by his own dangers,
His hope of victory, and she believed him.
Gave him the magic herbs, gave him instruction
In how to use them, watched him happily turning
Back to his lodging.

And the next day came
And all the people gathered in the acres
Sacred to Mars, from the high places watching,
And in their midst the king himself, in crimson,
Holding the ivory sceptre. And they came.
Bronze-footed bulls, fire-breathers, withering grass
From their hot breath. As furnaces roar loud.
As stones in the limekiln hiss with water on them,
Such was the seethe and snort and roar and rumble
From those burnt chests and throats. But Jason went
Forward to meet them, and they lowered their faces
Toward him, most terribly; the horns tipped with iron
Came toward him, and they pawed the ground and bellowed.
The Minyans stiffened in fear, and Jason
Moved in, and did not feel the fire, the panting.
The herbs, it seemed, had too much virtue in them.
His hand went out to stroke the hanging dewlaps.
To stroke and pet them, to put the yoke upon them,
Over the shoulders, made them draw the plough
Through fields that never before had known a furrow.
The Colchians were stunned, but Jason's people
Cheered, and his spirit responded to the cheering.
From the bronze helmet he took serpent's teeth.
Sowing the ploughland with them, and earth softened
The poison-saturated seeds he planted.
They grew, took on new forms, the way a baby
Grows in the womb, in its slow time, and only
Comes forth when fully formed, so, in the earth.
Their pregnant mother, these forms of men were growing,
And when they rose, they rose on teeming soil.
Hundreds and hundreds, and what is even stranger
Rose in full armor, brandishing their weapons,
And the people saw them, aiming spears at Jason,
And their hearts shook and faces paled. Medea
Had made him safe, she knew, but she was frightened.
Bloodless and cold, to see one man the target
Of all those pitiless spears. The herbs might fail,
The charm prove weak, and so she sang a spell.
Called secret arts to her aid. But Jason, hurling
A giant rock among them, turned their fury
From him to each other, and the earth-born brothers
Wounded and killed each other. And they cheered him,
Colchians and Minyans both, and caught him
In arms, to lift him shoulder-high, and held him
With easoi er arms. Medea would have held him
With eager arms, victorious, but Medea
Had to be modest; Medea would have held him
With eager arms, but there were people watching,
There might have been remarks. What she could do.
She did, and that was look upon him, happy.
Not saying a word, just looking, and in her heart
Thanking the gods, the charms and spells they gave her.

One task was left, to put to sleep the dragon
Who never sleeps, the monster with the crest,
The triple tongue, the crooked fangs, the guardian
Of the golden tree. And Jason sprinkled on him
Juice from Lethaean herbs, chanting, three times,
Words that bring quiet slumber, and put to rest
Most angry seas, and stop swift-flowing rivers.
Then sleep came into those eyes, which never before
Had known of sleep, and Jason won the spoil
Of gold, and in his pride took with him also
Another spoil, the woman who helped him win it,
And so at last came home to lolchos' harbor,
A victor with a bride.

Translated by ROLFE HUMPHRIES.


7:1  Iamque fretum Minyae Pagasaea puppe secabant,
 7:2 perpetuaque trahens inopem sub nocte senectam
 7:3 Phineus visus erat, iuvenesque Aquilone creati
 7:4 virgineas volucres miseri senis ore fugarant,
 7:5 multaque perpessi claro sub Iasone tandem
 7:6 contigerant rapidas limosi Phasidos undas.
 7:7 dumque adeunt regem Phrixeaque vellera poscunt
 7:8 lexque datur Minyis magnorum horrenda laborum,
 7:9 concipit interea validos Aeetias ignes
 7:10 et luctata diu, postquam ratione furorem
 7:11 vincere non poterat, 'frustra, Medea, repugnas:
 7:12 nescio quis deus obstat,' ait, 'mirumque, quid hoc est,
 7:13 aut aliquid certe simile huic, quod amare vocatur.
 7:14 nam cur iussa patris nimium mihi dura videntur?
 7:15 sunt quoque dura nimis! cur, quem modo denique vidi,
 7:16 ne pereat, timeo? quae tanti causa timoris?
 7:17 excute virgineo conceptas pectore flammas,
 7:18 si potes, infelix! si possem, sanior essem!
 7:19 sed trahit invitam nova vis, aliudque cupido,
 7:20 mens aliud suadet: video meliora proboque,
 7:21 deteriora sequor. quid in hospite, regia virgo,
 7:22 ureris et thalamos alieni concipis orbis?
