lunes, 8 de abril de 2019

Eugénio de Castro y Juan González Olmedilla: Cuando la Muerte llegue

CUANDO LA MUERTE LLEGUE

Y será en una madrugada pálida,
Cuando la Muerte llegue...
Quiero que junto a mí estés, medrosa y pálida,
Cuando la Muerte llegue...
Y nos conmoverán nuestros propios adioses,
Cuando la Muerte llegue...
Y he de decir adiós a tus ojos dolientes como adioses.
Cuando la Muerte llegue...
Y cubrirán de arena nuestra calle.
Cuando la Muerte llegue,
Por apagar el ruido de los carros que pasen por la calle,
Cuando la Muerte llegue...
Y tú irás a buscar las colchas de Damasco,
Cuando la Muerte llegue,
Y extenderás sobre mi lecho las rojas colchas de Damasco,
Cuando la Muerte llegue...
Y las graves campanas lentas
anunciarán la Extrema-Unción,
Cuando la Muerte llegue,
Y el Sacerdote ha de venir
para darme la Extremaunción,
Cuando la Muerte llegue...
Y el pueblo, en la escalera, cantará el Benedictus,
Cuando la Muerte llegue...
Y te estremecerás oyendo el Benedictus,
Cuando la Muerte llegue...
Parpadeará la lamparilla entre los frascos de potingues.
Cuando la Muerte llegue,
Y el enfermero cesará de abrumarme con sus potingues.
Cuando la Muerte llegue...
Y mi alma estará plena de confusión, ¡oh, Dios!
Cuando la Muerte llegue,
Viendo inminente su ascensión a la mansión de Dios,
Cuando la Muerte llegue...
Y el reloj familiar del comedor devanará las horas
Cuando la Muerte llegue...
Y entonces estarán contadas ya mis horas,
Cuando la Muerte llegue...
Y abatiré la frente en la almohada,
Cuando la Muerte llegue,
Y agitarás en vano mi cabeza, abatida en la almohada,
Cuando la Muerte llegue...
Y al contemplar inmóviles mis ojos,
Cuando la Muerte llegue...
Compadecida, cerrarás mis ojos,
Cuando la Muerte llegue...
Dos Hermanas de Caridad han de velar junto a mi lecho,
Cuando la Muerte llegue,
Y no te apartarás un solo instante de mi lecho,
Cuando la Muerte llegue...
Y como mi cadáver ha de tener también un ataúd,
Cuando la Muerte llegue,
Un hombre funerario vendrá a medirme para el ataúd,
Cuando la Muerte llegue...
Y vestirán mi cuarto de trabajo de luto,
Cuando la Muerte llegue;
Los servidores vestirán de negro y tú de riguroso luto,
Cuando la Muerte llegue...
De los balcones cerrarán las puertas,
Cuando la Muerte llegue,
Y apenas podrá entrar
la luz por los resquicios de las puertas,
Cuando la Muerte llegue,
Y abatirás los párpados sobre tus pobres ojos,
Cuando la Muerte llegue,
Y se humedecerán, tremelucientes de lágrimas, tus ojos,
Cuando la Muerte llegue...
E invadirá la casa un fuerte olor de espliego,
Cuando la Muerte llegue,
Y tu cabeza se trastornará al olor del espliego...
Cuando la Muerte llegue...
Y pisarán las gentes de puntillas,
Cuando la Muerte llegue,
Y será pintoresco ver a toda la gente de puntillas,
Cuando la Muerte llegue...
Y el reloj familiar
—nadie se ocupará de darle cuerda— dejará de dar horas,
Cuando la Muerte llegue;
Y transcurridas veinticuatro horas,
Cuando la Muerte llegue,
En sus sobrepellices irrumpirán los Padres y el Prior,
Cuando la Muerte llegue...
De terciopelo negro será la estola del Prior,
Cuando la Muerte llegue...
Y tú, que me has mirado tantas veces,
Cuando la Muerte llegue,
Has de querer mirarme aún otras tantas veces,
Cuando la Muerte llegue.
Y enjugando tu llanto en el pañuelo,
Cuando la Muerte llegue,
Sobre mi rostro, ya de marfil viejo, tenderás tu pañuelo,
Cuando la Muerte llegue...
Y han de llevarme luego hacia la Iglesia,
Cuando la Muerte llegue.
Y se dirá el Responso al enfrontar la Iglesia,
Cuando la Muerte llegue...
Después me llevarán al cementerio,
Cuando la Muerte llegue,
Y por ver el entierro del Poeta,
invadirá la turba el cementerio,
Cuando la Muerte llegue...
Y alguien abrirá allí mi pesado ataúd,
Cuando la Muerte llegue,
Y echarán cal y tierra en mi ataúd,
Cuando la Muerte llegue...
Tú no podrás dormir esa noche un instante,
Cuando la Muerte llegue,
Y te ha de parecer un siglo cada instante,
Cuando la Muerte llegue...
Y por mi alma mandarás rezar trescientas misas.
Cuando la Muerte llegue,
Y ya no saldrás más que para oír mis misas,
Cuando la Muerte llegue...
Y nadie volverá a ver tus dulces ojos,
Cuando la Muerte llegue,
Y ya no habrá jamás alegría en tus ojos.

