INTRODUCTION
Piping down the valleys wild,
Piping songs of pleasant glee,
On a cloud I saw a child,
And he laughing said to me:
"Pipe a song about a Lamb!"
So I piped with merry chear.
"Piper, pipe that song again"
So I piped, he wept to hear.
"Drop thy pipe, thy happy pipe;
Sing thy songs of happy chear-
So I sung the same again,
While he wept with joy to hear.
"Piper, sit thee down and write
In a book, that all may read."
So he vanish'd from my sight,
And I pluck'd a hollow reed,
And I made a rural pen,
And I stain'd the water clear,
And I wrote my happy songs
Every child may joy to hear.
THE ECHOING GREEN
The sun does arise,
And make happy the skies;
The merry bells ring
To welcome the Spring;
The skylark and thrush,
The birds of the bush,
Sing louder around
To the bells’ cheerful sound;
While our sports shall be seen
On the echoing green.
Old John, with white hair,
Does laugh away care,
Sitting under the oak,
Among the old folk.
They laugh at our play,
And soon they all say,
‘Such, such were the joys
When we all—girls and boys—
In our youth-time were seen
On the echoing green.’
Till the little ones, weary,
No more can be merry:
The sun does descend,
And our sports have an end.
Round the laps of their mothers
Many sisters and brothers,
Like birds in their nest,
Are ready for rest,
And sport no more seen
On the darkening green.
THE LAMB
Little lamb, who made thee?
Does thou know who made thee,
Gave thee life, and bid thee feed
By the stream and o’er the mead;
Gave thee clothing of delight,
Softest clothing, woolly, bright;
Gave thee such a tender voice,
Making all the vales rejoice?
Little lamb, who made thee?
Does
thou know who made thee?
Little lamb, I’ll tell thee;
Little lamb, I’ll tell thee:
He is callèd by thy name,
For He calls Himself a Lamb.
He is meek, and He is mild,
He became a little child.
I a child, and thou a lamb,
We are callèd by His name.
Little lamb, God bless thee!
Little lamb, God bless thee!
THE SHEPHERD
How sweet is the Shepherd's sweet lot!
From the morn to the evening he strays;
He shall follows his sheep all the day,
And his tongue shall be filled with praise.
For he hears the lamb's innocent call,
And he hears the ewe's tender reply;
He is watchful while they are in peace,
For they know when their Shepherd is nigh.
INFANT JOY
‘I have no name;
I am but two days old.’
What shall I call thee?
‘I happy am,
Joy is my name.’
Sweet joy befall thee!
THE LITTLE BLACK BOY
My mother bore me in the southern wild,
And I
am black, but O my soul is white!
White as an angel is the English child,
But I
am black, as if bereaved of light.
My mother taught me underneath a tree,
And,
sitting down before the heat of day,
She took me on her lap and kissèd me,
And,
pointing to the East, began to say:
‘Look on the rising sun: there God does live,
And
gives His light, and gives His heat away,
And flowers and trees and beasts and men
receive
Comfort in morning, joy in the noonday.
‘And we are put on earth a little space,
That
we may learn to bear the beams of love;
And these black bodies and this sunburnt face
Are
but a cloud, and like a shady grove.
‘For, when our souls have learned the heat to
bear,
The
cloud will vanish, we shall hear His voice,
Saying, “Come out from the grove, my love and
care,
And
round my golden tent like lambs rejoice.”’
Thus did my mother say, and kissed me,
And
thus I say to little English boy.
When I from black, and he from white cloud
free,
And
round the tent of God like lambs we joy,
I’ll shade him from the heat till he can bear
To
lean in joy upon our Father’s knee;
And then I’ll stand and stroke his silver hair,
And
be like him, and he will then love me.
INTRODUCCIÓN
Soplaba mi flautín por valles silvestres,
tocaba canciones de júbilo afable,
en una nube distinguí a un niño,
que con risas me dijo:
«¡Sopla un cantar que hable del Cordero!»
Y lo toqué con ánimo risueño.
«Flautista, sopla de nuevo ese cantar».
Volví a hacerlo: lloró al escucharlo.
«Suelta tu flautín, tu flautín dichoso;
canta tus canciones de acento feliz»;
y otra vez entoné lo mismo,
mientras regocijado él lloraba al oírlo.
«Flautista, siéntate y escribe
en un libro que todos puedan leer».
luego se esfumó de mi vista.