 7:23 haec quoque terra potest, quod ames, dare. vivat an ille
 7:24 occidat, in dis est. vivat tamen! idque precari
 7:25 vel sine amore licet: quid enim commisit Iason?
 7:26 quem, nisi crudelem, non tangat Iasonis aetas
 7:27 et genus et virtus? quem non, ut cetera desint,
 7:28 ore movere potest? certe mea pectora movit.
 7:29 at nisi opem tulero, taurorum adflabitur ore
 7:30 concurretque suae segeti, tellure creatis
 7:31 hostibus, aut avido dabitur fera praeda draconi.
 7:32 hoc ego si patiar, tum me de tigride natam,
 7:33 tum ferrum et scopulos gestare in corde fatebor!
 7:34 cur non et specto pereuntem oculosque videndo
 7:35 conscelero? cur non tauros exhortor in illum
 7:36 terrigenasque feros insopitumque draconem?
 7:37 di meliora velint! quamquam non ista precanda,
 7:38 sed facienda mihi. -- prodamne ego regna parentis,
 7:39 atque ope nescio quis servabitur advena nostra,
 7:40 ut per me sospes sine me det lintea ventis
 7:41 virque sit alterius, poenae Medea relinquar?
 7:42 si facere hoc aliamve potest praeponere nobis,
 7:43 occidat ingratus! sed non is vultus in illo,
 7:44 non ea nobilitas animo est, ea gratia formae,
 7:45 ut timeam fraudem meritique oblivia nostri.
 7:46 et dabit ante fidem, cogamque in foedera testes
 7:47 esse deos. quid tuta times? accingere et omnem
 7:48 pelle moram: tibi se semper debebit Iason,
 7:49 te face sollemni iunget sibi perque Pelasgas
 7:50 servatrix urbes matrum celebrabere turba.
 7:51 ergo ego germanam fratremque patremque deosque
 7:52 et natale solum ventis ablata relinquam?
 7:53 nempe pater saevus, nempe est mea barbara tellus,
 7:54 frater adhuc infans; stant mecum vota sororis,
 7:55 maximus intra me deus est! non magna relinquam,
 7:56 magna sequar: titulum servatae pubis Achivae
 7:57 notitiamque soli melioris et oppida, quorum
 7:58 hic quoque fama viget, cultusque artesque locorum,
 7:59 quemque ego cum rebus, quas totus possidet orbis,
 7:60 Aesoniden mutasse velim, quo coniuge felix
 7:61 et dis cara ferar et vertice sidera tangam.
 7:62 quid, quod nescio qui mediis concurrere in undis
 7:63 dicuntur montes ratibusque inimica Charybdis
 7:64 nunc sorbere fretum, nunc reddere, cinctaque saevis
 7:65 Scylla rapax canibus Siculo latrare profundo?
 7:66 nempe tenens, quod amo, gremioque in Iasonis haerens
 7:67 per freta longa ferar; nihil illum amplexa verebor
 7:68 aut, siquid metuam, metuam de coniuge solo. --
 7:69 coniugiumne putas speciosaque nomina culpae
 7:70 inponis, Medea, tuae? -- quin adspice, quantum
 7:71 adgrediare nefas, et, dum licet, effuge crimen!'
 7:72 dixit, et ante oculos rectum pietasque pudorque
 7:73 constiterant, et victa dabat iam terga Cupido.
 7:74 Ibat ad antiquas Hecates Perseidos aras,
 7:75 quas nemus umbrosum secretaque silva tegebat,
 7:76 et iam fortis erat, pulsusque recesserat ardor,
 7:77 cum videt Aesoniden exstinctaque flamma reluxit.
 7:78 erubuere genae, totoque recanduit ore,
 7:79 utque solet ventis alimenta adsumere, quaeque
 7:80 parva sub inducta latuit scintilla favilla
 7:81 crescere et in veteres agitata resurgere vires,
 7:82 sic iam lenis amor, iam quem languere putares,
 7:83 ut vidit iuvenem, specie praesentis inarsit.
 7:84 et casu solito formosior Aesone natus
 7:85 illa luce fuit: posses ignoscere amanti.
