MEDEA, JASÓN Y EL VELLOCINO DE ORO
Metamorfosis, Libro VII, 1-158
Ya por el mar los Tésalos remaban,
Y habían visto a Fineo (1) desdichado,
A quien pobreza y ceguedad cansaban.
Y los mozos que el Cierzo había criado,
Las vírgenes Harpías desterraron
De ante el cuitado viejo fatigado.
Sufrieron muchas cosas, y pasaron
Debajo la bandera y estandarte
Del ínclito Jasón, y al fin llegaron
Al cenagoso Fasis (2), de do parte
La gente a ver al Rey, y le pidieron
El vellocino de oro (3). De su parte
Los extranjeros recibidos fueron
Con buena gracia, y él los apercibe
Del horrendo trabajo a que vinieron.
Entretanto Medea en sí concibe
Terrible fuego, bien que rehusaba;
Y viendo su furor, que no recibe
A la razón, de esta arte se hablaba:
«Por demás contradices, oh Medea;
No sé qué Dios estorba el presupuesto;
Lo que me admira en mí no sé qué sea,
O sin dudar Amor es como aquesto.
¿Por qué, por qué razón no me recrea
La forma en que mi padre se ha dispuesto
Mandar? Mas me parece mandamiento
Durísimo, y lo es a lo que siento.
»¿Por qué quien ahora vi, ya finalmente
Deseo con temor que no perezca?
Y de este miedo tal, que es evidente,
¿Qué causa puede haber que bien parezca?
El fuego concebido, que se siente
En tu virginal pecho, desparezca,
Si puedes, desdichada; si pudiese,
Sería más sana, y ojalá sí fuese.
»Mas una poderosa y nueva fuerza
Me fuerza a mi pesar, y sin derecho.
Razón me pide uno, Amor me fuerza
Que quiera y ame otro a mi despecho,
Y aunque a verlo mejor razón me
esfuerza,
Y tenerlo por bueno, es sin provecho,
Pues siendo de mí misma yo enemigo,
Lo bueno apruebo y lo contrario sigo.
»Hermosa virgen siendo, y heredera
Del reino paternal, ¿por qué deseas
Marido de región tan extranjera?
Tu tierra puede darte con quien seas
Dichosa; cuanto más que no está fuera
Tu huésped de peligro, ni tú creas
Que no podrá morir; mas con todo eso,
Él viva, y dele Dios muy buen suceso.
»Rogar a Dios que viva sin amarle,
Es lícito; ¿qué cosa ha cometido
Jasón porque merezca difamarle?
¿A quién, si no es cruel, no habrá
movido
Su edad, virtud, linaje? y si faltarle
Pudiera esto, fuera conmovido
Cualquiera, sólo en ver tan gran
belleza;
A lo menos en mí no halló dureza.
»Si no le favorezco en este caso,
El soplo de los toros le hará daño,
O acometiendo será muerto acaso
Del escuadrón de su semilla extraño.
O si puede escapar de aqueste paso,
No escapará de aquel dragón tamaño.
Si tal yo consintiere, decir quiero
Que tengo corazón de duro acero.
»Confiésome por hija, si tal hago,
De la más cruda tigre que ha nacido,
Y que es mi pecho hierro, y que me pago
De entrañas de peñasco endurecido.
¿Por qué cuando él perece en aquel
trago,
No le estoy remirando, y he querido
Hacer que sean mis ojos reputados,
Mirándole, por fieros y malvados?
»¿Por qué a los toros no amonesto y pido
Que vayan contra él con más braveza,
Y a los que de la tierra habrán nacido
No mando en él mostrar su gran fiereza,
Y al Drago velador que embravecido
Se muestre, y muestro yo mi gran crueza?
Mejor lo quiera Dios, aunque acabarlo
Me estaba á mí más bien que no rogarlo.
»Pues ¿cómo entregaré yo a quien me hizo
Y el reino suyo, y trataré que haya
Salud un no sé quién advenedizo?
¿Que vencedor por mí, sin mí se vaya,
Y se case con otra, y el granizo
Del áspero dolor sobre mí caya?
Muera el ingrato, si él ha de hacer
esto;
Mas no promete tal su hermoso gesto.
