viernes, 8 de abril de 2016

Stéphane Mallarmé: Autobiografía. Carta a Verlaine 2


AUTOBIOGRAPHIE
(suite)

Je disais famille parisienne, tout à l’heure, parce qu’on a toujours habité Paris ; mais les origines sont bourguignonnes, lorraines aussi et même hollandaises.
J’ai perdu tout enfant, à sept ans, ma mère, adoré d’une grand’mère qui m’éleva d’abord ; puis j’ai traversé bien des pensions et lycées, d’âme lamartinienne avec un secret désir de remplacer, un jour, Béranger, parce que je l’avais rencontré dans une maison amie. Il paraît que c’était trop compliqué pour être mis à exécution, mais j’ai longtemps essayé dans cent petits cahiers de vers qui m’ont toujours été confisqués, si j’ai bonne mémoire.
Il n’y avait pas, vous le savez, pour un poète à vivre de son art même en l’abaissant de plusieurs crans, quand je suis entré dans la vie ; et je ne l’ai jamais regretté. Ayant appris l’anglais simplement pour mieux lire Poe, je suis parti à vingt ans en Angleterre, afin de fuir, principalement ; mais aussi pour parler la langue, et l’enseigner dans un coin, tranquille et sans autre gagne-pain obligé : je m’étais marié et cela pressait.
Aujourd’hui, voilà plus de vingt ans et malgré la perte de tant d’heures, je crois, avec tristesse, que j’ai bien fait. C’est que, à part les morceaux de prose et les vers de ma jeunesse et la suite, qui y faisait écho, publiée un peu partout, chaque fois que paraissaient les premiers numéros d’une Revue Littéraire, j’ai toujours rêvé et tenté autre chose, avec une patience d’alchimiste, prêt à y sacrifier toute vanité et toute satisfaction, comme on brûlait jadis son mobilier et les poutres de son toit, pour alimenter le fourneau du Grand Œuvre. Quoi ? c’est difficile à dire : un livre, tout bonnement, en maints tomes, un livre qui soit un livre, architectural et prémédité, et non un recueil des inspirations de hasard, fussent-elles merveilleuses… J’irai plus loin, je dirai : le Livre, persuadé qu’au fond il n’y en a qu’un, tenté à son insu par quiconque a écrit, même les Génies. L’explication orphique de la Terre, qui est le seul devoir du poète et le jeu littéraire par excellence : car le rythme même du livre, alors impersonnel et vivant, jusque dans sa pagination, se juxtapose aux équations de ce rêve, ou Ode.
 
Voilà l’aveu de mon vice, mis à nu, cher ami, que mille fois j’ai rejeté, l’esprit meurtri ou las, mais cela me possède et je réussirai peut-être ; non pas à faire cet ouvrage dans son ensemble (il faudrait être je ne sais qui pour cela !) mais à en montrer un fragment d’exécuté, à en faire scintiller par une place l’authenticité glorieuse, en indiquant le reste tout entier auquel ne suffit pas une vie. Prouver par les portions faites que ce livre existe, et que j’ai connu ce que je n’aurai pu accomplir.

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AUTOBIOGRAFÍA
(continuación)

Hablaba, hace un momento, de familia parisina, porque siempre vivimos en París; pero los orígenes son borgoñones, también loreneses e incluso holandeses.
Perdí siendo muy niño, a los siete años, a mi madre, adorado por una abuela que fue la primera en educarme; luego pasé por muchas pensiones y colegios secundarios, con el alma lamartiniana y un secreto deseo de remplazar, un día, a Béranger, porque lo había conocido en una casa amiga. Parece que era algo demasiado complicado para ser puesto en ejecución, pero durante mucho tiempo lo intenté en cientos de cuadernitos de versos que siempre me fueron incautados, si no recuerdo mal.
No era posible para un poeta, usted lo sabe, vivir de su arte, aun rebajando bastante el nivel, cuando entré en la vida; y nunca lo he lamentado.  Habiendo aprendido el inglés simplemente para mejor leer a Poe, partí a los veinte años para Inglaterra, para escapar, principalmente; pero también para hablar la lengua y enseñarla en un algún lugar retirado, tranquilo y sin otro medio de sustento obligado: me había casado y eso era algo urgente.
Hoy ya hace más de veinte años y, a pesar de la pérdida de tantas horas, creo, con tristeza, que hice bien. Es que, fuera de las páginas de prosa y los versos de mi juventud y lo que siguió, que les hacía eco, publicados un poco por todas partes, cada vez que aparecían los primeros números de una Revista Literaria, siempre imaginé e intenté otra cosa, con una paciencia de alquimista, dispuesto a sacrificar por ella toda vanidad y toda satisfacción, así como antaño uno quemaba su mobiliario y las vigas del techo, para alimentar el horno de la Gran Obra. ¿Qué? Es difícil decirlo: un libro, simplemente, en muchos tomos, un libro que sea un libro, arquitectural y premeditado, y no una colección de inspiraciones fortuitas, así fueran maravillosas… Más aún, diré: el Libro, convencido de que en el fondo no hay más que uno, intentado sin saberlo por quienquiera haya escrito, incluso los Genios. La explicación órfica de la Tierra, que es el único deber del poeta y el juego literario por excelencia: ya que el ritmo mismo del libro, entonces impersonal y vivo, hasta en su paginación, se yuxtapone a las ecuaciones de este sueño, u Oda.

Ésta es la confesión de mi vicio, puesto al desnudo, querido amigo, que rechacé mil veces, con el espíritu afligido o hastiado; pero se ha apoderado de mí y tal vez tenga éxito; no en hacer esta obra en su conjunto (¡haría falta ser no sé quién para ello!) sino en  mostrar un fragmento realizado, en hacer centellear por uno de sus lados su autenticidad gloriosa, indicando el resto entero para el que no basta una vida. Probar por medio de las porciones hechas que ese libro existe, y que he conocido lo que no habré podido realizar.


Traducción, para Literatura & Traducciones, de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán. 
http://delamirandola.com/