 7:86 spectat et in vultu veluti tum denique viso
 7:87 lumina fixa tenet nec se mortalia demens
 7:88 ora videre putat nec se declinat ab illo;
 7:89 ut vero coepitque loqui dextramque prehendit
 7:90 hospes et auxilium submissa voce rogavit
 7:91 promisitque torum, lacrimis ait illa profusis:
 7:92 'quid faciam, video: nec me ignorantia veri
 7:93 decipiet, sed amor. servabere munere nostro,
 7:94 servatus promissa dato!' per sacra triformis
 7:95 ille deae lucoque foret quod numen in illo
 7:96 perque patrem soceri cernentem cuncta futuri
 7:97 eventusque suos et tanta pericula iurat:
 7:98 creditus accepit cantatas protinus herbas
 7:99 edidicitque usum laetusque in tecta recessit.
 7:100 Postera depulerat stellas Aurora micantes:
 7:101 conveniunt populi sacrum Mavortis in arvum
 7:102 consistuntque iugis; medio rex ipse resedit
 7:103 agmine purpureus sceptroque insignis eburno.
 7:104 ecce adamanteis Vulcanum naribus efflant
 7:105 aeripedes tauri, tactaeque vaporibus herbae
 7:106 ardent, utque solent pleni resonare camini,
 7:107 aut ubi terrena silices fornace soluti
 7:108 concipiunt ignem liquidarum adspergine aquarum,
 7:109 pectora sic intus clausas volventia flammas
 7:110 gutturaque usta sonant; tamen illis Aesone natus
 7:111 obvius it. vertere truces venientis ad ora
 7:112 terribiles vultus praefixaque cornua ferro
 7:113 pulvereumque solum pede pulsavere bisulco
 7:114 fumificisque locum mugitibus inpleverunt.
 7:115 deriguere metu Minyae; subit ille nec ignes
 7:116 sentit anhelatos (tantum medicamina possunt!)
 7:117 pendulaque audaci mulcet palearia dextra
 7:118 suppositosque iugo pondus grave cogit aratri
 7:119 ducere et insuetum ferro proscindere campum:
 7:120 mirantur Colchi, Minyae clamoribus augent
 7:121 adiciuntque animos. galea tum sumit aena
 7:122 vipereos dentes et aratos spargit in agros.
 7:123 semina mollit humus valido praetincta veneno,
 7:124 et crescunt fiuntque sati nova corpora dentes,
 7:125 utque hominis speciem materna sumit in alvo
 7:126 perque suos intus numeros conponitur infans
 7:127 nec nisi maturus communes exit in auras,
 7:128 sic, ubi visceribus gravidae telluris imago
 7:129 effecta est hominis, feto consurgit in arvo,
 7:130 quodque magis mirum est, simul edita concutit arma.
 7:131 quos ubi viderunt praeacutae cuspidis hastas
 7:132 in caput Haemonii iuvenis torquere parantis,
 7:133 demisere metu vultumque animumque Pelasgi;
 7:134 ipsa quoque extimuit, quae tutum fecerat illum.
 7:135 utque peti vidit iuvenem tot ab hostibus unum,
 7:136 palluit et subito sine sanguine frigida sedit,
 7:137 neve parum valeant a se data gramina, carmen
 7:138 auxiliare canit secretasque advocat artes.
 7:139 ille gravem medios silicem iaculatus in hostes
 7:140 a se depulsum Martem convertit in ipsos:
 7:141 terrigenae pereunt per mutua vulnera fratres
 7:142 civilique cadunt acie. gratantur Achivi
 7:143 victoremque tenent avidisque amplexibus haerent.
 7:144 tu quoque victorem conplecti, barbara, velles:
 7:145 obstitit incepto pudor, at conplexa fuisses,
 7:146 sed te, ne faceres, tenuit reverentia famae.
 7:147 quod licet, adfectu tacito laetaris agisque
 7:148 carminibus grates et dis auctoribus horum.
 7:149 Pervigilem superest herbis sopire draconem,
 7:150 qui crista linguisque tribus praesignis et uncis
 7:151 dentibus horrendus custos erat arboris aureae.
 7:152 hunc postquam sparsit Lethaei gramine suci
 7:153 verbaque ter dixit placidos facientia somnos,
 7:154 quae mare turbatum, quae concita flumina sistunt,
 7:155 somnus in ignotos oculos sibi venit, et auro
 7:156 heros Aesonius potitur spolioque superbus
 7:157 muneris auctorem secum, spolia altera, portans
 7:158 victor Iolciacos tetigit cum coniuge portus.