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Jean de Sponde nació en Mauléon, pequeña localidad de los Bajos Pirineos, en 1557, en el seno de una familia de origen español convertida al protestantismo. Su educación fue confiada a Jeanne d'Albret, reina de Navarra y madre del futuro Enrique IV de Francia.
Realizó sus estudios en el Colegio de Lescar. A los veinte años tradujo a Homero. Gracias al Rey de Navarra, quien lo protegió luego de la muerte de su madre, pudo cursar estudios en la Universidad de Basilea. Fue allí donde publicó traducciones de clásicos griegos.
Es posible que en 1589 haya sido encarcelado en París por los partidarios de la Liga, el poderoso partido católico y pro-español, opuesto a la asunción al trono de Enrique de Navarra.
En septiembre de 1593, siguiendo el ejemplo de su Rey, Jean de Sponde se convirtió al catolicismo. Un año después, su padre, Íñigo de Sponde, fue asesinado por miembros de la Liga. Nuestro poeta se instaló, entonces, en Burdeos y publicó su "Declaración de los principales motivos que conducen al señor de Sponde a unirse a la Iglesia Católica".
Murió en Burdeos el 18 de marzo de 1595.
Fue una antología publicada en Ruán por Raphaël du Petit Val, dos años después de la muerte del poeta, la que dio a conocer la obra de Sponde.
Pese a ser uno de los más grandes poetas de la lengua francesa, fue completamente olvidado durante más de trescientos años hasta que, hacia 1930, el erudito inglés Alan M. Boase reeditó su obra.
Jean de Sponde nació en Mauléon, pequeña localidad de los Bajos Pirineos, en 1557, en el seno de una familia de origen español convertida al protestantismo. Su educación fue confiada a Jeanne d'Albret, reina de Navarra y madre del futuro Enrique IV de Francia.
Realizó sus estudios en el Colegio de Lescar. A los veinte años tradujo a Homero. Gracias al Rey de Navarra, quien lo protegió luego de la muerte de su madre, pudo cursar estudios en la Universidad de Basilea. Fue allí donde publicó traducciones de clásicos griegos.
Es posible que en 1589 haya sido encarcelado en París por los partidarios de la Liga, el poderoso partido católico y pro-español, opuesto a la asunción al trono de Enrique de Navarra.
En septiembre de 1593, siguiendo el ejemplo de su Rey, Jean de Sponde se convirtió al catolicismo. Un año después, su padre, Íñigo de Sponde, fue asesinado por miembros de la Liga. Nuestro poeta se instaló, entonces, en Burdeos y publicó su "Declaración de los principales motivos que conducen al señor de Sponde a unirse a la Iglesia Católica".
Murió en Burdeos el 18 de marzo de 1595.
Fue una antología publicada en Ruán por Raphaël du Petit Val, dos años después de la muerte del poeta, la que dio a conocer la obra de Sponde.
Pese a ser uno de los más grandes poetas de la lengua francesa, fue completamente olvidado durante más de trescientos años hasta que, hacia 1930, el erudito inglés Alan M. Boase reeditó su obra.
Sonnet
Tout s'enfle contre moi, tout m'assaut, tout me tente,
Et le Monde et la Chair, et l'Ange revolté,
Dont l'onde, dont l'effort, dont le charme inventé
Et m'abisme, Seigneur, et m'esbranle, et m'enchante.
Quelle nef, quel appuy, quelle oreille dormante,
Sans peril, sans tomber, et sans estre enchanté,
Me donras tu? Ton Temple où vit la Sainteté,
Ton invincible main, et ta voix si constante?
Et quoy? mon Dieu, je sens combattre maintesfois
Encor avec ton Temple, et ta main, et ta voix,
Cest Ange revolté, ceste Chair, et ce Monde.
Mais ton Temple pourtant, ta main, ta voix sera
La nef, l'appuy, l'oreille, où ce charme perdra,
Où mourra cest effort, où se perdra ceste onde.
Soneto
Contra mí todo se alza y me asalta y me tienta,
Este Mundo, esta Carne y este Ángel rebelde,
Cuyas olas violentas, cuyo encanto supuesto,
Me abisman, Señor, me estremecen, me encantan.
¿Qué navío, qué ayuda, qué oído adormecido,
Sin caer, sin temer, sin quedar encantado,
Has de darme, Señor? ¿El Templo donde habitas,
Tus manos invencibles y tu voz tan constante?
Pero en mí muchas veces, mi Dios, siento el combate
Aún entre tu voz, tus manos y tu Templo,
Y ese Ángel rebelde, esa Carne, ese Mundo.
Sin embargo, tu Templo y tu voz y tus manos
Serán muro y navío que acabará el conjuro,
Donde a morir vendrán, esta fuerza, estas olas.