»No puedo yo creer que a do se halla
Tan gran valor de ánimo y nobleza,
Olvido habrá o traición; porque pensada
En tan graciosa cara, es gran bajeza.
Darame antes su fe; para guardada
Haré testigo a Dios. ¿Pues qué tibieza
Con tal seguro tienes, di, Medea?
Ayuda a quien por ti ser vivo crea.
»Sin te tardar ayuda y favorece
A tu Jasón, que a ti será debido.
El cual solemnemente, cual merece
Tal acto, se dará por tu marido.
por la Grecia toda, do esclarece
Su nombre, irá tu fama y apellido;
Serás de cada madre celebrada,
Y de sus hijos vida reputada.
»¿Así que he de dejar mi cara hermana,
Hermano y padre, dioses y contento
Y patria natural, partiendo ufana,
Dejándome en poder al leve viento?
Mi padre es crudo; bárbara y tirana
Mi tierra; en mi hermano yo no siento
(Por ser aún niño) serme muy devoto,
Y mi hermana también es de mi voto (4).
» Grandísimo es el dios que está en mi
pecho.
Pequeñas cosas dejo, grandes sigo.
El título me viene de derecho,
De haber librado el escuadrón amigo,
Y la Greciana nave, del cual hecho
Se me podrá seguir, con lo que digo,
Noticia de lugares más gustosos,
Ciudades, pueblos, aun aquí famosos.
»Veré cuál es el arte y policía
De gente tal, que tanta fama tiene,
Gozando de quien yo no trocaría
Por cuanto el universo en sí contiene.
Que siendo él mi marido, yo sería
Dichosa, de lo cual también me viene
Ser a los dioses cara, y desde el suelo
Llegar con la cabeza al alto cielo.
»Mas ¡ay! ¿cómo es posible que tal diga?
Que dicen que hay peñascos que se
encuentran
En medio el ancho mar, y la enemiga
Caribdis, a las naves que allá entran
Agora sorbe el agua, y da fatiga,
Tornándola a lanzar, y reconcentran
En el profundo mar los aullidos
Los perros que a ti, Scyla, están
ceñidos (5).
»Por cierto yo teniendo a quien bien
quiero,
Y en el regazo de Jasón echada,
Navegaré sin miedo por el fiero
Y largo mar, sin sospechar en nada.
O si temiere, mi temor espero
Me tendrá por mi esposo congojada.
¿Qué llamas desposorio? Gentil nombre
Hallaste a tu delito y buen renombre.
»Graciosamente llamas, oh Medea,
A la notoria culpa y manifiesta;
Mejor será mirar lo que desea
Tu voluntad, más libre que modesta.
Si adviertes lo que tanto te recrea,
Hallarás ser traición; luego no resta
Sino poner remedio a tanto daño,
Mientra evitar se puede mal tamaño.»
Ante ella, en acabando, se pusieron
Vergüenza, honestidad, piedad a punto
De guerra, y a Cupido acometieron.
Salíase huyendo, casi ya difunto,
Amor, y al templo de Hécates (6) guiaba
Medea su camino en aquel punto,
El cual, entre arboleda umbrosa estaba
En un secreto bosque, y ya su fuego
Amortiguado casi no quemaba.
Cuando miró a Jasón, y creció luego
La medio muerta llama, de manera
Que se tornó á rendir al niño ciego.
Su cara se inflamó, como si fuera
Centella disfrazada con pavesa,
Que el soplo de algún viento la
encendiera.
Tomando aumento y fuerzas tan apriesa,
Que hasta llegar a ser cual ser solía,
La furia de su furia nunca cesa.
Así, su blando amor, que parecía
Que no era amor, como antes se ha
inflamado
Con la presencia hermosa que allí vía
De su Jasón, el cual había llegado
Acaso tan hermoso, que pudieras
Haber a la amadora perdonado.
Mirábale, y estaba tan de veras
Atenta, cual si entonces él llegara.
Notando sus facciones y maneras,
No piensa que es humana aquella cara:
La sin juicio estase en él mirando,
Que de ninguna suerte se repara.
