sábado, 21 de julio de 2018

Casiodoro de Reina: Biblia del Oso. Eclesiastés I, II, III



La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina publicada en Basilea en 1569, es, muy probablemente, uno de los monumentos más desconocidos de la literatura española del Siglo de Oro. Ampliamente corregida por Cipriano de Valera en 1602 (con criterio más teológico y pastoral que literario), es esta última versión (Reina-Valera) la que pasó a la posteridad, como la Biblia protestante por antonomasia de la lengua española. Para estas entradas, recuperamos el texto del ejemplar facsimilar  de la edición original que posee la Biblioteca de Princeton, disponible en el imprescindible Internet Archive.

ECLESIASTÉS
I
  Todos los humanos estudios y ocupaciones debajo del sol, vanidad y aflicción de espíritu.

  PALABRAS del predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

  Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad.

  . ¿Qué tiene más el hombre de todo su trabajo con que trabaja debajo del sol?

  Generación va, y generación viene: y la tierra siempre permanece.

  Y sale el sol, y pónese el sol: y como con deseo vuelve a su lugar, donde torna a nacer.

  El viento va al mediodía, y rodea al norte: va rodeando rodeando, y por sus rodeos torna el viento.

  Los ríos todos van a la mar, y la mar no se hinche: al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para volver.

  Todas las cosas andan en trabajo más que lo que el hombre pueda decir, ni los ojos viendo hartarse de ver, ni los oídos oyendo henchirse.

  ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol.

  ¿Hay algo de que se pueda decir: veis aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

  No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

  Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.

  Y di mi corazón a inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; (esta mala ocupación dio Dios a los hijos de los hombres).

  Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol: y he aquí que todo ello es vanidad, y aflicción de espíritu.

  Lo torcido no se puede enderezar: y lo falto no se puede contar.

  Hablé yo con mi corazón diciendo, he aquí yo soy engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes mí en Jerusalén: y mi corazón ha visto multitud de sabiduría y de ciencia;

  Y di mi corazón a conocer la sabiduría, y la ciencia: y las locuras y desvaríos conocí al cabo que hasta esto era aflicción de espíritu.

  Porque en la mucha sabiduría hay mucho enojo: y quien añade ciencia, añade dolor.

II

  Prosigue Salomón en el propósito probándolo de su propia experiencia. Compara la sabiduría con la locura, y da a la sabiduría la ventaja. Esta misma sabiduría siendo mal encaminada en los negocios humanos, también es vanidad. La sabiduría sin solicitud congojosa en sus obras es donde Dios.

  DIJE yo también en mi corazón: Ahora ven acá, yo tentaré en alegría. Mira en bien. Y esto también era vanidad.

  A la risa dije: enloqueces, y al placer: ¿de qué sirve esto?

  Yo propuse en mi corazón de atraer al vino mi carne, y que mi corazón anduviese en sabiduría, y retuviese la locura, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocupasen debajo del cielo todos los días de su vida.

  Engrandecí mis obras, edifiqueme casas, planteme viñas;

  Híceme huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todos frutos.

  Híceme estanques de aguas para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.

  Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de familia; también tuve posesión grande de vacas y ovejas sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

  Allegueme también plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias. Híceme cantores y cantoras; y todos los deleites de los hijos de los hombres, sinfonía y sinfonías.

  Y fui magnificado y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; de más de esto mi sabiduría me perseveró.

  No negué a mis ojos ninguna cosa que deseasen, ni aparté mi corazón de toda alegría; porque mi corazón gozó de todo mi trabajo, y esta fue mi parte de todo mi trabajo.

  Al cabo yo miré todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas, y he aquí todo vanidad y aflicción de espíritu, y que hay más debajo del sol.

  Después yo torné a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la locura (porque, ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?).

  Y yo vi que la sabiduría sobrepuja a la locura, como la luz a las tinieblas.

  El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el loco anda en tinieblas. Y entendí también yo que un mínimo suceso sucederá al uno y al otro.

  Y yo dije en mi corazón: como sucederá al loco me sucederá también a mí, ¿para qué, pues, he trabajado hasta ahora para hacerme sabio? Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.

  Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria para siempre; porque en viniendo pocos días ya todo será olvidado; y también morirá el sabio como el loco.

  Y aborrecí la vida: porque toda obra que se hacía debajo del sol me era fastidiosa; porque todo era vanidad y aflicción de espíritu.

  Y yo aborrecí todo mi trabajo en que trabajé debajo del sol; el cual dejaré a otro, que vendrá después de mí.

  ¿Y quién sabe si será sabio o loco el que se enseñoreará en todo mi trabajo en que yo trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol? Esto también es vanidad.

  Y yo torneme para desesperar mi corazón, por todo el trabajo en que trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol.

  ¿Que trabaje el hombre con sabiduría y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello? También esto es vanidad y gran trabajo.
¿Por qué tiene el hombre por todo su trabajo y fatiga de su corazón, en que él trabajó debajo del sol?

  Porque todos sus días no son sino dolores, y enojos sus ocupaciones, aun de noche no reposa su corazón. esto también es vanidad.

  No hay luego bien para el hombre, sino que coma y beba; y que su alma vea el bien de su trabajo. También vi yo que esto es de la mano de Dios.

  Porque, ¿quién comerá y quién se curará mejor que yo?

  Porque el hombre que es bueno delante de Dios, él le da sabiduría y ciencia y alegría; mas al pecador dio ocupación, que allegue y amontone para que dé al bueno delante de él. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

III

  Dios ha puesto sus razones, tiempos y términos a todos los negocios humanos, los cuales, si el hombre conociere, y se acomodare a ellos en los suyos, cuidará la inquietud del ánimo, y retendrá el contentamiento con la sabiduría. Corrupción del mundo en el supremo estado del que es el magistrado. El hombre criado de Dios en excelencia él mismo se envilece con las bestias, guiándose por su sola sabiduría en el caso de su bienaventuranza.

  PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que quisierdes debajo del cielo tiene su tiempo determinado.

  Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado.

  Tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar.

  Tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de endechar y tiempo de bailar.

  Tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar.

  Tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de echar.

  Tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar.

  Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

  ¿Qué tiene más el que trabaja en lo que trabaja?

  Yo he visto la ocupación que Dios dio a los hombres porque en ella se ocupasen.

  Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y aun el mundo dio a su corazón, de tal manera que no alcance el hombre esta obra de Dios desde el principio hasta el cabo.

  Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida.

  Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de todo su trabajo.

  He entendido que todo lo que Dios hace, eso será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; porque Dios hace, para que teman los hombres delante de él.

  Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, ya fue; y Dios restaura lo que pasó.

  Vide más debajo del sol: En lugar del juicio, allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.

  Y yo dije en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay tiempo determinado a todo lo que quisierdes, y sobre todo lo que se hace.

  Dije en mi corazón, acerca de la condición de los hijos de los hombres, que Dios los hizo escogidos, y es para ver que ellos sean bestias los unos a los otros.

  Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es; como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

  Todo va a un lugar; todo es hecho del polvo,; y todo se tornará en el mismo polvo.

  ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?

  Ansí que he visto que no hay bien más que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque ésta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?