viernes, 3 de mayo de 2019

Diego Hurtado de Mendoza y Ottavio C. Vallecchi: Guerra de Granada

GUERRA DE GRANADA

Comenzaron por el Alpujarra, río de Almería, Boloduí, y otras partes a perseguir a los cristianos viejos, profanar y quemar las iglesias con el Sacramento, martirizar religiosos y cristianos, que, o por ser contrarios a su ley, o por haberlos doctrinado en la nuestra, o por haberlos ofendido, les eran odiosos. En Güecija, lugar del río de Almería, quemaron por voto un convento de frailes agustinos, que se recogieron a la torre, echándoles por un horado de lo alto aceite hirviendo: sirviéndose de la abundancia que Dios les dio en aquella tierra, para ahogar sus frailes. Inventaban nuevos géneros de tormentos: al cura de Mairena hinchieron de pólvora y pusiéronle fuego; al vicario enterraron vivo hasta la cinta, y jugáronle a las saetadas; a otros lo mismo dejándolos morir de hambre. Cortaron a otros miembros, y entregáronlos a las mujeres, que con agujas los matasen; a quien apedrearon, a quien acañaverearon, desollaron, despeñaron; y a los hijos de Arce, alcaide de la Peza, uno degollaron, y otro crucificaron, azotándole, y hiriéndole en el costado primero que muriese. Sufriolo el mozo, y mostró contentarse de la muerte conforme a la de nuestro Redentor, aunque en la vida fue todo al contrario, y murió confortando al hermano que descabezaron. Estas crueldades hicieron los ofendidos por vengarse; los monfíes por costumbre convertida en naturaleza. Las cabezas, o las persuadían, o las consentían; los justificados las miraban y loaban, por tener al pueblo más culpado, más obligado, más desconfiado, y sin esperanzas de perdón; permitíalo el nuevo rey, y a veces lo mandaba. Fue gran testimonio de nuestra fe, y de compararse con la del tiempo de los apóstoles, que en tanto número de gente como murió a manos de infieles, ninguno hubo (aunque todos o los más fuesen requiridos y persuadidos con seguridad, autoridad y riquezas, y amenazados y puestas las amenazas en obra) que quisiese renegar; antes con humildad y paciencia cristiana las madres confortaban a los hijos, los niños a las madres, los sacerdotes al pueblo, y los más distraídos se ofrecían con más voluntad al martirio. 
[...]
A las gradas de la iglesia halló el Marqués cortadas veinte cabezas de doncellas, los cabellos tendidos, puestas por orden, que los de aquella tierra cuando el río de Almería se rebeló, en una junta que tuvieron en Güécija, prometieron sacrificar juntamente con veinte sacerdotes adoradores de los ídolos (que tal nombre dan a las imágenes); porque Dios y su profeta Mahoma los ayudase. Poco antes que el Marqués entrase habían degollado las doncellas; los sacerdotes hicieron mayor defensa; mas con quemar veinte frailes ahogados en aceite hirviendo, pagaron el voto en la misma Güécija: Cruel y abominable religión, aplacar a Dios con vida y sangre inocente, pero usada dende los tiempos antiguos en África, traída de Tiro, introducida en la ciudad de Cartago por Dido su fundadora; tan guardada hasta nuestros tiempos entre los moradores de aquella región, que es fama que en la gran empresa que el emperador don Carlos vencedor de muchas gentes hizo contra Barbarroja, tirano de Túnez, sacrificaron los moros del cabo de Cartago cinco niños cristianos al tiempo que descubrieron nuestra armada, a reverencia de cinco lugares que tienen en el Alcorán, donde se inclinan porque Dios los ampare y defienda en los peligros.


LA GUERRA DI GRANATA

Cominciarono dall'Alpujarra, dalla riviera d'Almeria, da Bolodui  e da altre parti a perseguitare i cristiani vecchi, profanare, bruciare  le chiese col sacramento, martorizzare religiosi e cristiani , i quali, o per essere alla legge loro contrari, o per averli ammaestrati nella nostra, o per averli offesi, essi odiavano. In Guecija, borgo della riviera d'Almeria , incendiarono per voto un convento di frati agostiniani, a'quali rifuggiti nella torre gittarono dall'alto per un pertugio olio bollente: usando l'abbondanza che dio diede a quel paese per ispegneme i religiosi. Tormenti di nuovo genere inventavano: il curato di  Mairena stopparono di polvere e appiccarongli fuoco; il vicario sotterrarono vivo fino alla cintola e per giuoco saettarono ; ad altri il simigliali te, lasciandoli morir di fame. A chi mozzarono membri, misero alla balia di femmine che li trafiggessero con aghi; chi lapidarono, chi saettarono con aguzze canne, scorticarono, precipitarono. I figli di Arze governatore di Peza, l'uno decapitarono, l'altro crocefissero flagellandolo e ferendolo nel costato prima che morisse : sopportò lo strazio il giovinetto addimostrando esser contento della morte stessa del nostro redentore, come che in vita e’ fosse stato diverso, e mori confortando il fratello cui mozzarono il capo. Queste crudeltà i vilipesi per vendicarsi commisero; i « monfì » per costume converso in natura: i duci o le consigliavano o le consentano; gli innocenti ne sostenevano la vista e loda vani e perchè il popolo avesse maggior carico di colpa, più obblighi, più sfiducia, ni una speranza di pèrdono; il nuovo re le  permetteva e talora ordinava. Fu gran testimonio della fede nostra, da comparare con quella del tempo degli apostoli, infra tanti che morirono per mano degli infedeli niuno ve n'avesse che s'acconciasse a rinnegare, sebbene tutti o i più ne fossero richiesti, allettati dalla securtà, autorità, ricchezza; minacciati e poste in opera le minacce: anzi con umiltà e pazienza cristiana le madri confortavano i figliuoli, i fanciulli le madri, i sacerdoti il pòpolo, e i più discoli offrivansi più volentieri al martirio.
[...]
In su i gradini della chiesa il marchese trovò recise venti teste di donzelle, appese pe'capelli , disposte per ordine ; che que' del paese quando la vallata di Almeria si ribellò, in un'adunanza che tennero in Guecija promisero sacrificare insieme con venti sacerdoti adoratori degli idoli (che un nome simile danno alle imagini), affine Dio e il profeta Maometto li sovvenisse. Poco prima entrasse  il marchese, le donzelle erano state decollate; i sacerdoti fecero maggior difesa; ma con bruciare venti frati soffocati nell’olio bollente sciolsero il voto nella stessa Guecija. Crudele e abominando culto placare iddio con la vita ed il sangue innocente e non pertanto in vigore da' tempi antichi! In Africa recato da Tiro nella città di Cartagine da Didone sua fondatrice e tanto guardato fino a'di nostri infra gli abitatori di quella regione, ch’è fama, nella grande spedizione cui l'imperatore Don Carlo vincitore di molte genti fece contro Barbarossa tiranno di Tunisi, i mori del capo di Cartagine nel momento che discoprirono la nostra armata, immolarono cinque fanciulli in omaggio de' cinque passi che vi ha nel Corano, a cui s'inchinano, affinchè dio li difenda e li salvi dai pericoli !

Firenze, 1873.