Mas luego que la diestra el huésped
dando
La comenzó a hablar pidiendo ayuda,
Con baja voz y con semblante blando,
Y la protesta y jura, si le ayuda
En este trance bravo y riguroso,
De se casar con ella muy sin duda,
Con rostro le responde lagrimoso:
«Entiendo lo que haré, que no me engaña.
No, alcanzar la verdad en este caso,
Sino la fuerza del amor extraña
Escaparás sin falta de este paso,
Usando de mi don y de tu maña;
Y siendo vencedor, no seas escaso
De fe y agradecer, y no te pido
Más que me cumplas bien lo prometido.»
Por el sagrado y santo sacrificio,
Y la triforme Hecates él la jura
De se acordar de tanto beneficio.
Y por el Sol, a quien no hay cosa
obscura,
Que es padre de su suegro venidero,
Sucesos y peligros la asegura.
Creyole, y con afecto verdadero,
De hierbas encantadas le enriquece,
Aprende el uso , fuese placentero.
Los ojos con que el cielo resplandece,
Había la blanca Aurora de otro día
Con su luz ahuyentado, y ya parece
Que el campo del dios Marte se hinchía
De pueblos circunstantes y otras gentes,
Por ver lo que de allí resultaría.
Sentose el Rey en medio de valientes
Criados, con su cetro marfilino
Y púrpura e insignias excelentes.
Estando en esto, un par de toros vino,
Con los pies de metal, echando fuego
Por las narices de diamante fino.
La hierba del vapor tocada, luego
Se enciende, y como el horno ardiente
suena
O la piedra, que en él pasó tal juego
Que en cal se convirtió, si se ve llena
De agua, concibiendo del rocío
Ardor. Así, sonó con larga vena
El pecho de los dos, y con tal brío
El fuego allá encerrado, y se revuelve
Amenazando el fiero desafío.
Mas aunque tan feroces, se resuelve
El hijo de Esón de acometellos ,
Y cada cual terrible al punto vuelve,
El rostro y cuernos, que la punta dellos
De hierro era, al mozo que venía
Sin pensamiento alguno de temellos.
Con los hendidos pies la tierra hería
Cada cual, y la misma en los oídos
De fumosos bramidos retiñía.
Las Tesalas quedaron sin sentidos
Y sin calor, de miedo, y los alientos
Fogosos de Jasón no son sentidos.
Son de tan gran poder encantamientos.
Halaga con la osada diestra el cuello
De cada toro, y ambos mal contentos
Al yugo unidos, a pesar de sello,
El corvo arado tiran, surqueando
Un campo do jamás se hizo aquello.
Estanse los de Colchos admirando,
Y las mujeres, con clamor valiente,
Su ánimo y valor acrecentando.
En un yelmo recoge prestamente
Los viboreznos dientes (7), que procura
Sembrar por el barbecho; la simiente
Cayó en la tierra, que la dio blandura,
Y mediante el encanto y el veneno ,
Tomó de nuevos cuerpos la figura.
Cual el infante en el materno seno
Se perfecciona, y toma forma humana
De sus miembros el número ya lleno,
Y en el vientre se está de buena gana
Hasta que la sazón es ya llegada
De salir a gozar la soberana
Luz del aire común; así formada
La gente en las entrañas do se encierra
Del fértil campo, y ya perfeccionada,
Nació para batalla y cruda guerra,
Y (lo que admira más) salió blandiendo
Las armas, que parió también la Tierra.
Los cuales como vieron pretendiendo
Las lanzas arrojar al mozo griego,
De agudos hierros, con furor horrendo,
El ánimo y color perdieron luego
Los compañeros suyos temerosos,
Y aun ella, que seguro le hizo el juego.
Que como vio con ánimos furiosos
Ir tantos enemigos contra uno,
Hiriéndole continuo tan briosos,
Sin sangre, fría y sin aliento alguno
Se sienta, y amarilla entre sí reza
Encanto al menester bien oportuno.
Con que pretende tengan fortaleza
Las hierbas que ella misma le había
dado,
Acógese a sus artes y destreza.
Entonces él, con ánimo esforzado,
Tiró un guijarro entre la gente armada,
Con que quedó seguro; pues mudado
El escuadrón, la lanza y el espada
Contra sí mismos, con sus mismas manos
Menean y braveza no pensada.
