Anna de Brancovan, condesa de Noailles, nació en París el 15 de noviembre de 1876, de padre rumano y madre griega. Su infancia estuvo marcada por esa triple pertenencia. A los veinte años se casó con el conde Mathieu de Noailles. Desde su juventud la condesa vivió rodeada de amigos tan ilustres como Anatole France, Marcel Proust, Maurice Barrès, y se transformó con los años en una figura ineludible del Tout-Paris literario y mundano.
En 1901 publicó el libro de poemas que la hizo famosa: "Le coeur innombrable". Siguieron cinco libros de poemas y una autobiografía, "Le livre de ma vie", publicada en 1932.
En 1921 fue la primera mujer elegida como miembro de a Academia real de lengua y literatura de Bélgica.
Anna de Noailles murió en París el 30 de abril de 1933.
Hasta fines del siglo XX, el paseante ocasional o el ferviente peregrino del parisinísimo cementerio del Père-Lachaise podía ver en la capilla de los Brancovan una fotografía con el rostro inconfundible de Anna de Noailles al pie de la cual se leían aún estas desleídas palabras escritas por la condesa: Hélas ! je n'étais pas faite pour être morte.
En 1921 fue la primera mujer elegida como miembro de a Academia real de lengua y literatura de Bélgica.
Anna de Noailles murió en París el 30 de abril de 1933.
Hasta fines del siglo XX, el paseante ocasional o el ferviente peregrino del parisinísimo cementerio del Père-Lachaise podía ver en la capilla de los Brancovan una fotografía con el rostro inconfundible de Anna de Noailles al pie de la cual se leían aún estas desleídas palabras escritas por la condesa: Hélas ! je n'étais pas faite pour être morte.
VOUS ÊTES MORT UN SOIR...
Vous êtes mort un soir à l'heure où le jour cesse.
Ce fut soudain. La douce et terrible paresse
En vous envahissant ne vous a pas vaincu.
Rien ne vous a prédit la torpeur et la tombe.
Vous eûtes le sommeil; moi, je peine et je tombe,
Et la plus morte mort est d'avoir survécu.
UNA TARDE MORISTE...
Una tarde, a la hora en que el día termina,
Moriste de repente. La pereza terrible
Y dulce no te venció invadiéndote.
Nada te anticipó el letargo y la tumba.
Tú, el sueño tuviste, y yo peno y tropiezo;
Y la muerte más muerta es el sobrevivirte.