(De Horas)

 
QUANDO A MORTE VIER

Quando a Morte vier,
Será por uma madrugada pallida...
Quando a Morte vier,
Quero que estejas junto de mim, medrosa e pallida,
Quando a Morte vier...
E serão bem commovidos nossos adeuses.
Quando a Morte vier,
E hei de dizer adeus aos teus olhos doridos como adeuses.
Quando a Morte vier;
E deitarão serradura de madeira á porta,
Quando a Morte vier,
Por causa dos carros que passarem á porta,
Quando a Morte vier;
E tu irás buscar as colchas de Damasco,
Quando a Morte vier,
E deitarás sobre o meu leito as rubras colchas de Damasco,
Quando a Morte vier
E os sinos graves hão de chamar á Extrema-Uncção,
Quando a Morte vier,
E o Padre ha de vir dar-me a Extrema-Uncção,
Quando a Morte vier;
E o povo nas escadas cantará o Bemdito,
Quando a Morte vier,
E has de estremecer ao ouvir o Bemdito,
Quando a Morte vier ;
E a lamparina será branca ao pé dos frascos dos remédios.
Quando a Morte vier;
E o enfermeiro deixará de me affligir com mais remédios,
Quando a Morte vier;
E a minh'alma será toda confusa, ó meu Deus !
Quando a Morte vier,
Por se ver prestes a subir á morada de Deus,
Quando a Morte vier;
E o relógio da sala de jantar ha de dar horas,
Quando a Morte vier,
E então estarão contadas minhas horas,
Quando a Morte vier;
E a minha cabeça descahirá no travesseiro,
Quando a Morte vier,
E tu ageitarás minha cabeça no travesseiro,
Quando a Morte vier,
E, vendo baços e parados os meus olhos,
Quando a Morte vier,
Compadecida, cerrarás meus baços olhos,
Quando a Morte vier
Duas Irmãs de Caridade hão de velar junto ao meu leito.
Quando a Morte vier,
E não te afastarás um só minuto do meu leito.
Quando a Morte vier
E como ha de ser preciso um caixão para o meu cadáver.
Quando a Morte vier,
Um homem de negro virá medir o meu cadáver,
Quando a Morte vier;
E vestirão o meu quarto de trabalho todo de lucto.
Quando a Morte vier;
E os creadcs andarão de preto e tu de pesado luctO;,
Quando a Morte vier
E fecharão as portas das janellas,
Quando a Morte vier,
E a luz mal poderá entrar p'ias fisgas das janellas.
Quando a Morte vier
E teus olhos andarão, pobres olhos ! todos pisados,
Quando a Morte vier,
E de quando em quando hão de humedecer-se teus olhos pisa
Quando a Morte vier;
E por toda a casa será um cheiro d'alfazema e phenol,
Quando a Morte vier,
E ha de perturbar a tua pobre cabeça o cheiro do phenol,
Quando a Morte vier;
E toda a gente andará nos bicos dos pés.
Quando a Morte vier,
E será bem singular ver toda a gente nos bicos dos pés,
Quando a Morte vier ;
E, sem corda, o relógio deixará de dar horas,
Quando a Morte vier;
E, decorridas vinte e quatro horas.
Quando a Morte vier,
Chegarão os Padres, em sobrepeliz, e o Prior,
Quando a Morte vier,
E será de velludo preto a estola do Prior,
Quando a Morte vier;
E tu que me tens visto tanta vez.
Quando a Morte vier,
Has de querer ver-me ainda outra vez,
Quando a Morte vier;
E, enchugando as tuas lagrimas com o teu lenço,
Quando a Morte vier,
Gubrirás meu rosto de marfim velho com teu lenço,
Quando a Morte vier ;
E depois hão de levar-me para a Egreja,
Quando a Morte vier,
E começarão os officios na Egreja,
Quando a Morte vier;
E apoz hão de levar-me ao cemitério,
Quando a Morte vier ;
E, para ver o enterro do Poeta, o povo innundará o cemitério,
Quando a Morte vier ;
E depois hão de abrir meu pesado caixão,
Quando a Morte vier,
E hão de encher de cal o meu caixão,
Quando a Morte vier ;
E n'essa noite não dormirás um segundo,
Quando a Morte vier,
E ha de parecer-te um século cada segundo.
Quando a Morte vier;
E, por minha alma, mandarás dizer trezentas missas,
Quando a Morte vier,
E, não mais sahirás a não ser para as missas,
Quando a Morte vier,
E ninguém tornará a ver teus mansos olhos,
Quando a Morte vier,
E nunca mais haverá alegria nos teus olhos.