Mátanse unos a otros los hermanos
En la civil batalla, a do cayeron
Con heridas y golpes inhumanos.
Los Griegos a Jasón al punto dieron
El parabién de tanto vencimiento;
Mil veces abrazado le tuvieron.
Hacer lo mismo fuera tu contento,
Bárbara; mas vergüenza que te inflama
Estorbó no llegase al fin tu intento.
Que si el temor de no perder tu fama
No lo estorbara, hubiérasle abrazado;
Mas haces lo que puedes con tu llama.
Que es alabar a Dios porque le ha dado
Tan buen suceso, y contentarse dello
En su secreto pecho enamorado.
Mas para concluir y echar el sello,
Adormecer el Drago sólo falta
Con las bastantes hierbas a hacello.
Que con tres lenguas y la cresta alta,
Y dientes corvos, señalado estaba
Velando siempre sin que hubiese falta.
Siendo terrible guarda, que guardaba
El árbol de oro, a éste ha derramado
El zumo con la hierba que llevaba
Del río Leteo, y hale relatado
Tres veces las palabras poderosas
Para engendrar un sueño sosegado,
Y detener las olas espumosas
Del mar turbado y más corriente río
Cuando van más soberbias y furiosas.
Y luego que del sueño el poderío
En los ignotos ojos ha venido,
Gozó Jasón del oro, y con un brío
Soberbio, del despojo conseguido
Y autora de tal don partió gozoso,
Que era otro tal y demás bien cumplido.
Llegó con su mujer y victorioso
A los puertos Yolcíacos, tomando
Refresco, de que viene deseoso.
Notas de la edición de 1887:
(1) Fineo, rey
de Tracia fue castigado con la pérdida de la vista y al suplicio de las Harpías
por haber abusado del don de la adivinación.
(2) El Fasis,
río de la Colchida que desemboca en elmar Negro.
(3) Phryxo, hijo
de Athamas, rey de Tebas, tuvo que expatriarse sobre un carnero con lanas de
oro que le dio Mercurio. Al llegar a Colchos lo sacrificó al dios Marte y colgó
el vellocino en las ramas de una encina sagrada. Después de su muerte se apareció
su sombra al rey de Colchida y le predijo que el destino del reino iba unido al
del vellocino de oro.
(4) Calciope,
hermana de Medea y esposa de Phryxo, temerosa de que sus hijos no recibieran la
herencia paterna se interesaba a favor de los griegos.
(5) Alude al
estrecho de Mesina. Caribdis es el cabo de la isla de Sicilia que de un lado lo
forma y Scila el del continente italiano que por el otro lo limita.
(6) Hecates
presidía los encantos. Era lo mismo que Proserpina, Diana y la Luna. Llamábase
Luna en los cielos, Diana en la tierra y Proserpina en los infiernos. De aquí
el nombre de triple diosa.
(7) Minerva
había regalado a Oeeta, algunos de los dientes de la serpiente muerta por
Cadmo.
THE STORY OF JASON AND MEDEA
So over the deep the Minyans went
sailing.
They had seen Phineus, dragging out his
years
In everlasting night, and Boreas' sons
Had driven the Harpies from the poor old
king.
They suffered much, but came at last
with Jason,
Their brilliant leader, to the muddy
waters
Where Phasis meets the sea. They went to
the king,
Claiming the golden fleece, by Phrixus
given.
And heard the dreadful terms, enormous
labors.
And the king's daughter burned with
sudden passion.
And fought against it long, and when her
reason
Could not subdue her madness, cried:
"Medea,
You fight in vain; there is some god or
other
Against you. I am wondering whether this
May be the thing called love, or
something like it.
Why should my father's orders seem too
cruel?
They are too cruel! A fellow I have
hardly
Much more than seen may die, and I am
fearful!
What for? Unhappy girl, shake from the
bosom
This burning fire, if you can. If I
could do it,
I would be more sensible, but some new
power
Holds me against my will, and reason
calls
One way, desire another. I see,
approving,
Things that are good, and yet I follow
worse ones.
Why do you bum for a stranger, royal
maiden?
Why think of marriage into a foreign
circle?
This land can give you something to
love. If he
Should live or die, let the gods decide;
but let him
Live! That I can pray for, even without
loving.