Y arranqué un junco hueco.
Hice una pluma rústica
y teñí el agua límpida
y escribí mis felices cantares
que todo niño disfrutará al oírlos.
EL PRADO RESONANTE
Se eleva el sol
y los cielos se vuelven dichosos;
resuenan alegres las campanas
como bienvenida para la primavera;
la alondra y el zorzal,
las aves de los arbustos,
trinan estrepitosamente
ante el sonido jovial de las campanas,
mientras nuestros juegos son vistos
sobre el Prado Resonante.
El viejo Juan, de cabellos blancos,
ríe y aparta sus preocupaciones,
sentado bajo el roble,
entre los demás ancianos.
Se ríen de nuestros juegos
y poco después todos dicen:
«Así, así se disfrutaba
cuando nosotros, niñas y muchachos,
en nuestra juventud éramos vistos
sobre el Prado Resonante».
Hasta que los pequeños, ya exhaustos,
no pueden seguir la diversión;
el sol va descendiendo,
y nuestros juegos se acaban.
En torno al regazo de sus madres
muchas hermanas y hermanos,
como pajaritos en su nido,
se disponen al reposo,
y dejan de verse los juegos,
en el Prado oscurecido.
EL CORDERO
¿Quién te hizo, Corderito?
¿Conoces a quien te creó?
¿Quién te dio la vida y te irguió
junto al arroyo y sobre el prado;
te dio un abrigo delicioso,
manto suave, lanoso, brillante;
te dio una voz tan tierna,
que causa regocijo en los valles?
¿Quién te hizo, Corderito?
¿Conoces a quien te creó?
Yo te lo diré, Corderito;
yo te lo diré, Corderito:
es llamado con tu nombre
pues a sí mismo se llama Cordero.
Es manso, y es sutil;
se volvió un niño pequeño.
Yo un niño, y tú un cordero,
nos llaman con el mismo nombre.
¡Que Dios te bendiga, Corderito!
¡Que Dios te bendiga, Corderito!
EL PASTOR
¡Qué dulce es la dulce fortuna del Pastor!
Deambula desde el alba hasta el atardecer;
debe seguir a su rebaño el día entero,
y su lengua se embeberá con alabanzas.
Pues oye el inocente llamado del borrego,
y escucha la tierna respuesta de la oveja;
vigila mientras permanecen en calma
pues saben cuándo está próximo su Pastor.
ALEGRÍA INFANTIL
«No poseo nombre:
pero nací hace dos días».
¿Cómo te llamaré?
«Soy feliz,
me llamo alegría».
¡Que el dulce júbilo sea contigo!
¡Bonita alegría!
Dulce alegría, de apenas dos días,
te llamo dulce alegría:
así tú sonríes,
mientras yo canto.
¡Que el dulce júbilo sea contigo!
EL NEGRITO
Mi madre me parió en el sur agreste,
y soy negro, pero ¡oh! mi alma es blanca;
blanco como un ángel es el niño inglés,
pero yo soy negro, como carente de luz.
Mi madre me instruía debajo de un árbol,
y sentándose antes de que se calentara el día,
me colocó sobre su falda y me besó,
y señalando al este, empezó a decir:
«Mira hacia el sol naciente: allí vive Dios,
y brinda su luz, y distribuye su calor;
y flores y árboles, bestias y hombres reciben
alivio por la mañana y júbilo al mediodía.
Y por corto espacio somos puestos en la tierra,
para que aprendamos a sobrellevar los rayos del
amor;
y estos cuerpos negros y este rostro tostado
son apenas una nube, como una arboleda sombría.
Pues cuando nuestras almas aprendan a
sobrellevar el calor,
la nube se disolverá; oiremos su voz
diciendo: 'Salid de la arboleda, mis muy
amados,
y en torno de mi morada dorada, disfrutad como
corderos».
Eso me dijo mi madre, y me besó
y así se
lo digo al niñito inglés:
«Cuando yo de la nube negra y él de la nube
blanca nos libremos,
y disfrutemos como corderos en la morada de
Dios,
lo protegeré del calor hasta que pueda
tolerarlo
y se apoye jubiloso sobre la rodilla de nuestro
padre;
y entonces estaré erguido y palmearé su cabello
plateado,
y seré como él, y entonces por él seré amado».