Tout s'enfle contre moi, tout m'assaut, tout me tente,
Et le Monde et la Chair, et l'Ange revolté,
Dont l'onde, dont l'effort, dont le charme inventé
Et m'abisme, Seigneur, et m'esbranle, et m'enchante.
Quelle nef, quel appuy, quelle oreille dormante,
Sans peril, sans tomber, et sans estre enchanté,
Me donras tu? Ton Temple où vit la Sainteté,
Ton invincible main, et ta voix si constante?
Et quoy? mon Dieu, je sens combattre maintesfois
Encor avec ton Temple, et ta main, et ta voix,
Cest Ange revolté, ceste Chair, et ce Monde.
Mais ton Temple pourtant, ta main, ta voix sera
La nef, l'appuy, l'oreille, où ce charme perdra,
Où mourra cest effort, où se perdra ceste onde.
Soneto
Contra mí todo se alza y me asalta y me tienta,
Este Mundo, esta Carne y este Ángel rebelde,
Cuyas olas violentas, cuyo encanto supuesto,
Me abisman, Señor, me estremecen, me encantan.
¿Qué navío, qué ayuda, qué oído adormecido,
Sin caer, sin temer, sin quedar encantado,
Has de darme, Señor? ¿El Templo donde habitas,
Tus manos invencibles y tu voz tan constante?
Pero en mí muchas veces, mi Dios, siento el combate
Aún entre tu voz, tus manos y tu Templo,
Y ese Ángel rebelde, esa Carne, ese Mundo.
Sin embargo, tu Templo y tu voz y tus manos
Serán muro y navío que acabará el conjuro,
Donde a morir vendrán, esta fuerza, estas olas.
Sonnet
Mais si faut-il mourir, et la vie orgueilleuse,
Qui brave de la mort, sentira ses fureurs,
Les Soleils hâleront ces journalières fleurs,
Et le temps crèvera cette ampoule venteuse.
Ce beau flambeau qui lance une flamme fumeuse,
Sur le vert de la cire éteindra ses ardeurs,
L'huile de ce Tableau ternira ses couleurs,
Et les flots se rompront à la rive écumeuse.
J'ai vu ces clairs éclairs passer devant mes yeux,
Et le tonnerre encor qui gronde dans les Cieux,
Où d'une ou d'autre part éclatera l'orage,
J'ai vu fondre la neige et ses torrents tarir,
Ces lions rugissants je les ai vu sans rage,
Vivez, hommes, vivez, mais si faut-il mourir.
Soneto
Tendremos que morir, y la vida orgullosa
Que se enfrenta a la muerte sentirá sus furores,
El sol tornará oscura la flor de cada día
Y el tiempo romperá esta ampolla de viento.
Este cirio que arroja una luz humeante
Sobre la verde cera apagará sus fuegos,
Los óleos de este Cuadro perderán sus colores
Y morirán las olas en la costa espumosa.
Pasaron frente a mí los relámpagos blancos
Y también ese trueno que en el Cielo retumba
Cuando de alguna parte nos llega la tormenta,
Vi fundirse la nieve y secarse el torrente,
A los broncos leones los he visto sin rabia,
Vivid, hombres, vivid, mas morir deberemos.
Mais si faut-il mourir, et la vie orgueilleuse,
Qui brave de la mort, sentira ses fureurs,
Les Soleils hâleront ces journalières fleurs,
Et le temps crèvera cette ampoule venteuse.
Ce beau flambeau qui lance une flamme fumeuse,
Sur le vert de la cire éteindra ses ardeurs,
L'huile de ce Tableau ternira ses couleurs,
Et les flots se rompront à la rive écumeuse.
J'ai vu ces clairs éclairs passer devant mes yeux,
Et le tonnerre encor qui gronde dans les Cieux,
Où d'une ou d'autre part éclatera l'orage,
J'ai vu fondre la neige et ses torrents tarir,
Ces lions rugissants je les ai vu sans rage,
Vivez, hommes, vivez, mais si faut-il mourir.
Soneto
Tendremos que morir, y la vida orgullosa
Que se enfrenta a la muerte sentirá sus furores,
El sol tornará oscura la flor de cada día
Y el tiempo romperá esta ampolla de viento.
Este cirio que arroja una luz humeante
Sobre la verde cera apagará sus fuegos,
Los óleos de este Cuadro perderán sus colores
Y morirán las olas en la costa espumosa.
Pasaron frente a mí los relámpagos blancos
Y también ese trueno que en el Cielo retumba
Cuando de alguna parte nos llega la tormenta,
Vi fundirse la nieve y secarse el torrente,
A los broncos leones los he visto sin rabia,
Vivid, hombres, vivid, mas morir deberemos.
Traducción de Miguel Ángel Frontán.