What has he done? Only the cruel-hearted
Would not be moved by Jason's youth, his
manhood,
His noble birth. And even if these were
lacking,
His beauty would move a heart of
stone—at least
It has moved mine. And if I do not help
him.
The bulls will blow their fiery breath
upon him.
The enemy he has sown in earth attack
him.
The greedy dragon snatch and seize upon
him.
And this, if I allow it, will prove me
daughter
Of tigress, stony-hearted, iron-hearted!
Why can not I look on as he is dying.
Disgrace my eyes by looking on? Why can
not
I urge the bulls against him, and the warriors
Sprung from the earth, and the
unsleeping dragon?
God grant me better grace! But this is
not
A question of praying, but doing. Shall
I then
Betray my father's kingdom, rescue a
stranger.
Who, saved, sails off without me,
marries another,
Leaves me to punishment? If he can do
it.
If he can place another woman above me.
Then let him die, the ingrate! No! He
could not.
He does not look as if he could, his
spirit
Is noble, his body handsome. I need
never
Fear he would cheat me, or forget my
service.
And he will give me a promise, and the
gods
Will be our witnesses; I shall compel
them.
So, you are safe; why do you fear? Make
ready.
Dawdle no more. Jason will owe you,
always.
One thing, himself, and he will join you
to him
In marriage, and through all the Grecian
cities
The women all proclaim how you have
saved him.
Do I sail away, then, leave my sister
here,
iMy father, brother, native gods and
country?
My father, though, is a savage, and my
land
Is barbarous, and my brother is a baby,
My sister is on my side; as for the
gods.
The greatest god is the one in my own
spirit!
I shall not leave great things, but go
to meet them:
Great things—a savior's title, and the
knowledge
Of better soil than ours, cities whose
fame
Thrives even here, civilization,
culture.
And one thing more, a man, Jason, my
husband,
For whom I would give up gladly all the
riches
The rich world holds. I shall be dear to
Heaven
As Jason's wife, and my crown shall
reach the stars.
But what about those what-do-you-call-em
mountains
That clash in the midst of the sea? what
about Scylla
With sea-hounds barking in Sicilian
waters?
And what about Charybdis, dread of
sailors.
Sucking waves down, spitting them up?
Ah, holding
That which I love, and safe in Jason's
arms,
I shall be borne over long oceans; safe
In his embrace, I shall fear nothing,
nothing,
Or, maybe, fear a little for his sake.
You think of him as husband: are you
married.
Already, Medea? You had better be
watching
What evil you draw near, and flee from
crime
While still you may." And, as she
finished speaking,
Before her eyes stood Duty, Modesty,
Devotion, and Love was ready for flight,
and beaten.
She went to Hecate's old altar, hidden
Deep in a shady forest; she was strong.
Now, and the flame dying down, and she
saw Jason,
And the flame rose. Her cheeks grew red,
her face
Was burning: as a spark, under the
ashes,
Glows at a breath and catches on the
tinder,
So now her love, smoldering, almost
dying.
You might have thought, blazed into
flame again
As Jason stood before her. He was
handsome.
Resplendent in that light; no wonder she
loved him.
She looked at him, as if she had never
seen him,
Thought him a god, infatuated girl.
And could not turn her face away. He
spoke,
The stranger, took her hand, asked her
to help him.
Promised her marriage, and she answered,
weeping:
"I see what I am doing; I shall
never
Be fooled by ignorance of the truth, but
love.
I will help you, save you—only, keep
your promise!"
He swore he would, by the triple
goddess' altar,
By any power known to the grove; he
swore
By Jove, who sees all things, by his own
dangers,
His hope of victory, and she believed
him.
Gave him the magic herbs, gave him
instruction
In how to use them, watched him happily
turning
Back to his lodging.
And the next day came
And all the people gathered in the acres
Sacred to Mars, from the high places
watching,
And in their midst the king himself, in
crimson,
Holding the ivory sceptre. And they
came.
Bronze-footed bulls, fire-breathers,
withering grass
From their hot breath. As furnaces roar
loud.
As stones in the limekiln hiss with
water on them,
Such was the seethe and snort and roar
and rumble
From those burnt chests and throats. But
Jason went
Forward to meet them, and they lowered
their faces
Toward him, most terribly; the horns
tipped with iron
Came toward him, and they pawed the
ground and bellowed.