Traducción de Nicolás Suescún
INTRODUCTION
Descendant les vallées désertes,
Je jouais des airs doux et joyeux
Et je vis un enfant sur un nuage
Qui me dit en souriant :
« Joue l’air de l’agneau ! »
Et je jouai de toute ma joie,
« Musicien, assieds-toi et écris un
livre. »
Et je jouai de nouveau, et lui pleura en
m’entendant.
« Laisse cette flûte, cette joyeuse flûte,
Et chante tes chansons si gaies si
gaies. »
Je chantai le même air
Et il pleurait de joie en m’entendant.
« Musicien, assieds-toi et écris un livre
Que tout le monde puisse lire. »
Il dit et s’en alla.
Alors, je cueillis un roseau.
Je cueillis un roseau qui me servit de plume
Et, de l’eau transparente, je fis de l’encre
Pour écrire des chansons si gaies, si gaies,
Pour que tous les enfants soient contents de m’entendre.
LE PRÉ DES SONS
Le soleil se lève
Et tout le ciel est heureux.
Salué par les cloches joyeuses,
Le printemps s’approche ;
L’alouette et la grive
Et tous les oiseaux des buissons
Font une ronde de leur chant
Autour du carillon de joie,
Et le pré de nos jeux
Sera le pré des sons.
Jean le vieil homme aux cheveux blancs,
Rit et chasse les soucis
Sous un chêne,
Et tous les grands-parents
Ils rient, ils rient,
Disent et disent :
Même joie de notre temps,
Même joie en ce jeune temps
Où nous étions garçons et filles
Dans le pré des sons.
Puis voici les petits si las.
Que leur joie est tombée
Comme le soleil
Et nos jeux sont finis.
Sur les genoux des mères,
Les enfants, les petits enfants,
Comme des oiseaux dans un nid,
Vont s’endormir.
Et des jeux, on n’en verra plus
Sur le pré des ombres.
L’AGNEAU
Petit agneau qui t’a fait,
Qui t’a fait, le sais-tu ?
Qui t’a donné la vie et fait te nourrir ?
Près du ruisseau, sur la prairie ?
Qui t’a donné ta douce toison,
Ta douce toison de laine brillante
Et ta voix si tendre
Qui réjouit tous les vallons ?
Petit agneau qui t’a fait,
Qui t’a fait, le sais-tu ?
Petit agneau, laisse-moi te le dire,
Laisse-moi te le dire, petit agneau,
On l’appelle comme toi,
Puisqu’il a choisi ton nom.
Humble et doux comme toi,
Il s’est fait petit enfant.
On nous appelle comme lui,
Moi, petit enfant, toi petit agneau.
Dieu te bénisse, petit agneau !
Petit agneau, Dieu te bénisse !
LE BERGER
Le sort du berger est le sort le plus doux.
Du matin au soir, doucement, il s’en va
Et tout le long du jour il va suivre ses
moutons
Et sa bouche est pleine de louanges,
Car il entend le faible appel de l’agneau
Et la tendre réponse des brebis.
Il veille sur son troupeau qui repose,
Tranquille, parce qu’il est là, le berger.
JOIE D’ENFANT
« Je n’ai pas de nom,
Je n’ai que deux jours. »
Comment t’appellerai-je ?
« Je suis heureux,
Je m’appelle Joie. »
Que douce joie te vienne !
Gentille joie !
Douce joie de deux jours,
Je te nomme Joie douce.
Tu souris
Pendant que je chante.
Que douce joie te vienne !
LE PETIT NÈGRE
Ma mère me mit au monde dans le Sud sauvage
Et je suis noir ; mais, vous savez, mon
âme est blanche.
Les petits Anglais sont blancs, comme les
anges,
Et moi, je suis noir, comme s’il n’y avait pas
pour moi de lumière.
Ma mère m’enseignait, sous un arbre accroupie,
Guettant la chaleur du jour,
Me prenait sur ses genoux et m’embrassait
Et, montrant du doigt l’Orient, me
disait :
« Regarde le soleil se lever… Dieu est
là-bas
Et c’est de là qu’il répand la lumière et la
chaleur
Et les fleurs et les arbres, les bêtes et les
hommes
Reçoivent l’espoir du matin, et la joie du
grand midi. »
Et nous avons été mis sur terre, un peu de
temps,
Pour apprendre à subir les rayons de l’Amour
Et nos corps bronzés, et ces visages sombres
Ne sont qu’un nuage et comme l’ombre des bois.
Traduit par Philippe Soupault et
Anne Marie Le Borgne