The Minyans stiffened in fear, and Jason
Moved in, and did not feel the fire, the
panting.
The herbs, it seemed, had too much
virtue in them.
His hand went out to stroke the hanging
dewlaps.
To stroke and pet them, to put the yoke
upon them,
Over the shoulders, made them draw the
plough
Through fields that never before had
known a furrow.
The Colchians were stunned, but Jason's
people
Cheered, and his spirit responded to the
cheering.
From the bronze helmet he took serpent's
teeth.
Sowing the ploughland with them, and
earth softened
The poison-saturated seeds he planted.
They grew, took on new forms, the way a
baby
Grows in the womb, in its slow time, and
only
Comes forth when fully formed, so, in
the earth.
Their pregnant mother, these forms of
men were growing,
And when they rose, they rose on teeming
soil.
Hundreds and hundreds, and what is even
stranger
Rose in full armor, brandishing their
weapons,
And the people saw them, aiming spears
at Jason,
And their hearts shook and faces paled.
Medea
Had made him safe, she knew, but she was
frightened.
Bloodless and cold, to see one man the
target
Of all those pitiless spears. The herbs
might fail,
The charm prove weak, and so she sang a
spell.
Called secret arts to her aid. But
Jason, hurling
A giant rock among them, turned their
fury
From him to each other, and the
earth-born brothers
Wounded and killed each other. And they
cheered him,
Colchians and Minyans both, and caught
him
In arms, to lift him shoulder-high, and
held him
With easoi er arms. Medea would have
held him
With eager arms, victorious, but Medea
Had to be modest; Medea would have held
him
With eager arms, but there were people
watching,
There might have been remarks. What she
could do.
She did, and that was look upon him,
happy.
Not saying a word, just looking, and in
her heart
Thanking the gods, the charms and spells
they gave her.
One task was left, to put to sleep the
dragon
Who never sleeps, the monster with the
crest,
The triple tongue, the crooked fangs,
the guardian
Of the golden tree. And Jason sprinkled
on him
Juice from Lethaean herbs, chanting,
three times,
Words that bring quiet slumber, and put
to rest
Most angry seas, and stop swift-flowing
rivers.
Then sleep came into those eyes, which
never before
Had known of sleep, and Jason won the
spoil
Of gold, and in his pride took with him
also
Another spoil, the woman who helped him
win it,
And so at last came home to lolchos'
harbor,
A victor with a bride.
7:1
Iamque fretum Minyae Pagasaea puppe secabant,
7:2 perpetuaque trahens inopem sub nocte
senectam
7:3 Phineus visus erat, iuvenesque Aquilone
creati
7:4 virgineas volucres miseri senis ore
fugarant,
7:5 multaque perpessi claro sub Iasone tandem
7:6 contigerant rapidas limosi Phasidos undas.
7:7 dumque adeunt regem Phrixeaque vellera
poscunt
7:8 lexque datur Minyis magnorum horrenda
laborum,
7:9 concipit interea validos Aeetias ignes
7:10 et luctata diu, postquam ratione furorem
7:11 vincere non poterat, 'frustra, Medea,
repugnas:
7:12 nescio quis deus obstat,' ait, 'mirumque,
quid hoc est,
7:13 aut aliquid certe simile huic, quod amare
vocatur.
7:14 nam cur iussa patris nimium mihi dura
videntur?
7:15 sunt quoque dura nimis! cur, quem modo
denique vidi,
7:16 ne pereat, timeo? quae tanti causa
timoris?
7:17 excute virgineo conceptas pectore
flammas,
7:18 si potes, infelix! si possem, sanior
essem!
7:19 sed trahit invitam nova vis, aliudque
cupido,
7:20 mens aliud suadet: video meliora proboque,
7:21 deteriora sequor. quid in hospite, regia
virgo,
7:22 ureris et thalamos alieni concipis orbis?
7:23 haec quoque terra potest, quod ames,
dare. vivat an ille
7:24 occidat, in dis est. vivat tamen! idque
precari
7:25 vel sine amore licet: quid enim commisit
Iason?
7:26 quem, nisi crudelem, non tangat Iasonis
aetas
7:27 et genus et virtus? quem non, ut cetera
desint,
7:28 ore movere potest? certe mea pectora
movit.
7:29 at nisi opem tulero, taurorum adflabitur
ore
7:30
concurretque suae segeti, tellure creatis
7:31 hostibus, aut avido dabitur fera praeda
draconi.
7:32 hoc ego si patiar, tum me de tigride
natam,
7:33 tum ferrum et scopulos gestare in corde
fatebor!
7:34 cur non et specto pereuntem oculosque
videndo
7:35 conscelero? cur non tauros exhortor in
illum
7:36 terrigenasque feros insopitumque
draconem?
7:37 di meliora velint! quamquam non ista
precanda,
7:38 sed facienda mihi. -- prodamne ego regna
parentis,
7:39 atque ope nescio quis servabitur advena
nostra,
7:40 ut per me sospes sine me det lintea
ventis
7:41 virque sit alterius, poenae Medea
relinquar?
7:42 si facere hoc aliamve potest praeponere
nobis,
7:43 occidat ingratus! sed non is vultus in
illo,
7:44 non ea nobilitas animo est, ea gratia
formae,
7:45 ut timeam fraudem meritique oblivia
nostri.
7:46 et dabit ante fidem, cogamque in foedera
testes
7:47 esse deos. quid tuta times? accingere et
omnem
7:48 pelle moram: tibi se semper debebit
Iason,
7:49 te face sollemni iunget sibi perque
Pelasgas
7:50 servatrix urbes matrum celebrabere turba.
7:51 ergo ego germanam fratremque patremque
deosque
7:52 et natale solum ventis ablata relinquam?
7:53 nempe pater saevus, nempe est mea barbara
tellus,
7:54
frater adhuc infans; stant mecum vota sororis,
7:55 maximus intra me deus est! non magna
relinquam,
7:56 magna sequar: titulum servatae pubis
Achivae
7:57 notitiamque soli melioris et oppida,
quorum
7:58 hic quoque fama viget, cultusque artesque
locorum,
7:59 quemque ego cum rebus, quas totus
possidet orbis,
7:60 Aesoniden mutasse velim, quo coniuge
felix
7:61 et dis cara ferar et vertice sidera
tangam.
7:62 quid, quod nescio qui mediis concurrere
in undis
7:63 dicuntur montes ratibusque inimica
Charybdis
7:64 nunc sorbere fretum, nunc reddere,
cinctaque saevis
7:65 Scylla rapax canibus Siculo latrare
profundo?
7:66 nempe tenens, quod amo, gremioque in
Iasonis haerens
7:67 per freta longa ferar; nihil illum
amplexa verebor
7:68 aut, siquid metuam, metuam de coniuge
solo. --
7:69 coniugiumne putas speciosaque nomina
culpae
7:70 inponis, Medea, tuae? -- quin adspice,
quantum
7:71 adgrediare nefas, et, dum licet, effuge
crimen!'
7:72 dixit, et ante oculos rectum pietasque
pudorque
7:73 constiterant, et victa dabat iam terga
Cupido.
7:74 Ibat ad antiquas Hecates Perseidos aras,
7:75 quas nemus umbrosum secretaque silva
tegebat,
7:76 et iam fortis erat, pulsusque recesserat
ardor,
7:77 cum videt Aesoniden exstinctaque flamma
reluxit.
7:78
erubuere genae, totoque recanduit ore,
7:79 utque solet ventis alimenta adsumere,
quaeque
7:80 parva sub inducta latuit scintilla
favilla
7:81 crescere et in veteres agitata resurgere
vires,
7:82 sic iam lenis amor, iam quem languere
putares,
7:83
ut vidit iuvenem, specie praesentis inarsit.
7:84 et casu solito formosior Aesone natus
7:85 illa luce fuit: posses ignoscere amanti.
7:86 spectat et in vultu veluti tum denique
viso
7:87 lumina fixa tenet nec se mortalia demens
7:88 ora videre putat nec se declinat ab illo;
7:89 ut vero coepitque loqui dextramque
prehendit
7:90 hospes et auxilium submissa voce rogavit
7:91 promisitque torum, lacrimis ait illa
profusis:
7:92 'quid faciam, video: nec me ignorantia
veri
7:93 decipiet, sed amor. servabere munere
nostro,
7:94 servatus promissa dato!' per sacra
triformis
7:95 ille deae lucoque foret quod numen in
illo
7:96 perque patrem soceri cernentem cuncta
futuri
7:97 eventusque suos et tanta pericula iurat:
7:98 creditus accepit cantatas protinus herbas
7:99 edidicitque usum laetusque in tecta
recessit.
7:100 Postera depulerat stellas Aurora
micantes:
7:101 conveniunt populi sacrum Mavortis in
arvum
7:102 consistuntque iugis; medio rex ipse
resedit
7:103 agmine purpureus sceptroque insignis
eburno.
7:104 ecce adamanteis Vulcanum naribus efflant
7:105 aeripedes tauri, tactaeque vaporibus
herbae
7:106 ardent, utque solent pleni resonare
camini,
7:107 aut ubi terrena silices fornace soluti
7:108
concipiunt ignem liquidarum adspergine aquarum,
7:109 pectora sic intus clausas volventia
flammas
7:110 gutturaque usta sonant; tamen illis
Aesone natus
7:111 obvius it. vertere truces venientis ad
ora
7:112 terribiles vultus praefixaque cornua ferro
7:113 pulvereumque solum pede pulsavere
bisulco
7:114 fumificisque locum mugitibus
inpleverunt.
7:115 deriguere metu Minyae; subit ille nec
ignes
7:116 sentit anhelatos (tantum medicamina
possunt!)
7:117 pendulaque audaci mulcet palearia dextra
7:118
suppositosque iugo pondus grave cogit aratri
7:119 ducere et insuetum ferro proscindere
campum:
7:120 mirantur Colchi, Minyae clamoribus
augent
7:121 adiciuntque animos. galea tum sumit aena
7:122 vipereos dentes et aratos spargit in
agros.
7:123 semina mollit humus valido praetincta
veneno,
7:124 et crescunt fiuntque sati nova corpora
dentes,
7:125 utque hominis speciem materna sumit in
alvo
7:126 perque suos intus numeros conponitur
infans
7:127 nec nisi maturus communes exit in auras,
7:128 sic, ubi visceribus gravidae telluris
imago
7:129 effecta est hominis, feto consurgit in
arvo,
7:130 quodque magis mirum est, simul edita
concutit arma.
7:131 quos ubi viderunt praeacutae cuspidis
hastas
7:132 in caput Haemonii iuvenis torquere parantis,
7:133 demisere metu vultumque animumque
Pelasgi;
7:134 ipsa quoque extimuit, quae tutum fecerat
illum.
7:135 utque peti vidit iuvenem tot ab hostibus
unum,
7:136 palluit et subito sine sanguine frigida
sedit,
7:137
neve parum valeant a se data gramina, carmen
7:138 auxiliare canit secretasque advocat
artes.
7:139 ille gravem medios silicem iaculatus in
hostes
7:140 a se depulsum Martem convertit in ipsos:
7:141 terrigenae pereunt per mutua vulnera
fratres
7:142
civilique cadunt acie. gratantur Achivi
7:143 victoremque tenent avidisque amplexibus
haerent.
7:144 tu quoque victorem conplecti, barbara,
velles:
7:145 obstitit incepto pudor, at conplexa
fuisses,
7:146 sed te, ne faceres, tenuit reverentia
famae.
7:147 quod licet, adfectu tacito laetaris
agisque
7:148 carminibus grates et dis auctoribus
horum.
7:149 Pervigilem superest herbis sopire
draconem,
7:150 qui crista linguisque tribus praesignis
et uncis
7:151 dentibus horrendus custos erat arboris
aureae.
7:152 hunc postquam sparsit Lethaei gramine
suci
7:153 verbaque ter dixit placidos facientia
somnos,
7:154 quae mare turbatum, quae concita flumina
sistunt,
7:155 somnus in ignotos oculos sibi venit, et
auro
7:156 heros Aesonius potitur spolioque
superbus
7:157 muneris auctorem secum, spolia altera,
portans
7:158 victor Iolciacos tetigit cum coniuge
portus.